Capítulo 29

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Todos se encontraban cenando

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Todos se encontraban cenando. Habían decidido reunirse para celebrar que el día de mañana nacerían los bebés. Todos estaban extasiados con la llegada, Alex estaba que no cabía de la felicidad. Nunca creyó que la paternidad le agradara tanto, ya los quería conocer. Serem estaba un poco nerviosa, después de todo es primeriza y tiene miedo de hacer las cosas mal. Pero el hecho de pensar que ahora tendría a dos personitas dependiendo de ella la emocionaba y aterraba aún más al mismo tiempo.

—Es muy emocionante saber que, para la próxima cena, ya estarán los o las bebés con nosotros —dice Carlota tomando un poco de su chocolate.

—Lo sé. Nunca creí estar viva para convertirme en bisabuela y mírame. A tan solo unas horas —limpia una lágrima falsa y la castaña la mira entrecerrando los ojos.

Serem no quiso cenar nada, ya que su cirugía estaba programada por la mañana.

—Abuela, ¿Tan imposible era el hecho de verme convertida en madre? —Arque una ceja curiosa.

—Claro que sí. Aunque no negaré que la llegada de Theo me dio una esperanza. Obviamente, nunca juzgué tu decisión. Tú eras responsable de tu vida y yo no quería meterme.

—Bueno, para tu suerte serás bisabuela de dos —se ríe.

El pelinegro la había estado mirando encantado. La manera como la veía era tan tierna.

—Oye, Alex. Vas a desgastar a mi amiga —se burla Aria.

La relación entre ellos había mejorado mucho desde lo que pasó con el papá de Theo. Al igual que la relación de Simon y la pelirroja. Se trataban como mejores amigos.

—No puedo evitarlo. Es la criatura más bella que he visto —dice sin apartar la mirada de la castaña.

—¡Póngale miel a mi pan, majestad! —Expresa el rubio riendo.

—No se burlen de mi prometido. —Defiende Sem —. Te amor, guapura.

—Yo también —le da un pequeño pico en los labios.

—Hermanos, ¿Podrías dejar de ser tan cursi? Hay niños presentes.

La pequeña Elle ve harta a su hermano mayor.

—Si, claro. Ya te quiero ver en unos años —alega y se queda pensativo —. Mejor no quiero ver. Aún estarás chiquita.

—Alexandri, te has puesto a pensar en que, si sus bebés son niñas, las verás enamorarse, llorar por un corazón roto y luego volverse a enamorar —dice Gianna.

—No sé. Lo sabremos después —es lo único que dice.

—Si son niños yo les enseñaré todo lo que mi mami y mi tía Sem me han enseñado sobre cómo debemos tratar a una mujer —el comentario de Theo hace que todos los miren con ternura.

—¡Ese es mi niño! —Exclama Ari con orgullo.

Serem ríe, pero al mismo tiempo suelta un bostezo.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora