La locura Weasley

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CAPÍTULO 26: LA LOCURA WEASLEY

FLASHBACK

Él permanecía tumbado, notando la agradable brisa de la tarde acariciándole el rostro y sintiendo la humedad de la hierba bajo su cuerpo. No hacía frío. De hecho la temperatura era muy agradable. Sólo se limitaba a descansar allí, observando como se mecían suavemente las hojas de los árboles.

Ella estaba tumbada a su lado y se había quedado dormida. Su respiración era acompasada, se podía escuchar claramente y de vez en cuando sus dedos rozaban los suyos de forma casual. Algo así sólo había ocurrido un par de veces y cuando sucedía, él aprovechaba el momento para contemplarla en silencio. Desde la primera vez que la había visto la había querido.

Siempre la había querido.

Porque ella podía ver lo mejor de cada uno. Se fijó detenidamente en su precioso rostro y vio que tenía los labios entreabiertos. Su espeso cabello pelirrojo se movía un poco por la brisa que se arremolinaba alrededor de ellos, algo que hacía que ese momento fuese único.

Pero lo que más le gustaba de ella, eran sus ojos. Sus profundos ojos verdes.

Volvió a mirar hacia arriba, a las ramas y al cielo y vio que estaba empezando a oscurecer. No quería hacerlo pero tenía que despertarla. Poco a poco fue incorporándose con los brazos algo adormilados por haber estado durante tanto rato en la misma postura y le movió el hombro muy despacio.

— Despierta— al ver que no abría los ojos, volvió a zarandearla— Lily despierta.

En ese momento la puerta del despacho del profesor de pociones se abrió con un sonido chirriante. Colin Creevey había acudido a ver a Severus porque lo había citado para devolverle su cámara. Ya habían pasado unos cuantos días desde que se la arrebató y estaba desesperado por recuperarla. Ni siquiera había podido dormir por las noches. Sin embargo, cuando entró en el despacho se congeló al ver que Snape lo fulminaba con la mirada.

— Señor Creevey, ¿no sabe llamar a la puerta?— Severus estaba demasiado molesto. Ese estúpido lo había despertado. Ni siquiera podía tener unos minutos de sosiego. Por si fuera poco ese día... era un día funesto.

El maldito día de San Valentín. El día que más odiaba de todo el año.

Tendría que soportar como una panda de adolescentes hormonados se cogían de la mano y se hacían regalos de lo más ridículos. Había soñado con Lily y ahora no podía apartar su imagen de su mente. Estaba algo alicaído, no le apetecía dar clases esa mañana y menos en ese momento que por culpa del fotógrafo se había puesto furioso.

— Ehh, perdone. He venido a por la cámara. Va a devolvérmela, ¿verdad? ¿A que sí? — Colin intentó controlarse pero estaba ansioso por volver a tenerla en sus manos. Vio que el profesor se acercaba a él con parsimonia, dejando escapar un suspiro de cansancio.

— Señor Creevey— dijo dándole la cámara bruscamente— Váyase antes de que cambie de opinión, lo convierta en líquido y lo meta en un frasco.

Colin tragó saliva, abrazó fuertemente su preciado tesoro contra su pecho y al ver que las amenazas del profesor iban en serio, salió disparado de allí.

Snape volvió a cerrar la puerta, se acercó a su escritorio y se sentó. Esa mañana se sentía cansado porque la noche anterior había estado varias horas practicando Oclumancia con Potter.

Con el dichoso Potter.

Si no fuese por Lily, no estaría ayudando a ese mocoso mequetrefe que era idéntico a su maldito padre, pero el chico tenía algo que le recordaba a ella.

El príncipe durmiente de las serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora