CAPÍTULO 19

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A la mañana siguiente, fui de las primeras personas en levantarse. No quería faltar al entrenamiento, ni mucho menos llegar tarde. Si viviría en esta casa debía seguir las órdenes de mi abuelo y la puntualidad era algo que a él le agradaba.

Si deseaba llevarme bien con él debía hacer todo lo que a él le guste, todo lo que él ordene.

Me aliste y baje al comedor, para esperar a los demás y desayunar, después ir al entrenamiento y finalmente hacer algo que me mantuviera ocupada. Ensayar el baile de mis clases, por ejemplo.

Después de un rato mis abuelos y Liam llegaron al comedor y las trabajadoras llevaron el desayuno. —Buen provecho— dijo mi abuelo antes de comenzar a desayunar.

Al término del desayuno, como siempre lo hacía, espere a que los demás terminaran su desayuno y una vez lo hicieron, mi abuelo se puso de pie, sin decir palabra.

Mi abuela nos miró a Liam y a mi y sonrió —Su entrenamiento está programado a las diez de la mañana, aún queda media hora, así que vallan a alistarse.

—Si, abuela— Liam asintió, limpio su boca con la servilleta, la puso sobre la mesa y se puso de pie —Me retiro entonces.

Eso solo nos dejó solas a ella y a mi. El nerviosismo se intensificó cuando me miró —Me retírate también— dije tratando de irme.

Me puse de pie, pero fui detenida por ella —Espera— dijo mientras se ponía de pie ella también —¿Por qué no salimos a dar un paseo al jardín?

Yo asentí, ya lo había dicho, mientras estuviera en esta casa tenía que hacer cualquier cosa que se me ordenara.

Ella se acercó a mi y me tomó del brazo, después comenzamos a caminar, hasta salir de la casa. El clima era agradable, el viento soplaba y rosaba mi rostro. Lo disfrutaba, había olvidado lo bien que se sentía ser libre.

—Eres tan parecida a tu madre— mi abuela me miró y yo volteé a verla —Tus ojos y cabello son iguales a los de ella. Cuando te miro, pareciera que estoy viendo a mi preciada Esmeralda— sonrió nostálgicamente.

—Yo no tengo recuerdos de mi madre— mire en otra dirección —No soy capaz de mirar su rostro en mis recuerdos— me detuvieras y agache la cabeza —Tal vez es porque ella murió por culpa mía.

—No fue culpa tuya— ella me miró y tomó mi mejilla —Deja de pensar eso, eso no debe atormentarte. Tu madre murió porque los cobardes de los superiores ordenaron la lluvia de balas— su rostro comenzó a tener frustración —Ellos sabían que ella era mi hija y que no era un mutante, pero aún así decidieron atacarla. Sabían que eso detendría nuestros planes a futuro y eso era lo mejor para ellos.

—Aún duele, abuela— libere las lágrimas que se habían formado —Si yo no hubiera sometido a ese niño, él no habría ido a acusarnos y, tal vez, ahora mi madre aún estaría aquí.

Ella limpió las lágrimas que se habían quedado estancadas —Tranquila— sonrió —Eso ya es pasado, no sirve de nada recordarlo— me acercó a ella y me dio un abrazo.

Su abrazo fue el abrazo más reconfortante que había recibido hasta ahora, este estaba lleno de amor, de cariño por mi. Yo también la abracé y no quise despegarme de ella, hasta que me tranquilice. —Gracias, abuela— susurre con una sonrisa.

—Ahora vamos a tu entrenamiento— volvió a tomarme del brazo y caminamos hasta una enorme habitación vacía. Esta estaba descubierta, solo había vidrios enormes que dejaban ver todo lo que pasaba dentro de la habitación. El techo estaba pintado de color blanco y en la pared que no había vidrio había un enorme espejo, el cual dejaba ver mi cuerpo completo. Ahí ya se encontraba mi abuelo y Liam.

Una vez llegamos, un hombre joven, abrió la puerta y nosotras entramos. Mi abuelo me miró fulminante, había olvidado cuanto me odiaba. —Llagas tarde— dijo molesto.

—Lo siento— agache la mirada.

—Espero no se repita de nuevo— se acercó a mi y caminó hasta donde mi abuela se encontraba —Den inicio al entrenamiento.

El hombre que nos entrenaría se paró en frente de nosotros y nos hizo una demostración de lo que aprenderíamos.

Eso era, incluso, más difícil que el baile que tenía que aprender. Nada era imposible, tenía que dar lo mejor de mí para sorprender a mi abuelo y, por primera vez, obtener su aprobación.

—Ahora— caminó hacia nosotros —Ustedes dos practiquen lo que acaban de ver.

Liam y yo nos pusimos uno frente al otro y esperamos a que el hombre nos autorizara comenzar. Él ordenó y Liam atacó primero.

Yo no reaccioné al instante, mi mente se bloqueó, recordé lo que sucedió en el laboratorio con la mujer, y cuando reaccioné, ya me encontraba sometida en el suelo.

¿Qué había pasado conmigo? ¿Por qué eso había llegado de repente?

Debía tomarle la menor importancia a eso, solo debía liberarme de él y ganarle la batalla.

Su fuerza superaba a la mía y me fue imposible liberarme. Tenía que encontrar su punto débil y atacarlo. Cuando lo encontré traté de atacarlo, pero él logró cubrirse y no pude hacerlo. Él dejó al descubierto otra de sus debilidades, así que ataque rápidamente y en un veloz movimiento me libere de él.

Me miró, pero su rostro solo decía que debía atacarme y eliminarme, eso me dio un poco de miedo, así que retrocedí, pero él me siguió y atacó, con un golpe fuerte y directo a mi abdomen, lo cual hizo que mi vista se nublara.

—Suficiente, detente— dijo el hombre acercándose a él, pero Liam lo venció rápidamente.

—Liam, alto— dijo mi abuela, pero él solo siguió atacándome.

Mi mente se sintió invadida y de entre mis recuerdos apareció el de mi madre siendo asesinada. El dolor que me provoco hizo que mi poder saliera. Descubrí que Liam poseía casi la misma habilidad que yo.

Ahora la lucha era entre dos personas sin raciocinio, que tenían en mente terminar con su oponente. ¿Quien ganaría? No se podía definir, nuestras habilidades eran invencibles.

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