Capítulo 26

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"Cuando el cielo rompa en colores, cuando la luz lo lene de brillo entenderé que estás ahí, jugando entre las nubes y que por unos instantes me viniste a saludar"

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"Cuando el cielo rompa en colores, cuando la luz lo lene de brillo entenderé que estás ahí, jugando entre las nubes y que por unos instantes me viniste a saludar". Ilani Ribero.

Serem se encontraba ya preparada. Después de tantos años queriéndolo evitar, hoy, por fin lo haría. Por fin visitaría la tumba de sus padres.

-¿Estás lista, cielo? -Pregunta el pelinegro cuando la ve bajar las escaleras.

Alexandri había tenido unas semanas complicada, no tenía tiempo ni para el mismo. Sin embargo, a pesar de eso, siempre ha estado al pendiente de la castaña. Así como ahora, canceló muchas reuniones para poder estar con ella es estos momentos tan importantes.

-Lo estoy, dulzura. -Le regala una leve sonrisa.

Aunque quiera ocultarlo, le duele. Nunca pensó que estaría lista algún día.

Salen y suben a la camioneta que los esperaba. El vehículo arranca y emprenden el camino hacia el cementerio. No estaba lejos, por lo que no el trayecto no sería largo.

Todo el camino fue silencioso, nadie decía nada. Alex acariciaba la pancita de Sem, mientras ella trataba de distraerse al ver ese gesto.

Luego de quince minutos, la camioneta se detiene. La hora se había llegado. Ambos bajan y caminan hasta la entrada.

Siguen su camino entre las lapidas, hasta que llegar a un par. Estaban juntas.

Stella Harper James y Luciano Taylor Brown. Esos eran sus nombres.

-Preciosa, ya estamos aquí. Sin embargo, siente con libertad de comenzar o arrepentirte cuando quieras -le toma la mano en señal de apoyo.

-No. Ya estoy aquí. Además, ellos merecen que los suelte.

Saca la carta de una de las bolsas de su pantalón y comienza a leer.

"Hola, mamá. Hola, papá.

Espero que donde quiera que se encuentren puedan estar bien y felices. No saben lo difícil que es para mí leer estás líneas. A pesar de qué me resigné a que ustedes ya no están aquí. A que ya no les podré dar un abrazo, ni darles un beso y mucho menos decirles cuanto los amo.

Aun me despierto en las madrugadas con pesadillas, y ya no tengo a quién me calme. Aun entro a la cocina con la esperanza de ver a la madre más hermosa bailar sus canciones favoritas. Pero, siempre me duele, porque ya no están más.

Fui a terapia mucho tiempo, me dijeron que tenia que soltarlos, sin embargo, no me atreví. No estaba lista para aceptarlo.

No les voy a negar, que había días en los que no sabía cómo seguir. Pasé muchas cosas, desde llorar al ver como las mamás de mis amigos iba por ellos a la escuela, hasta llorar y quedarme dormida en cada cumpleaños, en cada celebración, porque yo ya no los tenía a ustedes.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora