Capítulo 9

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—Que te mudes al palacio

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—Que te mudes al palacio.

Las palabras de la reina se quedaron clavadas en la cabeza de la castaña.

—Perdón, Carlota, pero no puedo aceptar —la voz de la castaña sale firme, mientras guarda las pruebas en su cartera.

—Por favor, tómalo con calma, piénsalo —trata de convencerla.

—Lo siento, pero no voy a quedarme aquí —la mira atentamente el ojiazul —. Disculpe lo que voy a decir, pero sus palabras no tienen coherencia. Primero quiere que me haga una prueba de ADN para confirmar la paternidad. Y ahora quiere que mude aquí, no la entiendo.

—Sé que tal vez no tenga ningún sentido. Sin embargo, si resulta ser mi nieto y Alexandri decide no querer ningún tipo de relación con él, por lo menos habré vivido una pequeña etapa de su vida.

—Me siento mal por escucharla, pero creo que es lo mejor.

—No te estoy reprochando nada, Serem, es un asunto que solo los involucra a ustedes dos. Pero por favor, ponte en mi lugar, ese bebé puede ser mi nieto y me gustaría pasar un poco de tiempo con él, aunque no lo vaya a recordar.

—De nuevo le pido una disculpa, pero solo nos volveremos a ver cuándo sea la prueba de ADN. Hasta entonces, Alexandri podrá decir que es lo que quiere. Mientras tanto, yo me retiro, no tengo nada más que hacer aquí.

—Serem, no te vayas así —detiene el pelinegro.

—Estoy bien, Alex, no te preocupes.

Es lo último que dice y se dirige a la puerta, en ningún momento voltea hacia atrás.

Al salir de la biblioteca la castaña choca con una pelinegra ocasionando que su bolso y todo lo que hay dentro termine en el piso.

—Lo siento. —Dice una pelinegra mientras se agacha a ayudar a Serem a recoger lo que está en el suelo.

—No te preocupes, venía tan distraída que no presté atención —habla sin mirar a la chica.

—Vale, fue culpa de las dos —sonríe amablemente cuando por fin se ven —. Encantada de conocerte, soy Katherine.

—El gusto es mío, soy Serem —le ofrece su mano y la pelinegra la toma gustosa —. Me encantaría quedarme a charlar un poco, pero debo irme. Hasta luego y de nuevo mucho gusto.

Solo ve como aquella chica le hace adiós con la mano y se voltea, ya no quiere estar más tiempo en ese lugar.

Llega a la sala de estar y suelta una risilla recordando su pelea con la señora que resultó ser duquesa.

«Definitivamente estaba loca» Se dice a sí misma.

Al salir del palacio ve su camioneta estacionada, sube a ella y emprende su camino de regreso a casa. Había sido un día muy extraño y lleno de emociones, solo quería llegar a descansar.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora