Capítulo XX: Algún día nos volveremos a ver (Final de la primera parte).

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Es un capítulo, y más bien el final de la primera parte :).

Dante

Llego a casa y me encuentro con mi madre en el sofá, ella se levanta para recibirme en un fuerte abrazo.

-Feliz año nuevo, hijo.

-De feliz no tiene nada, mamá.

Me separo de ella y dejo la caja que traje en el sofá al igual que la mochila. Me siento y me tapo la cara, no tengo ganas de ver a nadie.

Siendo como el sofá se hunde un poco y las manos de mi madre acariciando mis hombros.

-Mira, sé que ahora es un momento difícil, sin embargo, son cosas de la vida. Las personas vienen y van. Tal vez algún día vuelvan a verse.

De saber, sí sé que nos vamos a reencontrar, pero falta demasiado para eso.

-No quería dejarla ir.

-Pero tenías que hacerlo, me has contado que lo suyo se estaba volviendo tóxico. Ambos necesitan cambiar.

Echo mi cabello hacia tras y alzo mi cabeza.

-¿Y Perla?

-Estaba llorando -admite, con cautela-. Ella quería estar contigo y te esperó hasta las tres de la mañana. Se quedó dormida en la puerta esperándote.

Parpadeo varias veces y me levanto para ocultar mis ganas de llorar.

Me estuvo esperando, y nunca llegué.

Ya son las seis de la mañana y sigue todo oscuro y frío por el clima. Me incorporo, soltando un suspiro.

-Voy a verla -asiente.

Me dirijo a pasos lentos hacia su habitación y abro la puerta lentamente. Tiene una pequeña lamparita encendida con una luz tenue, el colchón de su cama se hunde un poco cuando me siento y comienzo a sacudirla lentamente para despertarla.

-Hija -acaricio su cabello-, Perla, cariño, despierta...

Suelta un gruñido y estruja un poco sus ojos.

-Mira, ya llegué -sigo moviéndola para que despierte-. Papá está aquí.

Abre sus ojos con pereza para verme, vuelve a estrujar sus ojos y deja su gato de peluche a un lado. Se levanta un poco para estirarse.

-Nunca llegaste -dice, en voz somnolienta-. Tú me prometiste que ibas a estar y no llegaste...

Ya estoy acostumbrado a decepcionar a todo el mundo. Lo hice con Kai, con Priscila, Alara, pero más me duele haberlo hecho con mi hija.

-Lo lamento. Yo te prometo, pero en serio te prometo, que nada será como antes, tú y yo vamos a ser felices, Perla. Te lo juro.

-¿Me lo prometes de verdad? -asiento- ¿Me prometes que Alara también volverá?

Aprieto mis labios y trago saliva, nervioso.

-Hija, Alara... ella... tuvo que irse muy lejos.

-¿Qué? -susurra- Pero ella me prometió que no se iba a ir, ¡me dijo que sería mi mamá!

El jodido Karma de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora