CAPÍTULO 10

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Victoria Duck

El lugar en el que la señorita Moira se encontraba estaba en malas condiciones. Examinado de cerca note que la habitación era demasiado pequeña. La bañera no tenía división y se podía ver el cuerpo desnudo de la chica. Una cama individual en la esquina, junto al baño. Una mesa de ajedrez, su juego favorito. Una mesa junto al cristal para que le entregaran su desayuno, el cual era menos de la cantidad adecuada. Por último había una mesa junto a la ventana, ahí se ponía a leer los libros que le daban, por lo regular eran de anatomía o medicina.

Dentro de las instalaciones ella tenía el número 102. Que diferente a las demás instalaciones, la representaba por su capacidad, entre más alto el número, más poderosa.

La rutina llevada ahí era muy estricta, o al menos ella lo hacía ver de esa forma. Siempre se levantaba en cuanto los rayos de sol entraban por la ventana, iba directo a la ducha y tomaba un baño, cuando terminaba de alistarse iba a la mesa y esperaba su desayuno. Las muchachas siempre lo llevaban a la misma hora y se lo entregaban, Moira lo devoraba, la muchachas tomaban la charla de regreso y salían por donde llegaban.

Acabado el desayuno Moira tomaba rumbo a su escritorio y permanecía ahí hasta que anochecía, una vez las luces de la habitación se encendían ella se encaminaba al tablero de ajedrez y comenzaba a jugar, al principio jugaba conmigo, pero después de un par de días ella comenzó a jugar sola. Cuando el sueño la vencía volvía a su cama y se cubría con la manta antes de dormir.

Esa era la rutina de todos los días.

Algunos días, esto específicamente los días viernes una científica entraba a la habitación. Moira llevaba un protocolo estricto y en cuanto la mujer entraba ella ya debía estar parada en la marca X del suelo, la esposaban para mantener la seguridad de la científica, después la llevaban a la cama y ahí la ataban, ya que la científica inyectaba algún tipo de medicamento en sus ojos. Esto con la finalidad de volverla poderosa.

En cambio, otros días. Los días lunes. La sacaban de la habitación para llevarla a otra en donde le tomaban muestras de su ADN.

Una vez la científica aprobó que ella estaba lista los altos mandos del laboratorio la venderían como un juguete a alguna persona rica o con poder en la sociedad.

En el momento que escuché aquello la saqué de ahí, me puse de acuerdo con el número cinco y planeamos el rescate. Los demás chicos siguieron el plan y logramos sacar con bien a Moira y a los demás mutantes que tenían ahí.

Tina no se encontraba entre los mutantes que tenían ahí y al parecer ella ya había sido vendida hace varios años atrás.

(...)

NARRADOR

Aquí está mi informe— Victoria entro a la habitación de Adam después de que el mismo le había autorizado que lo hiciera. Estiró el folder, Adam lo tomo y seguido de eso Victoria se dispuso a marchar.

—Espera— Adam la detuvo —Quiero hablar contigo, hace mucho que no lo hacemos.

Victoria se detuvo y se giró, regreso y se sentó en la silla que Adam le señaló —¿Sobre que quiere hablar?

—¿Cómo te sentiste ahí dentro?

—Bueno— Victoria susurró y agachó la cabeza —No quisiera haber estado en su lugar. Ellos la trataban como una rata de laboratorio.

—Y ¿Cómo te sentiste al verla?

—Yo no se.

—Entonces ¿Por qué tus pensamientos están revueltos?

—Dijo que no entraría a nuestra mente sin nuestro consentimiento— Victoria lo miro molesta.

—Lo siento, pero tenía que saber con exactitud todo lo qué pasó ahí dentro— Adam continuó husmeando en la cabeza de Victoria. —¿Te enamoraste de ella?— pregunto al encontrar aquel recuerdo dulce de Victoria.

La chica lo miro nerviosa, ¿Que iba a pasar con ella? Se había enamorado de la hija de su salvador y eso era un pecado —Si— susurró, no podía negar sus sentimientos ya que él podía leer lo que estaba pensando justo ahora. —Yo lo siento, pero me fue inevitable no hacerlo.

—No tienes porque preocuparte— Adam tomo el hombro de la chica —El que ella te guste no tiene nada de malo— la soltó y le dio un sorbo a su té —Cuéntame ¿Que fue lo que te llamo la atención de mi hija? ¿sus ojos? ¿Sus labios? O acaso fue ¿su cuerpo?

—Yo no se como fue que comencé a sentir esto hacia ella. Me gustaba mucho mirarla hacer sus cosas, cuando ella sonreía algo en mi interior se alegraba. Quiero verla feliz, pero yo no soy una buena candidata para tenerla.

Adam río y dejó su taza de té en el buró al lado suyo —¿Que te hace pensar que no lo eres?— la miro —Eres la mejor para tener a mi hija, aún conociendo su verdadera naturaleza tu la amaste y jamás la viste como un monstruo— el hombre sonrió alegre —Si ella esta de acuerdo y te elige a ti, yo apoyaré su relación sin importar quien más se oponga.

—Yo no podría nunca...— la chica fue interrumpida por el hombre.

—Deja de pensar en cosas sin sentido. Por el hecho de que sea mi hija no cambia nada en ella, así que ve por ella y conquístala, yo estaré aquí, apoyándolas en todo.

—Yo debo agradecerle por todo lo que ha hecho por mi— Victoria lo miro con una sonrisa —Gracias por salvarme y dejarme estar al lado de la mujer que me gusta— se puso de pie y seguido de eso se dirigió a la puerta para poder salir de la habitación.

La felicidad irradiaba en ella, ahora que su salvador le había dado su permiso ella podía conquistar a Moira y salir con ella.

Eso era algo simplemente maravilloso.

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