XXXIX.Despertar

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Jessica

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Jessica

Aquella mañana me miré en el espejo, analizando cómo mi cuerpo había cambiado en las últimas semanas. Por fin empezaba a notar algún cambio. No se le podría llamar barriga ni nada parecido, pero había un pequeño bulto que comenzaba a mostrarse. Sonreí mirándome en el espejo, pensando en cómo sería pasar aquellos momentos con Max.

Hacía más de diez días que no lo veía, y no había instante en el que no pensase en él, en si se acordaría de mi. Le echaba de menos más de lo que me gustaría admitir. Vivir con Daniel era increíble. Era una persona atenta, cariñosa, detallista... Siempre que iba a algún lado, traía un detalle para el bebé. Todo era perfecto menos un detalle: no era Max.

Agarré unos vaqueros del armario e intenté ponerlos. Y recalco la palabra intenté, porque fue imposible. No abrochaba. Lo intenté un par de veces más, pero acabé desistiendo, así que me puse una camiseta de manga larga blanca, y fui a la cocina.

Daniel estaba desayunando unas tostadas de aguacate. Me miró en el momento en el que entré a la cocina, y sonrió al momento. Me di cuenta de que su mirada estaba fija en mis pantalones sin abrochar.

-¿Problemas con la ropa? -preguntó antes de dar un bocado a su tostada.

-No me abrochan -respondí con una sonrisa tímida, levantando un poco la camiseta para enseñarle la razón. Su sonrisa se amplió todavía más, y se levantó de la silla agarrando su móvil. -¿Qué haces? -pregunté algo extrañada mientras él se acercaba.

-Tendremos que sacar una foto de recuerdo, ¿no? -de pronto me emocioné. Era la primera vez que me notaba algo de tripa, pero solo había una persona en mi mente. Max. Le quería y odiaba a partes iguales. Le odiaba por que se estaba perdiendo aquellos momentos tan especiales por ser un capullo. -Posa -dijo Daniel sacándome de mis propios pensamientos. Me coloqué para la foto, sin saber muy bien qué debía hacer, y esperé a que la tomase. -Listo -se acercó a mi y me la mostró. En cámara, la barriga parecía todavía más pronunciada.

-¿Puedes mandársela a Max? -pedí sin pensarlo dos veces.

-Jessica, no creo que sea buena idea...

-Por favor -volví a pedirle. -Él tiene derecho a verlo también -por más que me doliese, era así. Que no estuviésemos juntos no significaba que dejase de ser el padre, y no quería que se perdiese algo tan especial por mi culpa.

-Envíaselo tú, entonces. Le hará ilusión -me animó Daniel volviendo a sentarse para terminar sus tostadas.

-Lo tengo bloqueado -confesé sentándome a su lado, y agarrando su tostada para robarle un trozo. Daba igual de qué comida se tratase; tenía hambre a todas horas.

-¿Por qué? -preguntó mirándome mal por el robo que acababa de cometer.

-Quería evitar la tentación de escribirle -era la verdad. Habían sido incontables las veces que había sentido el impulso de escribirle un mensaje diciendo cuánto le echaba de menos, pero sabía que no debía hacerlo. No era lo correcto. Los dos necesitábamos tiempo para darnos cuenta de nuestros errores y poder corregirlos. Si había alguna oportunidad de que lo nuestro saliese bien, era reconociendo aquello que habíamos hecho mal. Miré a Daniel a los ojos durante unos segundos, suplicándole con la mirada. Sabía que era incapaz de decirme que no. No lo había hecho desde mi llegada a su casa y tenía la sensación de que jamás lo haría. Bufó sonoramente, levantándose de la mesa y dejando la tostada sin acabar.

Dangerous game | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora