—Entonces... ¿Tu primera cita con Nathan fue todo un éxito? —pregunta Gina, mirándome mientras le da un sorbo a su humeante café.
Frunzo el ceño, confundida.
—¿Cómo es que te enteraste que salí con él?
—Bueno... —deja con cuidado la taza sobre el plato de porcelana—. Nathan le contó a Dave que salieron. Y por lo que le dijo, se ve que todo salió de maravilla.
—¿Ya te dió el anillo? —se apresura a preguntar Amelia, con evidente interés.
Gina se adelanta:
—No, aún no se lo ha dado. Pero estoy segura de que será pronto, o al menos eso le dijo a mi esposo —me guiña un ojo.
—¡Qué emoción! —exclama Amelia, dando pequeños aplausos—. Ojalá las demás chicas estuvieran aquí para escuchar la noticia.
—¡Ya sé! —se queja Gina—. Pero Elina tuvo que ir al salón a hacerse una manicura, y Margot... —suspira con cierto pesar—. Ya saben, está trabajando —dibuja comillas en el aire.
—¿Todavía se ve a escondidas con el hombre casado? —le pregunta Amelia con intriga.
Gina asiente con la cabeza.
—Si, ya le dije que está mal lo que está haciendo. Pero ya la conocen —hace una mueca—. Siempre ha sido una fácil.
—La verdad si —responde la otra, dándole un mordisco a su panqué integral—. Recuerdo que en la universidad siempre estaba con alguien diferente cada fin de semana. Me sorprende que a este punto no haya quedado embarazada.
—Lo peor es que el hombre con el que anda Margot, trabaja con Dave. Y a veces su esposa nos invita a cenar —se lamenta—. Ella es un encanto, ¿saben? Es muy difícil guardar un secreto como ese, pero tengo que protegerla.
—Si amiga —Amelia pone su mano libre sobre la de Gina, a manera de consuelo—. Es demasiada carga emocional para ti.
No me molesto en comentar algo, sólo bebo de mi taza de café mientras ellas siguen hablando.
Pero de repente, ellas parecen ver lo mismo que yo. Porque se quedan calladas de inmediato.
—¡No puede ser! —Gina se lleva una mano a la boca, mientras baja la voz—. Margot está aquí. Algo debe andar mal.
Veo que ella se dirige a nuestra mesa, esquivando a las demás. Cuando llega, me percato de que está llorando.
—¡Definitivamente esto es lo peor que me ha pasado! —se quita el largo y ondulado cabello rubio de la cara. Se le ha corrido todo el maquillaje, dándole un aspecto aún más lamentable.
—¿Qué ocurrió? —pregunta Amelia con preocupación.
—Es Cameron —solloza, se sienta junto a Gina—. Me prometió que iba a dejar a su esposa por mí, y que sólo estaba esperando el momento para pedirle el divorcio pero... —se le rompe la voz. No consigue seguir hablando.
Respira profundamente, como si quisera intentar calmarse. Y continúa:
—Resulta que su esposa está embarazada —se lamenta-. Y...
Vuelve a echarse a llorar.
Gina se acerca a abrazarla casi de inmediato. Le dedica una mirada seria a Amelia.
—Cómo te enteraste del embarazo? —le pregunta Gina, de manera comprensiva.
—Hoy, cuando estaba con Cameron en su oficina —hipea—, se cayeron unos papeles del escritorio. Y cuando los recogí, vi que era un ultrasonido —se limpia las lágrimas, pero es inútil. Le salen muchas más. Amelia y Gina la bobardean con cientos de palabras de consuelo y consejos mientras sigue llorando. No parece haber algo que consiga calmarla.
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Espero verte de nuevo
RomanceÉl es el hombre con el que ella quiere estar, más no con quien puede estar. Muchas personas creen que los matrimonios arreglados eran cosa del pasado. Pero, eso no es del todo cierto. En medio de un ambiente lleno de engaños, frivolidad, hipocresía...