El regreso de Blaisiconda

444 32 8
                                    

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene vocabulario soez y escenas con contenido sexual. Si lo leéis es bajo vuestra responsabilidad.

***

-El regreso de Blaisiconda-Editado

Draco escuchaba las voces de sus compañeros amortiguadas, preguntándose qué le habría ocurrido a Blaise y por qué se habría largado tan alterado de la habitación pero él continuaba ajeno a todo, sin sacarse a Granger de la cabeza. Recordando lo que le había hecho en el cuarto de baño de los prefectos. Debía reconocer que se arrepentía. Se sentía en parte culpable, porque en el fondo sabía que se había comportado como un miserable, pero aún así no pensaba pedirle perdón y mucho menos a ella. Ante todo era un Malfoy y los Malfoy jamás pedían perdón. Sin embargo, tuvo la necesidad de verla y se levantó de la cama, porque... quiso saber cómo estaba.

— Draco, ¿vas a buscar a Blaise?— preguntó Theodore al verle salir de la habitación.

Él se apoyó contra el dintel de la puerta abierta.

— Blaise no es mi prioridad en estos momentos. Tengo algo más importante que hacer.

Crabbe y Goyle se horrorizaron. No deseaban estar en ese momento en su pellejo y no podían creer que Draco se atreviese a salir de la habitación con lo que había pasado con Astoria Greengrass y Pansy Parkinson. Desde luego tenía agallas.

Draco pegó un portazo y nada más salir se dio de bruces con ellas en la sala común. Al parecer llevaban rato pululando, esperando a que se dignase a aparecer.

Pansy, en cuanto lo vio, se cruzó de brazos y lo miró con una enorme decepción en los ojos. Junto a ella se encontraba Astoria, con una expresión de hostilidad en su rostro. Daphne Greengrass, en cambio, no estaba.

— Ya era hora, Draco— le espetó Pansy con voz peligrosa — ¿Dónde estabas? Astoria y yo estábamos buscándote para... no sé, montarnos un trío contigo— añadió con mucho desprecio y una gota de sarcasmo.

Draco se tensó. Sabía que tenía asuntos que aclarar con ellas. Que querrían explicaciones. Explicaciones que él no pensaba darles. Además, habían elegido el momento menos oportuno para hablar. No podía entretenerse más.

Astoria, al darse cuenta de que las ignoraba y pasaba de largo, lo retuvo, cogiéndole del brazo. Se fijó en él y vio que estaba más pálido de lo habitual, como si no se encontrase bien, pero no pensaba ser menos dura por ello.

— ¿A dónde crees que vas? ¿Crees que vas a irte como si nada después de lo que ha sucedido? Nos debes una explicación. A Pansy y a mí.

Pansy también lo sujetó y él no pudo avanzar ni un paso más. Draco perdió la paciencia. Le estaban tocando las narices. Tenía que deshacerse de ellas como fuera, así que decidió recurrir a lo que mejor se le daba.

Soltar veneno y mierda.

— Yo creo que todo está muy claro— dijo entre dientes, hundiendo las manos en sus bolsillos — Os estuve usando únicamente porque me apetecía pero me cansé. Es lógico, sois aburridas. Fin de la historia— escupió zafándose con un movimiento violento. No iba a dejar que nadie le dijese lo que tenía que hacer. Nunca más.

Era un puñetero Malfoy.

Pansy, furiosa y al ver que se alejaba, se plantó frente a él impidiéndole el paso y le dio una bofetada tan fuerte que se tambaleó.

— ¡Cómo te atreves!— chilló con rabia pero sobre todo, dolida. No le reconocía.

Pero antes de que Draco pudiera reaccionar recibió otra bofetada por parte de Astoria, aún más fuerte y más agresiva que la anterior. La cara le ardía y conforme iban pasando los segundos notaba como subía la temperatura en esa zona. Acercó la mano a su mejilla, se frotó intentando calmar la parte resentida y luego las miró por encima del hombro, con repulsión. Sonrió falsamente. Se lo merecía, después de todo. Pero ahora empezaba a ser consciente de lo irritante que eran. No entendía cómo había podido tener algo. Con cualquiera de las dos. Se sintió tan colérico que quiso lanzarles un maleficio, pero ante todo era un caballero y tenía educación, algo que sus padres le habían inculcado desde niño así que con toda la voluntad que pudo, intentó que el muro de contención que protegía sus emociones y lo hacía parecer calmado no se rompiese.

El príncipe durmiente de las serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora