Epílogo: Si tú lo dices

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Cuatro años después...

Me senté en la cama de aquella gran habitación recorriendo con la mirada cada pared... Estaba exhausta. Había sido un concierto extraordinario en París pero me sentía totalmente agotada y más en estos días...

Me tumbé en la cama y me giré colocándome de lado, levantando la vista hacia la fotografía de aquella mesita de noche... mis ojos se llenaron de lágrimas que me esforcé por reprimir mientras tomaba el marco de aquella foto. Deslicé mis dedos sobre el rostro feliz de mi abuela y sobre el hermoso rostro de Lisa que sonreía a cámara junto a mí. 

Tomé mi teléfono y busqué su nombre entre mis contactos, esperando con cada timbre del teléfono...

- Este es el contestador de Hank y Lisa, si eres Rosé no llames más, estamos ocupados viendo películas y comiendo palomitas. Si eres cualquier otra persona, deja tu mensaje... PIIIIII - reí al escuchar su voz al otro lado del teléfono.

- Idiota - reí divertida.

- Si tú lo dices - suspiré volviendo a tumbarme boca arriba. - ¿Cómo estás? - preguntó.

- Yo... supongo que bien - sonreí levemente. - Cada año es igual de duro que el anterior... ¿es eso normal? Debería ser más leve ¿verdad?. 

Ella suspiró - No es igual para todos, Rosie. Ella era muy importante para ti. 

- A veces me gustaría tenerla aquí conmigo.

- Ella siempre está contigo, tú lo sabes. - sonreí. - Y Hank y yo también. - aquello hizo que mi corazón latiera con más fuerza.

- Ponme a mi bebé - ella soltó una risita y yo alejé el teléfono para tomar la videollamada. - Oh... Hankie - sonreí acariciando la pantalla. El perro levantó las orejas al escuchar mi voz y empezó a olfatear la pantalla pasando por encima de Lisa.

- Me ahogo, Hank - la escuché quejarse divertida. - Hola, ardilla - batió su mano cuando Hank se bajó de su regazo.

- Hola, patito - sonreí.

- Tienes cara de cansada.

- Lo estoy - acomodé la espalda sobre el cabecero de la cama. - Ha sido un gran concierto, pero necesito regresar a casa.

- ¿Cuándo vuelves?

- El viernes creo - dije repasando mi agenda - sí, eso es, el viernes.

- Solo son dos días, puedes hacerlo - sonrió. 

- Supongo... - dije apoyando el mentón sobre mis rodillas.

- Vale... ¿qué es lo que pasa? - me sorprendía de sobremanera que después de tanto tiempo Lisa siguiera conociéndome al dedillo. Pasara el tiempo que pasara sin que habláramos, ella siempre estaba allí y yo siempre estaba allí para ella.

- Mi padre quiere organizar algo por lo de mi abuela... aunque en realidad sé que es un plan encubierto para que mamá y yo estemos en la misma habitación y hablemos... Así que vendrán a Nueva York.

- Suena bien... ha pasado ya demasiado tiempo. Quizá es una buena oportunidad para hablar, Rosie.

- No lo creo - negué con la cabeza. - Ella sigue sin querer saber nada de mi "problema especial". 

Lisa soltó una risita que consiguió sacarme una sonrisa.

- Mira, es una fecha especial... quizá eso os ayude a curar las heridas... te vendrá bien. Y si no sale bien lo de tu madre, siempre podrás centrarte en el enorme banquete - solté una carcajada y negué con la cabeza.

If you say soDonde viven las historias. Descúbrelo ahora