CAPÍTULO 16

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Alguien tocó la puerta, así que rápidamente acudí a abrir. Al abrir vi que era Morgan, mismo que entró —¿Lista?— preguntó.

—No estoy segura— el nerviosismo abundaba en cada parte de mi cuerpo, tanto que no me dejaba razonar con claridad.

—Tranquila— él me tomó las manos y me miró, tratando de tranquilizarme, cosa que no era posible en ese momento. —Seguro que todo saldrá bien.

—Estoy nerviosa, no se que hacer o decir cuando me encuentre frente a ella.

—Solo se tu misma— acomodó mi cabello. —Estoy seguro que ella no se fijará en esas cosas— me dio una sonrisa.

—Entonces vamos— apreté el puño y trate de calmar mis nervios.

Morgan y yo salimos de mi habitación, pero yo no estaba segura de si la ropa que había elegido era la correcta para presentarme a Victoria; siempre use la misma ropa de siempre, jamás me tuve que dedicar a escoger qué cosa usaría ya que ellos siempre me daban la ropa que yo debía usar.

Salimos de la casa y luego Morgan me guío hasta el jardín, en donde se hallaba una mesa pequeña y dos sillas, una frente a otra. La iluminación era escasa, pero alcanzaba a aluzar el lugar.

Ahí se encontraba Eliza, esperando nuestra llegada. Nosotros caminamos hasta ella y yo permanecí parada al lado de Morgan, mismo que felicitó a Eliza por su trabajo duro.

—Te quedó fantástico— dijo Morgan —En serio que eres la mejor para estas cosas.

—Lo se— Eliza se cruzó de brazos, aceptando con orgullo todas las cosas que Morgan le decía —Yo solo estoy esperando que tu me digas que necesitas una cita con, ya sabes— dijo eso último mirándolo.

—No lo necesito— hablo Morgan —Ya te lo dije muchas veces.

—Hay— Eliza fue a sentarse a una de las sillas —El amor es tan complicado— colocó su brazo sobre la mesa y luego recargó su cabeza en ellos —Si tan solo no tuviera este poder, justo ahora estaría en una romántica cita con algún chico guapo— sus labios liberaron un suspiro.

—Se que algún día encontrarás a alguien con el que puedas estar sin que tu poder te lo impida— Morgan la animo, ya que ella comenzaba a ponerse un poco triste.

Mientras ellos charlaban sobre sus cosas yo esperé impaciente a que Victoria llegara. Ya quería ver lo linda que seguramente estaba.

Al poco rato ella salió y se acercó a donde nosotros nos encontrábamos.

—Mi querida Victoria— Eliza se puso de pie, al igual que Morgan —Me alegra mucho que estes aquí— sonrió y se acercó a ella. —Planeé esto desde hace mucho— tomó sus manos y la llevó a sentarse, de igual manera a mi también me hicieron sentar, quedando yo frente a la hermosa de Victoria. —Disfrútenlo— tomó el brazo de Morgan y ambos se fueron.

No, por favor, no me dejen sola aquí con ella. Si antes estaba nerviosa, ahora me encontraba mucho más nerviosa que al inicio. Mi mente estaba repleta de pensamientos, pero no salía palabra alguna.

—Entonces— dijo ella —¿Qué sigue?

—No lo se— mire en otra dirección, para que ella no lograra ver mi sonrojo. El silencio que se formó después de eso me daban ganas de salir corriendo, pero permanecí ahí porque en verdad tenía ganas de decirle a Victoria lo mucho que la amaba.

—La cena esta lista— la cocinera y la mucama llegaron a donde nos encontrábamos y comenzaron a servir la comida que llevaban. Ellas salvaron el momento, rompiendo el silencio que se había formado.

—Esperamos que les guste— habló Olivia —La señorita Eliza eligió el menú.

—Gracias— dijo Victoria con una sonrisa, lo cual me hizo sentir un mar de emociones dentro de mi.

Cuando ellas terminaron de servir la cena se retiraron y volvieron a dejarnos solas. Yo comencé a comer y Victoria hizo lo mismo, la comida estaba deliciosa, así que lo termine todo y no deje nada en el plato.

Al término de la cena, yo fui la primera en terminar de comer, así que espere silenciosa a que ella también terminara.

La incomodidad se notaba en ambas, así que decidimos huir de ahí. Nos pusimos de pie y comenzamos a caminar por el largo y amplio jardín.

—Entonces— decidí iniciar una conversación, mientras caminábamos —¿Cómo te encuentras ahora?— hice la primera pregunta que se me ocurrió.

Ella me miró —Creo que bien— respondió.

—Que idiota— susurré mara mi, tratando de hacer que la tierra me tragara. —Yo no se como conversar contigo— la mire —Cada que me encuentro cerca de ti me siento extraña y me gusta que estés cerca.

—¿Qué intentas decir?— pregunto ella.

—Que me gustas y quiero salir contigo— solté rápidamente, antes que mis pensamientos volvieran a revolverse y las palabras se esfumaran.

—Ah— su rostro se enrojeció y miró en otra dirección —Que directa eres— siguió mirando en otra dirección.

—Yo no quise hacerte sentir incómoda, lo siento.

—No es eso— me miró —Es solo que tu confesión me tomó por sorpresa.

—Lamento eso.

—Bueno— me miró directo a los ojos —Yo también me siento de la misma forma que tu— agacho la mirada por unos segundos —Jamás pensé que tú pudieras sentir algo por alguien como yo— miró en otra dirección, el nerviosismo comenzaba a formarse en ella —Por eso planeé ocultar estos sentimientos.

—Oye— la tomé de los hombros —mírame— la tomé de las mejillas —No debiste pensar en algo como eso en primer lugar.

—Para ti es fácil decirlo— susurró mirándome de nuevo a los ojos. Yo me mantenía mirándola y algo dentro de mi me hizo querer besarla.

¿Por que no hacerlo?

Mi impulso me pidió hacerlo, así que me acerque rápidamente a sus labios y los besé, apasionadamente y declarando en ese momento que a partir de ahora ella sería mía y aquel que tratara de tocarla o lastimarla pagaría caro sus acciones.

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