CAPÍTULO 5

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—¿A dónde vamos?— pregunté a la soldado.

—No preguntes y solo sígueme— ordenó.

Yo guarde silencio y continué caminando detrás de ella. Esta vez no tenía las manos esposadas, estábamos rompiendo el protocolo ya que hoy no era el día de ir a la otra habitación.

Caminamos por el pasillo. Luego, cuando llegamos a la puerta de acero color negro la soldado sacó una tarjeta y la pasó sobre una máquina que la examinó. La pantalla se puso verde y la puerta se abrió.

Se detuvo y se giró —A partir de ahora las cosas se pondrán tensas ¿Entiendes?— me tocó los hombros.

Yo asentí y mire a mi alrededor. Tres soldados también llevaban a tres chicos iguales a mi —¿Qué haremos?

—Escapar— sonrió —Ahora vas a correr tanto como tus piernas te lo permitan, dirígete hasta la puerta blanca y cuando salgas de aquí corre hacia el bosque.

Asentí siguiendo su orden —Pero ¿Que pasara contigo?

—Estaré bien— sonrió.

La alarma comenzó a sonar. Ellos se habían dado cuenta que nosotros no estábamos en nuestras habitaciones. Pronto los soldados comenzarían a llegar y pronto nos capturarían.

—Corre— susurró. Tomó su arma y comenzó a dispararles a los soldados que entraban por las puertas azules. Yo por mi parte solo la obedecí y corrí hasta la puerta blanca. Los demás chicos también corrían a la misma dirección que yo.

Al salir había unos cuantos soldados, me detuve. Pero los demás chicos utilizaron su poder para derribarlos. Ellos siguieron corriendo, pero yo solo me quede estática.

No quería pasar por lo mismo qué pasó aquel día en el que mataron a mi madre. Mi poder ansiaba salir, así que le cedí y volví adentro. Utilice mi poder para acabar con todos los que atacaban a la soldado. No quería que la lastimaran, me agradaba estar cerca de ella y si algo llegase a ocurrirle estaba segura de que me descontrolaría.

(...)

NARRADOR
Hemos localizado a su hija, señor— habló la chica de cabello rubio.

—¿En serio?— el hombre se encontraba contento. Después de veinte años sus hijos volverían a casa con él.

—Si— respondió la chica —Hace poco la número dos localizó el poder destructivo de su hija menor.

—¿Dónde es que ella se encuentra?

—En una base militar— dijo la rubia —Ya revisé la zona y hay un total de diez soldados custodiando la entrada, en el interior cuentan con alrededor de cien soldados custodiando cada salida. En las habitaciones donde tienen a los mutantes solo hay un soldado dentro.

—Hay que ir por ella— dijo feliz.

—Me temo que ahora no será posible, necesitamos a alguien ahí dentro para ayudarla a salir con bien.

—Trae al número cinco— ordenó el hombre.

La chica asintió y luego salió de la habitación.

Idear un plan para recuperar a la chica era pan comido para el número cinco. El padre de Moira era uno de los mutantes más poderosos del país, nunca nadie se atrevió a meterse con él hasta el día en el que se llevaron a sus tres hijos y mataron a su amada esposa.

Todos le temían al hombre. Todos lo respetaban, bueno, a excepción del gobierno y los altos mandos, todos le temían. Después de que le arrebataron de su lado a las personas más importantes se dedicó a criar a cinco niños que rescató de la calle.

Los cincos pequeños, aparte de tener un nombre, tenían un número. El número identificaba su fuerza y poder, él uno era el más poderoso y así hasta el cinco, el cual era poderoso, pero no tanto como el resto.

El número cinco era inteligente, como ya lo mencioné, idear el plan perfecto era algo simple para él. Ahora bien, todos tenían que seguir el plan al pie de la letra para que saliera todo perfecto.

El plan quedó hecho. El número dos, tres, cuatro y cinco se infiltrarían en las instalaciones. El número cinco era un experto en hackear sistemas y todo tipo de redes en internet, así que le fue fácil registrar los perfiles falsos dentro del sistema.

Cuando todo quedó listo, el plan comenzó a ejecutarse. La número tres fue asignada a la celda de Moira. Cuando las presentaron la chica se quedó sorprendida.

¿En serio ella era hija de un hombre como él?

Moira rebasaba la altura de la chica por mucho y eso que la numero tres era una mujer alta.

Conforme el tiempo pasaba la numero tres se sentía extraña cada vez que Moira la miraba o cada que ella miraba a Moira. Pronto entendió que lo que sentía era atracción por ella. Se estaba enamorando, pero ella no podía tener ese tipo de sentimientos por la hija del hombre que la acogió.

Trato de eliminarlos, pero conforme el tiempo pasaba los sentimientos crecían. El día que el cuerpo de Moira quedó perfeccionado y asesino a la científica la numero tres se dio cuenta de que Moira era igual a su padre.

Cuando Moira trató de suicidarse la numero tres se preocupó por lo que el padre de la chica daría. No había sido capaz de cuidar de ella y ya no merecía seguir teniendo el número que se había ganado con el arduo entrenamiento que había hecho durante años.

Finalmente el día en el que el gran escape se realizaría llegó. La numero tres saco a Moira y la chica comenzó a hacer preguntas. No era habitual que la sacaran de su habitación a esa hora de la noche y mucho menos que la llevaran sin esposas.

Cuando los soldados enemigos comenzaron a entrar, ordenó a Moira que corriera. La orden era que pasara lo que pasara ahí dentro solo debía mantener a salvo a la chica. El tiroteó comenzó y recibió dos disparos, uno en el abdomen y otro en la pierna. La herida del abdomen la desangraba y poco a poco perdía la conciencia.

Moira la miró de lejos y se dio cuenta de su estado. Acabo con todos los enemigos con solo un poco de poder y luego corrió al encuentro de la chica.

Antes de caer al suelo Moira la atrapó y la cargó hasta salir de las instalaciones. Los demás ya se encontraban fuera y luego el número cinco la guió hasta donde se reunirían con el padre de Moira.

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