Capítulo 3

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El placer es una de las más hermosas representaciones de la liberación

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El placer es una de las más hermosas representaciones de la liberación. Sentir ese clímax, sentir esas vibraciones que solo en ese especifico momento podemos experimentar, mientras nuestro cuerpo está extasiado y sintiendo el placer de estar vivo.

La manera en la que Alexandri había tocado a Serem, era uno de los mejores ejemplos, tan intensa y satisfactoria que la memoria de la castaña la seguía reproduciendo uno y otra vez. Por las noches podía sentir como su cuerpo vibraba a sobremanera con solo hecho de recordar el tacto de aquel ojiazul. Solo él la había hecho sentir lo que nadie más había conseguido. Y estaba ansiosa por volver a vivirlo.

—Tía, ¿Cuántos huevos me dijiste que trajera? —Pregunta Theo sacándola de su ensoñación.

—¿Qué? —Vuelve a preguntar confusa. Pensar en aquel hombre la estaba descontrolando más de lo que le gustaría aceptar.

—¡Ay, tía! Ya deja de pensar en el remedo mal hecho de Max Steel —aquel comentario la hizo soltar una carcajada.

«Ay, Theo, si supieras que mi cabeza estaba tan ocupada pensando en otro hombre, que Thomas ni se asomaba». Dijo para sus adentros, jamás diría algo así en voz alta frente a ese pequeño.

—Te dije que eran tres huevos, solecito —comenta pellizcando levemente una de sus mejillas, dejándolas con un poco de harina.

—Tengo que aprender mucho de ti, yo también quiero ser un gran chef repostero como tú —la dulzura y el orgullo que utilizó para decir tal cosa hizo que la castaña sintiera un revoloteo por dentro, que ese pequeño dijera que «Quería ser como ella», lograba que su corazón se regocijara de alegría.

—Apuesto que lo serás, y yo siempre estaré para apoyarte y sentirme orgullosa de ti. No importa si después de un tiempo cambias de opinión, siempre voy a estar feliz de ayudarte en tus decisiones. —El niño solo sonrió y se dispuso a continuar con la mezcla. Esto dio hincapié para que la cabeza de Serem viajara de nuevo al país Alexandri con capital deseo.

Hacía una semana que el encuentro de Serem y Alex había ocurrido. Una semana, siete días en los que él no se había comunicado con ella para nada, esto, de cierta manera la decepcionaba un poco. Está bien, ambos estaban conscientes de que esa noche solo querían una cosa. Sexo. Sin embargo, muy en el fondo la castaña tenía las esperanzas de por lo menos verlo de nuevo y que no se tratara solo de "una noche de copas". Ella tenía ganas de más, ella estaba deseando mucho a ese hombre.

—Buenos días. —Saluda una pelirroja de ojos miel dándole a verdosos.

—Hola, mamá. —El rubiecillo deja lo que estaba haciendo para acercase a su madre y darle un beso.

—¿Cómo amaneció la cosa más hermosa del mundo? —Pregunta su amiga con ternura.

—Yo, bien gracias, ¿y tú? —Serem responde divertida y la pelirroja solo ríe.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora