Ella no puede gustarme

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- ¡Buenos días! - dije de buen ánimo entrando en la cafetería.

- ¡Buenos días Liz! - Minnie y Hyunjin me saludaron desde detrás de la barra.

Les di un pequeño abrazo antes de tomar mi delantal mientras Love se acurrucaba en un rincón que los hermanos, con mucho entusiasmo, habían preparado para él.

- He hecho un bizcocho de limón buenísimo - dijo Hyunjin cortando un trozo - pruébalo. - asentí metiéndolo a la boca y deleitándome con el dulce sabor. 

- Vaya, está de maravilla - dije tragando.

- ¿Un poco de café? - me ofreció Minnie. 

- Sería genial, negro, por favor - ella asintió preparándolo y dejándolo sobre el mostrador mientras yo tomaba un par de cajas y las metía en la cocina.

El sonido de la pequeña campana de la puerta nos alertó de la entrada de clientes y rápidamente los hermanos se pusieron a trabajar. Yo tomé de un trago mi café y tomé un par de órdenes dejándolas en las mesas de los clientes.

Levanté la vista, el reloj marcaba ya las 9:15, y justo en aquel momento, volando como un maldito huracán entró aquella chica de cabello dorado, sujeto en un moño mal hecho. Aun así, ella lucía linda.

Su mirada cruzó la mía y no pude evitar sonreír. De hecho, no había podido evitar sonreír desde nuestra salida juntas. Cierto era que no la había visto en todo el fin de semana y a decir verdad, eso había supuesto una pequeña molestia. Había esperado, sin motivo alguno, encontrármela como de costumbre, pero eso nunca ocurrió. Aquello no hizo más que hacer que me preguntara si quizá nuestra salida había terminado por incomodarla.

Batí mi mano para saludarla, pero ella simplemente pasó a mi lado sin mirarme. Reina del hielo a la vista... eso no era bueno ¿no?. Solté aire... no comprendía nada... Yo había percibido que ella se lo había pasado tan bien como yo... pensaba que en algún momento de la noche, habíamos conectado, e incluso había llegado a plantearme que quizá esa estúpida guerra se había acabado y que quizá ahora podíamos ser amigas... Pero la forma en la que tomó su delantal y directamente se puso a trabajar, fue la confirmación de que yo estaba muy equivocada.

Bufé rodando los ojos y me puse a trabajar.

- Hola, ¿me das un café con leche y un trozo de bizcocho? - preguntó una chica con una sonrisa.

- Claro - sonreí de vuelta - Son doce dólares. - ella sonrió tímida y me entregó un billete. Le devolví el cambio y le sonreí - Te llevaré tu pedido a tu mesa - ella asintió y yo rápidamente me puse a preparar su pedido.

Una vez lo tuve todo, lo coloqué en una bandeja y fui hasta hasta la mesa donde aquella chica y su grupo de amigas reían divertidas.

- Aquí tienes - dije colocando sobre la mesa la taza con el café y el plato con el bizcocho. - Disfrútalo.

Noté las risitas que todas ellas soltaron y la mano de aquella chica tirando levemente de mi delantal. 

- ¿Se te ofrece algo más? - le pregunté.

- Oh... pedirte un beso sería demasiado, así que... ¿qué tal si pruebo con tu número de teléfono? - aquello me hizo reír. Aquella chica coqueteaba muy descaradamente.

- Lo siento - sonreí - estoy trabajando. 

Ella me miró fijamente y volvió a detenerme - ¿Qué tal cuando salgas?. - sacudí la cabeza.

- Es un halago, pero... no, lo siento - sonreí y ella asintió.

- Es una pena... estás muy buena - sus ojos me recorrieron entera y aquello me resultó divertido. - Al menos déjame darte esto - dejó sobre la bandeja un par de billetes - por tu carita linda y tu buena atención - me guiñó un ojo.

If you say soDonde viven las historias. Descúbrelo ahora