Jessica
Tan pronto como terminó la carrera apagué el televisor. Suspiré, porque sabía que aquel Gran Premio de Brasil acababa de suponer un antes y un después en lo poco que quedaba de temporada.
Había visto a Max exasperarse como nunca antes, perdiendo los nervios por completo, echando a Lewis fuera de la pista simplemente por pura frustración. No había sido tan rápido como esperaba, y los nervios estaban a flor de piel. Quedar segundo nunca sería suficiente para él, y menos esa temporada.
Le mandé un mensaje de apoyo, demostrándole que estaría despierta cuando llegase a casa, dispuesta a darle el calor que tanto necesitaba. Lo leyó, pero jamás contestó. Estaba más dolido de lo que esperaba.
Fueron horas y horas esperándole despierta, tratando de no caer rendida ante los brazos de Morfeo. Pero sabía que valdría la pena cuando cruzase el umbral de la puerta y yo estuviese ahí para recibirlo con los brazos abiertos y una bañera llena hasta casi rebosar para compartir un rato de tranquilidad y caricias.
Fue el momento en el que mis párpados estaban a punto de rendirse cuando sonó el timbre. Eran pocas las veces en las que Max no usaba las llaves. Tan solo timbraba cuando sabía que yo estaba ahí esperándole.
Corrí desde el salón a la puerta de la entrada y, cuando la abrí, me encontré con una cara de desolación que nunca antes había visto. Sus manos dejaron caer la bolsa que traía siempre con él, a parte de la mochila que llevaba a la espalda, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
No hizo falta que ninguno de los dos dijese nada para que me abalanzase sobre él para fundirnos en un fuerte abrazo. Lo necesitaba; ambos lo necesitábamos. Lo escuché suspirar contra mi cuello, tratando de liberar toda la tensión que se acumulaba en su cuerpo.
-Vamos, entra -susurré separándome poco a poco de él. -Hay una bañera esperándonos -una pequeña sonrisa se dibujó en su cara al escucharlo y se agachó para coger su bolsa, y entrar en casa.
No dijo absolutamente nada, pero tampoco era necesario. Podía imaginarme cómo se sentía; decepcionado consigo mismo. Lo podía ver en su rostro demacrado de no dormir como de costumbre durante el vuelo. Esta vez había sido duro. Y es por eso que me dolía más que nunca el hecho de no haberle acompañado. Habíamos quedado en que estaría en la última carrera de la temporada, apoyándolo cuando más lo necesitase, calmando sus nervios. Pero en ese instante, sentí la necesidad de acudir a todas y cada una de ellas, aún a sabiendas de que, quizá, no era lo mejor para el embarazo.
Max anduvo hasta la habitación como un auténtico zombie, sin vida alguna, y dejó allí todo lo que traía con él, incluyendo su propia ropa. El aire de mis pulmones desapareció de repente al verlo de aquella manera, desnudo ante mi. Levantó una ceja en el momento en el que me vio observándolo de aquella manera y, un poco avergonzada, me deshice de mi propia ropa. Su mirada analizó cada centímetro de mi anatomía, haciéndome sentir aún más desnuda de lo que ya estaba.
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Dangerous game | Max Verstappen
FanficTen cuidado con los juegos. Algunos pueden ser peligrosos.