Capítulo 36

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Un tono, dos tonos, tres tonos y al número cuatro, contesta

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Un tono, dos tonos, tres tonos y al número cuatro, contesta.

*LLAMADA*

—Hola, querida Serem, ¿Cómo estás? —Su tono cínico hace que el enojo quiera tomar lugar en el cuerpo de la castaña.

—No tengo tiempo para tus estupideces. Dime ahora mismo, ¿Dónde tienes a mis hijas? —Alex toma la mano de Sem y la aprieta.

—Siempre tan insolente. —Suelta una risa amarga —. Debo admitir que tus hijas son preciosas. Apuesto que serán unas princesas hermosas cuando sean mayores. Claro, sí es que viven para ello.

—Maldita. —Exclama por lo bajo.

—Yo cuidaría muy bien lo que digo. No estás en posición de ponerte agresiva.

—Yo en tú lugar no jugaría con fuego. Te puedes quemar, Hadan.

—Tienes razón —se escucha como camina —. Pero si me quemo, te quedarás sin tus hijas. Dime, Sem, ¿Quién de las dos perderá más?

—Yo te mato.

—Espero que cuando llegues a la dirección que te voy a mandar. Logres encontrar a las niñas respirando. Que pase una buena noche, majestad.

*FIN DE LA LLAMADA*

—Maldita —los ojos de Sem se llenan de lágrimas. Su mirada se llena de furia. Su corazón late demasiado rápido. Sus hijas deben estar bien. No va a permitir que se las arrebaten, no a ellas. La vida ya le quitó lo que más amaba.

—Sem, mantente con la mente fría. No podemos arriesgarnos. —Dice Aria poniéndose al lado de su amiga.

—Lo sé, pero me afecta.

—Ven, vayamos a la cocina. No te gusta el té, pero vamos por un vaso de agua. Tienes que calmarte un poco.

La castaña asiente, le da una última mirada a su esposo. Alex le da un asentimiento y ella se va.

Llegan a la cocina, pero ven a Leah hablando por teléfono. Deciden esperar, tampoco es que quisieran irrumpir su privacidad.

—No me grite, sé muy bien que esperaba mi llamada desde hace mucho. Pero, me agradecerá que apenas le hable —hace una pausa —. Ya se involucró la policía y las fuerzas especiales. Y debo decir que uno de sus ayudantes pagó con tarjeta, por lo que ya rastrearon el lugar. Por lo que sé aún no lo descifran. Sin embargo, están cerca. —Muerde una mazana —. Toda la familia está mal, claramente lo padres más que nadie. —vuelve a pausar —. Sí, ya sé. Cualquier cosa importante yo me comunico con usted.

Termina de hablar y al darse la vuelta se encuentra con una castaña y una pelirroja mirándola de manera no muy amable.

—Repite lo que acabas de decir —habla Sem acercándose.

Un Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora