¡Feliz cumpleaños, Goyle!

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-¡Feliz cumpleaños, Goyle!-Editado

Cuando el timbre de la casa de los Granger sonó, Hermione corrió a abrir la puerta. Era día 23 de diciembre. Sábado. Lo que significaba que sus amigas llegaban para pasar tres días con ella. Si le hubiesen dicho a principio de curso que ahora se llevaría estupendamente con Lavender, Parvati, Luna y Ginny, seguramente no se lo hubiera creído, porque nunca había sentido que congeniase con ellas. Al menos, no hasta ahora, pero la situación se había vuelto muy diferente, y tenía que reconocer que las había echado mucho de menos durante los últimos días. Sus padres, por otra parte, estaban tan entusiasmados como ella, y es que esa era la primera vez que invitaba a chicas a casa. Su hija siempre les había hablado de Harry y Ron pero nunca de ninguna amiga.

El timbre volvió a sonar y Hermione abrió la puerta. Allí estaban plantadas las cuatro, cargadas de bolsas y mochilas. Lavender, sin duda, era la que más equipaje llevaba.

— ¡Hermione!— gritaron todas abalanzándose sobre ella para darle un fuerte abrazo.

La madre de Hermione, que justamente salía del salón, presenció la escena y no pudo evitar esbozar una sonrisa. A pesar de que sabía que no tenía nada de malo, llevaba tiempo preocupada por el hecho de que su hija sólo se relacionara con chicos y no tuviera ninguna amiga. Sin embargo, desde que había vuelto de Hogwarts ese año, parecía haber dado un cambio bastante importante.

Luna, al darse cuenta de que la madre de Hermione las observaba, se apartó del abrazo y se acercó a ella. Llevaba un pequeño gorro rojo y verde que hacía juego con sus pendientes de rábanos.

— Hola, señora Granger— dijo con una amplia sonrisa.

— Tú debes de ser Luna, ¿verdad?— le preguntó y es que su hija le había hablado de sus nuevas amigas y se las había descrito un poco para que se hiciese una idea. Le había dicho que Luna era una chica especial y dulce a la que le gustaban las criaturas mágicas, que Ginny era la hermana de Ron, por lo que no le resultaría difícil reconocerla y que Lavender y Parvati estaban algo locas y eran muy presumidas pero que, a pesar de todo, también eran buenas chicas.

— Sí, encantada. Espero que no le importe que pasemos aquí la Nochebuena.

La señora Granger negó con la cabeza.

— Oh, por supuesto que no. Estoy muy contenta de que mi hija haya decidido invitar a sus amigas.

Hermione y las demás se acercaron a ellas cuando se les pasó un poco la efusividad del momento.

— Mamá— la llamó, sin dejar de mirar a sus amigas— Éstas son Ginny, Lavender y Parvati.

Y sin más, todas le dieron un fuerte abrazo a la madre de Hermione haciendo que se sintiese un poco cohibida, sobretodo al notar como Lavender se reía a carcajadas, dándose cuenta de que lo que le había dicho su hija sobre ella era cierto pero qué importaba. Ahora tenía amigas. Hermione puso los ojos en blanco y no tuvo más remedio de tirar de Lavender y Parvati para que dejasen a su madre en paz.

— Creo que nos vamos a ir a mi cuarto. Bajaremos para cenar— comentó.

La señora Granger asintió en silencio. Las demás recogieron todas las cosas que habían soltado en la entrada y la siguieron para subir las escaleras.

Cuando entraron en la habitación de Hermione la observaron maravilladas. No era muy grande pero sí acogedora y cálida. Las paredes estaban pintadas de color malva claro y junto a la ventana había un escritorio con un montón de libros, justo al lado de la cama. El lugar transmitía tranquilidad. Las chicas dejaron sus pertenencias junto a un sillón y Lavender se abalanzó sobre la cama sin pensárselo.

El príncipe durmiente de las serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora