Capítulo 14

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Decir que no está nerviosa es una completa mentira, hoy escucharía el corazón de ese pequeño

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Decir que no está nerviosa es una completa mentira, hoy escucharía el corazón de ese pequeño. Nunca, ni en sus más remotos pensamientos existió la posibilidad de esto, pero ahora que sabe y siente que hay una pequeña vida que depende ella siente que es jodidamente hermoso y aterrador al mismo tiempo.

Ahora no solo tiene que pensar que ella, sino también en su hijo, debe hacer planes donde lo incluya a él, pero también ella debe darse su tiempo.

—Sem, mamá me manda a preguntar si estás lista —se asoma una cabellera negra por la puerta.

—Claro, Elle, vamos —sonríe mientras toma de la mano a la niña.

Ambas salen de la habitación y se encaminan a la salida. No ha visto a Alex y espera que así siga siendo.

—Vamos, cariño —dice su abuela cuando llegan a la entrada donde una camioneta negra las espera.

Gianna había llegado desde la mañana, no se perdería por nada del mundo la oportunidad de ver a su bisnieto o bisnieta.

—Vamos, no quiero hacer esperar a mis nervios —las manos de la castaña estaban frías a pesar de que era pleno verano.

El chofer abre la puerta, justo cuando Serem está a punto de subir alza un poco la mirada encontrándose con unos profundos ojos azules.

—Es hora de irnos, Sem —habla el pelinegro quien ya aguarda dentro de la camioneta.

—Alex, ¿Qué haces aquí? —Cuestiona la reina desconcertada por la presencia de su hijo, se suponía que debía ir a una reunión.

—Voy a acompañar a Serem a la cita —dice y en ningún momento deja de verla a los ojos —. Quiero ver a mi hijo.

—Ayer dijiste que no estabas seguro de ello, además de que me hablaste de una manera muy grosera —la castaña trata de mantener la calma mientras habla.

—Sé lo que dije y así como tuve los pantalones para decir cosas hirientes y que te ofendieron, también los tengo para pedirte perdón y aceptar que me he pasado, y mucho.

—Lo único que quiero es estar tranquila hoy, no quiero pelear contigo —suspira Sem mientras sube al vehículo.

—Considero prudente esperar aquí en el palacio —comenta Carlota ganándose un asentimiento por parte de Gianna.

—Carlota tiene razón, ustedes son los padres y deben hacerlo juntos —continua Gia.

—Acepto eso. —Concuerda Elle mientras se sube a la camioneta —. Pero vuelves a lastimar a Sem y te aseguro que ya te ganaste una enemiga, ¿Estamos?

—Estamos, Elle.

—Más te vale —le hace una seña insinuando que lo vigilará —. Serem, cualquier cosa me dices, aquí entre todas le damos su merecido.

—Prometido —sonríe la castaña.

La pelinegra se baja y camina hasta donde está su madre. El chofer cierra la puerta y todo se queda en silencio.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora