Capítulo 28

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Hoy era un día especial

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Hoy era un día especial. Pues hoy sería la pedida de matrimonio.

Alexandri se estaba esforzando mucho, primero cenarían y luego caminarían un poco hasta el lugar de la pedida. Nervioso era poco. En estos momentos sentía de todo y su cabeza comenzaba a jugarle bromas. Ya que estaba teniendo dudas; "¿Y si me dice que no?" ¿Tal vez no quiere casarse conmigo?". A pesar de que ya se encontraban comprometidos, el pelinegro era consciente de que esa ocasión fue por presión y no por amor. Quería que su amada castaña guardara con amor el día en que se comprometieron.

La cocina del palacio era todo un caos. Alexandri junto con Ellorie y Theo se encontraban cocinando —sí es que se le puede llamar así— lo que sería su cena está noche. Todos estaban enterados de la sorpresa y por ende muy emocionados.

—Alex, ¿Estás seguro de que si sabes hacer la receta? —Cuestiona viendo como su hermano se cruza de brazos y frunce el ceño cada cinco minutos.

—Claro, en internet dice que está muy fácil. Puedo con ella. —Dice. Aunque su tono no suena muy convencido. Es como si se diera ánimos a sí mismo.

—Vale, entonces comencemos. Serem no tardará en darse cuenta de que planeamos algo. Así que apresurémonos.

 —Okey. Ellorie encárgate del queso parmesano. Theo por favor pásame los ingredientes que te vaya pidiendo —pide repasando una y otra vez lo que ocupará.

»—Calentar en una olla hasta ¾ de agua.

Hace lo que indica al pie de la letra. En cuanto hierve le agrega la pasta y sal.

—Alex, ¿Sacaste los camarones? —Pregunta el rubio mirando atentamente lo que hace.

—Mier... —Se calla al darse cuenta de que están los niños —. Recórcholis —expresa.

«¿Qué estupidez acabo de decir?».

El ojiazul va al frigorífico y saca la pulpa.

Pica el tocino, mientras pone el sartén en al fuego. Los cuadritos los agrega al sartén caliente. Empieza a sofreír.

—¡Alexandri la pasta no se vaya a recocer! —Le recuerda su hermana y rápidamente va a cerciorarse de que aún esté en su punto.

—Santo Dios. Mi ternura como logra cocinar. —Toma una servilleta para secar su sudor.

Apaga el fuego de la pasta y la pone a escurrir sin tirar el agua, ocasionando que el vapor lo queme un poco.

»—¡Carajo! —Abre los ojos al ver como los niños se ríen —. Perdón, ustedes no deberían escuchar malas palabras.

—Tranquilo, tío Alex. Sabemos que no está bien decirlas.

El pequeño Theo está sentado en una de las sillas de la isla jugando con sus piecitos. 

Le mueve un poco al tocino y es hora de agregar el ajo laminado, el peperocino, los camarones, el perejil y tiene que salpimentar. Por el olor se ve que estará rico o por lo menos espera que esté comible.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora