31. Decisiones "seguras"

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Los señores Wang y Xiao no se sorprendieron de ver llegar a sus hijos cogidos de las manos y tan sonrientes.

Pero, si tan solo el pelinegro no hubiese llevado dos hematomas en el cuello, quizá su padre no se habría interpuesto entre su hijo y Wang Yibo al sentarse en la mesa.

—Ay, vamos, Xiao Zhen, acaban de reconciliarse —murmuró el otro dentista, quien enseguida recibió una mirada asesina por parte de su amigo —pero tienes razón, eso estuvo muy mal chicos —con disimulo, guiñó un ojo. Yibo se rio.

—Hemos regresado —habló firmemente Xiao Zhan.

—...Sí, eso ya lo hemos notado... —gruñó su padre.

—...Y es de verdad —el pelinegro miró a Wang Yibo, al otro lado de su padre —papás, señores Wang, antes de cenar yo...

—...Tenemos algo importante que deciros —ayudó Yibo, sin apartar la mirada de su doncel —Xiao Zhan y yo hemos regresado y... Y quiero pediros permiso para casarme con él.

Todos, incluido Xiao Zhan, se sorprendieron de aquella frase.

—Quiero casarme con Xiao Zhan.

—¿Eh?

Yibo miró firmemente a su suegro. Estaba dispuesto a enfrentarlo a él y a sus padres de una vez. Les diría también del embarazo.

—Hijo, ese es un tema muy importante —murmuró el señor Wang, queriendo decirle en realidad «Hijo, no es momento de hablar».

—Sí. Y por lo mismo que es importante, es que quiero hablarlo —reunió todo el valor que tenía y soltó: —vamos a ser padres.

Tres de los adultos en la reunión guardaron silencio, esperando la reacción del único ignorante a la noticia.

Xiao Zhen sintió un montón de reacciones internas, las cuales, no las podía expresar físicamente. Estaba helado.

—Y, así como tuve los cojones para embarazarlo, los tengo para dar la cara y responder por él y nuestro hijo.

Xiao Zhen seguía tan atónito que no era capaz de mover un solo músculo.

Los señores Wang, para bajar la tensión, enseguida mostraron su apoyo y dijeron que podían contar con ellos en todo. La señora Xiao se unió a sus consuegros.

—¿Papá? —murmuró Xiao Zhan con timidez al notar que el dentista seguía procesando la noticia.

—¿Embarazado? —repitió —Wang Yibo, ¿Has dejado embarazado a mi hijo?

Entonces, sintiendo el verdadero terror, el castaño tensó la mandíbula. Estaba seguro que se le romperían los dientes por el esfuerzo. No se sabía cuál sería la siguiente reacción de Xiao Zhen, por lo cual, habló con precaución.

—Así es. Yo responderé por él y por el bebé...

—¡Oh, claro que lo harás! —gritó Xiao Zhen —¡Pero no te casarás con él!

Antes de que alguien cuestionara al dentista, él mismo se expresó:

—Sois unos críos. Dime, Yibo, ¿A dónde te llevarás a mí hijo? ¿A casa de tus padres? ¿O rentarás un piso? —como el menor no respondió, continuó —¿Y la universidad? Supongo que tú, muy machito, seguirás con la carrera, pero, ¿Y mi hijo? ¿Lo tendrás en casa a que cuide del bebé? Seguro que no has pensado en esto, ¿Verdad?

—Xiao... —intentó argumentar el otro dentista. Su colega no se lo permitió.

—Habéis sido poco concientes de lo que vendría una vez que os caséis, ¿Cierto?

(DES)CONOCIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora