Extra I.

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¡REGRESAMOOOOOS!

Alara

Escucho el sonido de la puerta cerrarse y miro de reojo al hombre que está entrando con ropa deportiva.

Dante con el pasar del tiempo se ha puesto tan hermoso. Ha hecho ejercicio muy seguido -y algunas veces lo acompaño-, también tiene su rutina y horario para hacer sus cosas. Estoy tan orgullosa de él.

Me hago la loca y sigo con la mirada en mi computadora, aunque él se acerca aún más y se hinca frente a mí, tocando mi rodilla.

-Debo admitir que ver a la Alara desarreglada y con lentes, provoca que me enamore más de ella.

-Dantito, estoy trabajando y me desconcentras ¿sabías eso? -murmuro, sin mirarlo.

-¿Te distraigo? -su mano se arrastra por mi muslo desnudo, pero no lo detengo- Esa idea me gusta.

Aprieto mis labios y cierro la pantalla de la computadora para mirarlo, más hermoso que todos los días.

-A mí no me gusta -me cruzo de brazos-. Pueden pasar diez años estando casados y siempre tendrás el mismo efecto en mí.

-Eso es obvio, soy único, preciosa.

Ruedo mis ojos y él se sienta a mi par para abrazarme, inmediatamente lo aparto, dándole un manotazo.

-Estás sudado, no te me acerques.

-¿Qué me acerque, dices?

-No... -me abraza de golpe y hago una mueca- ¡Dante!

-Es una excusa para que te bañes conmigo.

Lo odio, pero lo amo también.

Él me deja un beso en la frente y lo empujo para que me suelte. Hago una mueca de asco y me quito el sudor que me dejó el idiota.

Él vuelve a tocar mi muslo y deja un leve apretón en él. Enarco una ceja cuando procede a acercarse a mi cuello para dejar varios besos mojados en él.

-Dante... basta -sigue besándome y sostengo su mano-. No quiero.

Esas dos palabras bastan para que él se detenga y se aleje de mí cuando me siento presionada. Todavía tengo algunas altas y bajas, pero sé que él me respeta y entiende cuando no quiero seguir.

-¿Me das un beso al menos?

Sonrío.

-Si te bañas, te doy todos los besos que quieras.

-Ya la oíste, papá -dimos un respingo cuando vemos a Perla salir de la cocina. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí?- Mamá no se va a desaparecer mientras te bañas.

-¿Y tú cómo apareciste aquí? -Dante se aleja de mí para correr hacia ella y abrazarla mientras se retuerce- También te toca bañarte por chismosa.

-¡Papá! -Perla le da manotazos para que la suelte- ¡Tienes qué dejar de hacer eso!

Carcajeo y me incorporo del sofá para tocar los hombros de Dante y alejarla de Perla cuando comienza a llenarle la cara de besos.

-Deja de ser tan pegajoso y lárgate a bañar -ordeno.

Me tira su pequeña toalla a la cara y me indigno, dándole con ella.

-¡Impertinente! -me guiña un ojo y se dirige al piso de arriba.

-Creo que tendremos que prohibirle a papá ir al gym, cada vez se vuelve más insoportable.

-Mejor que sea así a que sea gruñón -hago una mueca pensativa-. Bueno, ya lo es, pero al menos es cariñoso.

Perla se acerca detenidamente hacia mí y me abraza. Procedo a hacer lo mismo y nos sentamos en el sofá.

El jodido Karma de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora