Capítulo II: Ser amable es algo contra la ley.

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Was It Something I Said
MyKey, Cavetown.

Dante

—¿Ya pediste la comida?

—Ya, pesado. No es mi culpa que se haya atrasado.

—Por eso te dije que siempre lo programes, las personas no suelen ser serviciales entregando comida. Duran años para venir.

—¡Se me olvidó! —se frustra— Joder, ¿qué es lo que te pasa? Llevas días siendo un grano en el culo.

—Nada, sólo que me hastía la gente, nada más.

—Bueno, no te descargues conmigo.

Suspiro, largamente.

—Hasta que no coma, no me eches la culpa de los insultos que te vaya a decir.

—Dios, qué miedo.

Hace una hora que era nuestro descanso y nuestra comida aún no ha llegado. La cafetería más cerca está a quince minutos y a ninguno de los dos nos dio por caminar.

Hoy ha sido ajetreado, han venido varios clientes y casi me quedo sin mano por andar haciendo tantos tatuajes, ya ni sé para qué decidí abrirlo. Se lo heredaré a Kai.

Escuchamos el timbre de la puerta y suelto un resoplido de alivio, al fin podré comer.

—¿Ves? Te quejas demasiado y ya llegó la comida.

Él va a la puerta y me tiro en el sofá, miro el techo y hago una mueca. El hambre me está matando.

—Sí, es un gusto verte de verdad —escucho voces al unísono—. Se me olvidó el dinero, acompáñame a la caja.

Alzo mi cabeza y trato de levantarme, pero la acción queda a medias cuando mi mandíbula está por desplomarse.

—¿Qué mierda...? —ambos se voltean a verme.

La chica que tenía el enorme perro y estaba en la fiesta... ¿también entrega comida a domicilio?

Está vestida con unos jeans rotos de color negro, trae un top verde y una gorra del mismo color. Admito que no tiene mal gusto, sabe cómo vestirse.

—¿Pasó algo? —interroga Kai y la chica sólo aparta mi mirada a toda costa— ¿Por qué la miras así?

Voy y me acerco hacia ella para encararla, pero ni siquiera me mira. Se nota un poco... ¿tensa?

—A ver sí entendí, ¿acaso viste todas las películas de Barbie? Porque te pareces a una, ahora solo falta que me digas que eres astronauta.

—No sabía que trabajabas aquí —toma el dinero de Kai y busca la devuelta—. Nunca te he visto.

—El negocio es de él —explica Kai—. Y lo más seguro no lo veías porque se la permanecía aquí dentro. ¿De dónde se conocen?

Me apoyo en el mostrador y la miro de arriba a abajo.

—Esta chica tenía un enorme perro en el parque, se descontroló y casi se come a Perla.

El jodido Karma de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora