¿Pecas o lunares? ¡Qué más da!

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I fuck cause I need to, I fuck when I want,
I'll fuck you in love, even though it is not,
I'll fucking digest you, one kiss at a time,
You wish I was yours, I hope that you're mine.
-Lurk, The Neighbourhood-

***

-¿Pecas o lunares? ¡Qué más da!- Editado

FLASHBACK

-Verano de 1994-

Despertó sobresaltado en mitad de la noche. Hacía tanto calor que apenas podía soportarlo. A pesar de que los grandes ventanales de su habitación que daban al balcón estaban abiertos, sudaba copiosamente y el fuerte dolor de cabeza que sentía le martilleaba las sienes de una forma bestial. Por no hablar de la sed.

De la maldita sed.

Notó la boca pastosa y reseca, así que decidió bajar a la cocina para beber un poco de agua pero antes de salir de su habitación entró en el cuarto de baño, notando que el calor se volvía más insoportable por momentos. Respirar cada vez le costaba más y las fosas nasales incluso le dolían un poco. No entendía por qué se sentía tan agobiado pero aún así tiró de la cisterna, se lavó las manos para refrescarse, se quitó la camiseta y la arrojó al suelo, quedándose únicamente con los calzoncillos. Luego salió del cuarto de baño, abrió la puerta de su habitación y atravesó el oscuro pasillo. Cuando iba bajando algo adormilado por la gran escalinata percibió la frialdad del mármol contra sus pies descalzos, y aquella sensación lo alivió, le resultó agradable.

Llegó a la planta baja y vio que al fondo, la luz de la biblioteca estaba encendida, lo que quería decir que no era el único que estaba despierto. Repentinamente escuchó la voz de su madre y se acercó un poco más para mirar por el resquicio de la puerta entreabierta.

- ¿Te sirvo una copa? ¿Whisky de Fuego tal vez?- no pudo evitar extrañarse al ver que su madre llevaba un vestido de gala e iba bastante arreglada, y dedujo en seguida que habría salido. Sacudió la cabeza intentando concentrarse en la conversación pero algo captó su atención por completo.

- ¿No tienes suficiente después de todo lo que hemos bebido esta noche, amor?- preguntó el hombre que estaba sentado en una de las butacas, pero él no estaba atento a ese pusilánime ricachón que lo único que sabía hacer era enterrar a su madre en riquezas. No podía dejar de mirarla a ella, que permanecía de pie, de espaldas al hombre, preparando unas copas junto al mini bar pero se extrañó al ver que ella echaba discretamente el contenido de un pequeño frasco en una de las bebidas.

- Toma, cariño- su madre se acercó al hombre y le ofreció una de las copas- Disfrútalo. Seguro que te gusta. Es uno de mis cócteles favoritos. Por cierto, no deberías haber derrochado el dinero de esa forma esta noche. No tenías que haber donado esa cantidad.

- Oh, yo creo que era necesario en un evento tan importante. Pensé que no te molestaría. Estaba convencido de que lo aprobarías. Además, San Mungo necesita más recursos. Les vendrá bien ampliar el hospital- musitó el hombre cogiendo su copa y se la llevó a los labios. Ella lo observó, cogió la suya, se sentó en una butaca frente a él y se cruzó de piernas- Porque haya donado un poco, no me voy a arruinar. Recuerda que precisamente el dinero no es una de mis carencias, amor.

- Lo sé, cariño, lo sé. Como también sé que siempre dices que todo lo tuyo es mío- en la expresión jocosa de ella pudo captarse algo indescifrable. Mientras hablaba jugaba con la copa que tenía en la mano, haciendo que el hielo tintinease- Quiero brindar por nosotros y por nuestro largo futuro juntos.

El príncipe durmiente de las serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora