-Marcada-Editado
Después de lavarse las manos, Ginny volvió a la torre de Gryffindor. Estaba mareada y el cuerpo le temblaba. Lo que había sucedido la superaba. Zabini había sido un cabrón. Se había aprovechado de ella. Y sentía que, muy a su pesar, la tenía acorralada entre la espada y la pared. Ginny tuvo miedo en ese momento al preguntarse qué iba a ser lo próximo a lo que la iba a obligar. Por otra parte, estaba molesta. Demasiado molesta, porque el corazón le latía a toda prisa, sólo con recordar lo que había pasado. Estaba furiosa con Zabini pero sobretodo, consigo misma.
Cuando llegó a su dormitorio, abrió la puerta con brusquedad. Lavender y Parvati aún no habían vuelto del Gran Comedor pero Hermione estaba allí, completamente empapada, quitándose el uniforme.
Hermione alzó la vista al escucharla.
— Ginny, ¿dónde demonios has estado?
Ginny se tensó, sin saber qué decir. Evidentemente no podía explicarle que le había hecho una paja a Zabini. Que le había tocado la Blaisiconda. Que se la había meneado hasta que él se había corrido en su mano.
— Prefiero no hablar de ello, Hermione. ¿A ti qué te ha pasado? ¿Por qué estás mojada?
Hermione se quedó en silencio un momento. Desvió la mirada y continuó cambiándose de ropa. Arrojó la camisa del uniforme sobre su cama.
— Mejor no preguntes. Estoy cansada.
Ginny la observó y se percató de que parecía desanimada. Suspiró. Desde luego había sido un día de mierda.
— Creo que es mejor que nos olvidemos de todo por hoy— dijo alentándola, intentando animarla un poco porque le preocupaba verla tan triste— Mañana será otro día.
Hermione se puso el pijama, retiró las sábanas y se metió en la cama. Luego apuntó una sonrisa.
— Tienes razón. Será lo mejor. Buenas noches, Ginny.
Lo intentó con todas sus fuerzas. Dormir. Pero cuando Lavender y Parvati regresaron y el silencio de la noche se hizo en la habitación, Hermione fue consciente de que no podía hacerlo. Seguía removiéndose entre las sábanas, sin dejar de analizar la situación. Malfoy le había pedido perdón, a su manera, eso sí. Ella sentía que él estaba arrepentido, que era consciente de que había sobrepasado el límite en el cuarto de baño de los prefectos.
Se sintió mal. Incluso culpable al recordar el momento en el que se había marchado, dejándolo solo bajo la lluvia. Porque sabía que él se había esforzado por arreglarlo y ella no se lo había puesto fácil, pero no podía dejar que su relación siguiera por ese camino. No se trataba de cualquiera. Era Malfoy. Hermione tenía pánico de que sólo quisiera su cuerpo. De que todo lo que había sucedido fuese porque sólo tenía intención de acostarse con ella para luego ir proclamándolo a los cuatro vientos por todo el castillo y humillarla con sus amigos como siempre había hecho, diciendo que se había follado a la sangre sucia.
Hermione apretó los párpados con fuerza al darse cuenta de que estaba delirando. Malfoy no iba a ponerse en evidencia ni tampoco iba a ir contándolo por ahí. Para él, ella ni siquiera era relevante.
Lo harían y Malfoy se olvidaría.
Exhaló con ansiedad. Tenía que pasar página de una vez, así que se prometió que, a partir de ese momento, lo evitaría en la medida de lo posible. Ni siquiera lo miraría. Ni en clase ni por los pasillos. Así no volvería a caer en sus redes.
***
Theodore Nott despertó de madrugada, agitado. No tenía ni idea de por qué pero Pansy, Astoria y Daphne le habían estado persiguiendo durante horas haciendo que su tarde se hubiera vuelto bastante incómoda. Las había visto demasiado acarameladas con él, pululando a su alrededor, preguntándole entre risas sibilinas que si quería estudiar con ellas, o ir a comer o lo que fuese con tal de pasar un rato juntos, y él, desde luego, no entendía a qué se debía aquel comportamiento. Y menos después de haberse enterado del numerito que le habían montado a Draco en la sala común. Llevaba un rato dando vueltas en la cama, pensando en Luna, sin poder apartarla de sus pensamientos. La recordaba, tumbada en aquel diván, apuntando una sonrisa mientras dormía, con aquella agradable fragancia que desprendía y aquel cabello rubio. Tan perfecta, soñando como si nada en aquel lugar que se había convertido mágico para él.
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El príncipe durmiente de las serpientes
FanfictionHermione, Ginny, Parvati y Lavender están cansadas de las continuas humillaciones de Malfoy y sus secuaces. Cuando descubren que Luna Lovegood ha averiguado accidentalmente la contraseña de la sala común de Slytherin, deciden hacerles una visita noc...