El ambiente en el palacio era triste y desesperado. Durante las últimas veinticuatro horas nadie había pegado el ojo. Desde que Ellorie les había comunicado lo sucedido, Serem y Alex no había parado ni un solo momento. Mas cuando la niña le dijo quién había sido la culpable. El pequeño Theo estaba triste, había llorado mucho. Todos en el castillo estaban enojados, con angustia y ganas de que todo lo que estaba pasando, no fuera más que una terrible pesadilla.
Toda la servidumbre había sido interrogada por la policía, además de que estaban investigando a las nuevas empleadas. Fue muy extraño que con su aparición esto haya pasado.
Enzo y Simon estaban ayudando. Enzo se disculpó muchas veces por no haber podido hacer nada. Y el rubio ni se diga, casi se pone de rodillas ante su mejor amigo por no cuidar bien de su familia. Alexandri y Sem, claramente estaban preocupados, pero no podían pagar justos por pecadores. Además, ellos hicieron lo que había podido, incluso arriesgando su vida.
A pesar del tiempo transcurrido, Handan no se había comunicado para nada. Aria estaba furiosa, no podía creer que James cayera tan bajo. Le avergonzaba pensar que él fuera el padre de Theo.
—Comisario, necesitamos respuestas. Queremos a nuestras hijas de vuelta. —Alex sale del despacho siguiendo al hombre uniformado.
—Majestad, de verdad que es lo que más quiero. Pero el rastro del vehículo que usaron se pierde en la salida del viejo camino. Ellos sabían bien lo que hacen, trataron de ocultar todo el rastro.
—Ya no puedo más, no voy a permitir que mis bebés no estén conmigo —Sem tenía los ojos rojos de tanto llorar. Por más que había intentado controlarse no podía. Ella sabía bien lo que se siente que te arrebaten lo que más amas.
—Majestad, alguien ha pedido verlos. —Informa uno de seguridad.
—Hazlo pasar, por favor. —Acepta el pelinegro pasado sus manos por la cara.
La puerta se abre dejando ver a un hombre de por lo menos unos setenta y cinco años. Nadie lo reconoce.
—Majestades, es una pena para mi venir a presentarme ante ustedes en esta terrible situación. Mi nombre es Leonardo, el novio de Gianna.
La abuela de Sem al escuchar tal nombre se apresura a caminar hasta él.
—Cariño, ¿Qué haces aquí? —Pregunta al llegar a él.
—Fui general en el ejército, además de capitán de fuerzas especiales. Así que me presento y ofrezco mi servicio, equipo táctico y todo lo que necesiten.
—Es un placer conocerlo. Ojalá hubiera sido en otras circunstancias. Pero de todo corazón le agradezco su ayuda —la castaña lo saluda.
—No agradezcas, Gianna es la mujer de mi vida. Y tú eres lo más valioso que ella que tiene. Permíteme considerarte mi familia.
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Un Desastre Real
RomanceParte I de la bilogía "Amores reales". -Vamos, Serem, ¿qué salió? -Grita su mejor amiga Aria desde el otro lado de la puerta, está más que ansiosa. Toma un respiro y abre los ojos, toma despacio la prueba de embarazo y mira de una el resultado. -Car...