Epílogo: A la mierda. ¡Lo logramos, gente!

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Say You Won't Let Go.
James Arthur

Estoy sudando.

Y nunca he sudado tanto cómo el día de hoy.

Mi corazón está por salirse de mi pecho y casi me quedo sin uñas de tanto morderlas. Nunca he usado traje desde que empecé a tener memoria, pero hoy es la excepción.

Es obvio que el día de mi boda no iba a utilizar un traje de baño.

Kai tiene un pañuelo mientras se quita las lágrimas y me hace una señal de apoyo con su pulgar, anda de llorón cuando la boda ni siquiera ha empezado.

April mientras tanto está junto con la novia, supongo que dándole los mismos alientos que necesito yo.

Perla tiene su pelo rizado recogido y un vestido turquesa, su sonrisa reluciente provoca que esté menos nervioso.

-A ver, muchacho -el sacerdote me saca de mis cavilaciones-. Al menos dime que esta vez te casas porque quieres y no por una herencia o porque ibas a dejar que la persona que más amabas tomara un vuelo para darte cuenta de que ibas a estar con la equivocada y -toma la respiración por ese trabalenguas-... Sí... He pasado por muchas historias.

-Ya veo -parpadeo, sorprendido-. Pero no es por ninguna de esas razones -río, nervioso-, me voy a casar porque es lo que he estado esperando hace muchos años.

-¿Y por qué tanto? Digo, a lo que sale la novia podemos charlar -se encoge de hombros-. Te escucho.

Este hombre me parece simpático, al menos charlando con él me puedo tranquilizar un poco.

-Era un imbécil con ella. Además, ambos teníamos muchos problemas personales y no supimos cómo lidiarlos en ese tiempo -le estoy hablando a este señor como si fuese Kai, pero al menos me estoy relajando-. En fin, nos volvimos a ver años después, nos arreglamos y aquí estamos.

-Entiendo. Igual no te preocupes, las parejas no son perfectas y siempre suelen cometer errores, es parte de crecer -me guiña un ojo-. Me alegra que hayan luchado por lo que sienten.

Hasta yo mismo me alegro de haber cambiado para ser una mejor persona, por Alara, por Perla, pero más por mí.

La música empieza y todos se organizan para empezar la ceremonia. Suelto un largo suspiro y cierro mis ojos por unos momentos para estabilizarme.

Es tu día, Dante. El día que más has estado esperando.

Vuelvo a abrir mis ojos y ahí la veo a ella, caminando al lado de su padre hasta mí.

Reitero lo dicho. No. Estoy. Tranquilo.

Esta boda terminará en el hospital.

Yo de verdad no puedo creer que esa mujer tan preciosa e inigualable vaya a ser mi esposa. ¿Realmente merezco tanta perfección?

Hay noches en las que Alara duerme profundamente en mi pecho y le susurro tantas cosas que sé que no escuchará, cómo lo mucho que la amo por ejemplo -aunque es algo que ella sabe-, mi arrepentimiento, y por último: ¿Realmente la merezco?

Su cabello está completamente lacio y tiene un vestido largo de tirantes con algunas perlas incrustadas. Noto como su madre está llorando de felicidad al igual que la mía. Kai está por igual y a nuestra hija le brillan los ojos como si estuviese viendo la mejor puesta de sol que pueda existir.

Porque así es, estamos casándonos en pleno atardecer y a unos metros de la playa. Es la mejor idea que uno puede tomar.

Alara deja de concentrarse en el público para mirarme a mí, ella ve que estoy nervioso y a punto de desmayarme.

El jodido Karma de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora