37. Primerizos

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La bebé unicornio fue llevada a su nuevo hogar tres días después de nacer. 
El dulce hogar de los Xiao había sido decorado por sus tíos XNINE y en la habitación de Zhan habían instalado su nueva cunita (decorada por sus abuelos dentistas). 

Después de la primera semana, la piel de la muñequita comenzó a mudar. El médico señaló que era normal, pues había perdido el vérnix, una sustancia cremosa y blancuzca que cubre la piel a causa del atraso del parto que tuvo. Fuera de eso, adoptó unas mejillas enormes y rosas parecidas a las de Yibo. A Xiao Zhan le daban ganas de morderlas siempre. Sus ojos, que eran bastante rasgados, dejaban ver un color dorado oscuro dentro del iris. No tenía cabello, salvo unos cuantos pelitos súper castañitos y la boquita de corazón era rosita.

Aunque Qing Xin era la principal protagonista de todas las visitas que se recibían en la casa, Wang Yibo nunca dejó de prestar atención a lo que Zhan necesitaba. Con la herida de la cesarea, sus movimientos estaban reducidos al mínimo. No podía ni siquiera ducharse solo por temor a que los puntos se rompiesen. A la bebé la bañaba Yibo o alguno de sus abuelitos, pero siempre bajo la supervisión del pelinegro. 

Apenas habían pasado tres semanas desde que nació su pequeña, pero él ya era libre de volver a usar su ropa. Disfrutó del momento en el que su cuerpo volvió a ser delgado una vez más y se emocionó cuando los jeans ajustados le moldearon el culo a la perfección. Wang Yibo, que miraba atento a los movimientos de su doncel, no se le escapó este detalle. Cuando Zhan pasó frente a él, estiró sus manos hacia la cintura para cogerlo y sentarlo en sus piernas.

—BoDi... está la bebé...

—Mn... pero está dormida.

Para qué negarlo, Xiao Zhan también tenía ganas. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hicieron. Además, pronto sería el cumpleaños de su Yibo, era una lastima que la cuarentena no le permitiera tener sexo todavía.

—Vamos, que debemos ir a la universidad.

—Ya voy —dijo Yibo con un gruñido. La verdad tenía ganas de quedarse con Zhan y su bebé todo el día. Él también pronto iba a regresar al trabajo y a la escuela.

Xiao Zhan cogió las cosas de Qing Xin y se las dio a Yibo. Él cogió a la bebé y la envolvió en una sábana ligera.

Eran días de reinscripción. Cómo pronto terminaría su cuarenta, estaría a tiempo para regresar a la universidad. Su mamá y su suegra ya habían prometido ayudarle con Qing Xin durante sus horarios escolares para que él no se preocupara demasiado.

Subieron al coche de Xiao Zhan, el pelinegro en la parte trasera del auto. También subieron Wu Jiacheng, Peng Chu Yue y Woodz. Este último tenía la barriga más grande que la que tuvo Xiao Zhan. A su bebé también le faltaba poco tiempo para nacer. En realidad, el médico le había dicho que podía dar a luz a finales de agosto. Woodz iría a la universidad para hacer su reinscripción y solicitar una prórroga de dos meses y medio.

De vuelta en el auto, tanto Wu Jiacheng, como Woodz, se emocionaron cuando la pequeña Qing Xin despertó. A la unicornio bebé le agradaban los brazos de su tío Wu, por lo cual, cuando la cargo, ella se volvió a quedar dormida.

—Es una flojaza —comentó Xiao Zhan —es la segunda vez que se duerme desde que nos despertó a las cinco de la mañana.

—¿A qué se despertó? —preguntó Woodz, un poco alarmado.

—Porque la unicornio quería teta.

La rabieta de Zhan sólo hizo que sus amigos se rieran. Después, el pelinegro observó a su amigo y lo bien que se veía cargando a la bebé. No dudó ni tantito en decirlo lo genial que se verá como padre.

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⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

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