El sol se adentraba entre las persianas de aquella suite de hotel. En la cama yacen dos personas que habían disfrutado su noche al máximo. Por un lado, una castaña con rostro relajado, como si por fin hubiera descansado, mientras que, por otro, un pelinegro de ojos azules no podían de dejar de apreciar la belleza de aquella damisela. Las cejas, esas largas pestañas, una nariz de tamaño promedio pero respingona, un lunar al costado derecho, justo en la arruga de la mejilla y ni hablar de lo que había sido su mayor debilidad, esos rosados y carnosos labios que lo habían hecho vibrar de todas las maneras posibles.
«Eres la mujer más hermosa que he visto, ojalá pudiera contemplarte así toda la vida» se dijo Alexandri para sus adentros.
Poco a poco los ojos de la castaña se fueron abriendo, trataban de reconocer el lugar y recordar un poco, cuando lo hizo, rápidamente volteo a ver a su acompañante de cama, este también la miraba.
—Buenos días, preciosa. —Saluda con la voz más ronca y sensual que Serem había escuchado.
—Buenos días, fortachón. —Sonríe con coquetería.
—¿Dormiste bien? —Pregunta mientras comienza a dejar húmedos besos sobre el cuello de ella.
—Por supuesto —es lo único que responde, ya que solo se dedica a disfrutar de lo que el pelinegro hace.
—Ya lo creo, no creí que semejante preciosura roncara tan fuerte —expresa divertido saliendo del cuello de Serem.
—Que te puedo decir, no soy perfecta, cariño. Dormir boca arriba siempre me provoca ronquidos.
—Vale, tampoco es queja, no me molestaría escuchar tus ronquidos más seguido —guiña su ojo derecho.
—Pues yo encantada, guapote, pero tendrá que ser otro día —mira su teléfono para cerciorase de la hora, el cual estaba en el buró a su lado. Cuando se da cuenta de que son las diez de la mañana sale con rapidez empujando sin querer a Alex, haciéndolo caer de la cama —. Lo siento, es que ya tengo que irme.
—No era necesaria la agresividad, entiendo perfectamente —dice cuando vuelve a subirse al colchón.
La desnudez de Serem es vista por el pelinegro y en su mente no puede creer que la belleza de mujer que tiene enfrente haya compartido sexo más de una vez durante la noche.
—Supongo que disfrutas la vista —comenta divertida.
—Te juro que es la mejor que mis ojos han presenciado —vuelve a guiñar el ojo y se pone de pie para encaminarse hacia ella.
La abraza por la parte de atrás, Serem suelta un pequeño jadeo al sentir la erección del pelinegro en sus glúteos.
—Hombresote, yo encantada de quedarme, pero tengo un compromiso, al cual, ya voy tarde —con toda la resistencia que tiene ahoga un gemido al sentir la mano de Alex acariciando su intimidad.
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Un Desastre Real
RomantizmParte I de la bilogía "Amores reales". -Vamos, Serem, ¿qué salió? -Grita su mejor amiga Aria desde el otro lado de la puerta, está más que ansiosa. Toma un respiro y abre los ojos, toma despacio la prueba de embarazo y mira de una el resultado. -Car...