Decirte adiós

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Presente

- ¿Necesita algo más señorita? - aparté la mirada de aquel mar de agua cristalina que me saludaba hacia el hombre que me hablaba y negué con la cabeza.

- Gracias - él asintió y se marchó dejándome nuevamente perdida en aquellas olas golpeando las rocas.

Cerré los ojos y a mi mente solo vino su rostro... su hermoso rostro... ese que había sido mi devoción y a la vez mi dolor. Suspiré cuando la brisa meció mi cabello, tan suavemente como las caricias que me regalaba... Aún podía sentir las yemas de sus dedos deslizarse por mi rostro, delineando cada parte de él... Aquellos recuerdos eran hermosos, los más preciados que tenía de Rosé.

Dicen que todo lo bueno no dura ¿verdad? ¿Cuánto tiempo hace falta para decir adiós? Quizá menos de un segundo... pero aquel adiós se sintió como una eternidad y dolió más que cualquier otra cosa que había experimentado antes, dolió incluso más que su traición, más que todo lo que eso desencadenó en mí.

Una simple pregunta, hice una simple pregunta... y antes de que contestara lo vi en sus ojos. Y aquello dolió más que la propia respuesta.

Flashback

- Buenos días, amor... - su voz sonaba hermosa, tan dulce como de costumbre.

No pude responder porque sus labios atraparon los míos con dulzura, envolviéndome en esa nube rosa de la que nunca quería bajar.

- Vaya... moriré si sigues besándome así - dije con una sonrisa.

- Moriré si vuelvo a perderte - se aferró más a mí. - Lo siento... lo siento muchísimo Lisa.

Me tensé. Quizá remover el pasado no era una buena idea.

- Rosie... - la aparté ligeramente acomodándome en la cama, apoyando mi espalda en el cabecero. 

- Sé que no quieres hablar de esto, pero tenemos que hacerlo.

- Pero...

- Lisa... - sujetó mi rostro entre sus manos. - La jodí, yo me...

- No lo digas, por favor.

- Me acosté con él - cerré los ojos pero ella acarició mis mejillas. - Pero te juro que eso no volverá a pasar, actué por venganza y te hice daño. Pero te amo y me ocuparé de demostrártelo.

Asentí levemente, sintiendo esas dos punzadas en mi corazón que traté de ignorar. Sus labios se juntaron con los míos y por el tiempo que duró ese beso, olvidé lo demás.

Rosé no se separó de mí en toda la mañana y actuamos como la pareja que habíamos sido en el pasado. Reímos, hicimos el amor, cantamos a todo pulmón, vimos una película, volvimos a hacer el amor y por supuesto, nos dijimos tantos te amo como nos fue posible.

Ella trajo su ropa a mi habitación, y eligió mi traje para la noche. La tan deseada gala de los VMA's. Rosé estaba nerviosa, ansiosa por la actuación y terriblemente feliz por optar al premio. Yo estaba feliz por verla sonreír con aquella alegría que la caracterizaba.

Entre besos y caricias, ella pudo terminar de vestirse y no dejó escapar ninguna oportunidad para dejar más besos en mis labios, limpiando los restos de labial luego con sus dedos y riendo divertida. Eran escenas hermosas que no me preocupé en guardar en mi memoria tan al detalle porque estaba convencida de que se volverían a repetir. Qué equivocada estaba...

La primera punzada que mi corazón experimentó fue cuando salimos de aquella habitación. Rosé besó mis labios antes de salir y caminó directa al ascensor, sin esperarme. Aquella punzada fue leve y la ignoré. Ella estaba nerviosa, y teníamos que darnos prisa en llegar, así que simplemente hice mi camino detrás de ella con la mejor de mis sonrisas.

If you say soDonde viven las historias. Descúbrelo ahora