Capítulo 20

402 21 0
                                    

Me limpio las lágrimas con la sábana, y trato de controlarme.

Preston me mira, expectante. Esperando una respuesta.

Bajo la mirada al anillo plateado que tiene un diamante en el medio.

¿Qué se supone que le diga?

¿Qué no?

Él dijo que nunca iba a casarse, y me hice a la idea para evitar ilusionarme con algo que jamás iba a suceder. Pero ahora, acaba de pedirme matrimonio. Y no sé qué hacer.

Sujeto las mantas con fuerza, y me cubro más con ellas.

—¿Qué hay del contrato de nuestros padres? —pregunto, con apenas un hilo de voz.

—No me importa ese estúpido contrato, sólo te quiero a ti —asegura, mirándome a los ojos—. No quiero que te cases con Hamilton. He estado pensado en esto más de lo que crees, y no quiero perderte. No puedo permitirlo.

—Si mis padres se enteran de esto... —ni siquiera me atrevo a pensarlo—. No quiero que te pase algo malo.

—Huiremos, nos iremos lejos.

¿Huir?

¿Está hablando enserio?

—Eso significa dejar todo y a todos atrás —le recuerdo—. Es comenzar de nuevo.

Él me sonríe y asiente con la cabeza, no hay rastro de duda en él. Parece saber lo que está haciendo.

—Lo sé —me acomoda el cabello detrás de la oreja—. Y será un placer comenzar una nueva vida contigo a mi lado.

Preston está dispuesto a dejarlo todo por mí. Todo para que estemos a salvo.

Y ahora lo sé. Al mirarlo a los ojos, puedo asegurar sin ninguna duda que él me ama. Si alguna vez dudé, si creí que él podría dejarme por alguien más, ahora me retracto.

Nunca me imaginé que podría llegar a casarme con Preston. Pero ahora que lo veo frente a mí con ese anillo, me permito soñar con nuestro futuro juntos.

—¿Podrás aguantarme por tantos años? —le pregunto, mucho más tranquila—. Esto es para siempre.

Me sonríe, y noto alivio su mirada.

—No importa qué tanto me enoje contigo, nunca voy a dejar de amarte. Jamás voy a abandonarte.

Saca el anillo de la cajita.

—¿Y si no quiero tener hijos?

Se detiene, y me mira.

—Cuando estés lista para tenerlos, yo también lo estaré. Lo único que quiero es estar contigo y nada más.

Sonrío.

Le extiendo mi mano izquierda y no puedo evitar que me tiemble por los nervios.

Él la toma con seguridad, y desliza lentamente el frío anillo plateado hasta dejarlo puesto en mi dedo anular.

Toma mi cara entre las manos, y se inclina para besarme.

—No puedo creer que vas a ser mi esposa —murmura.

—Ni yo —le acaricio la mejilla.

Volvemos a acostarnos, y lo abrazo mientras recargo la cabeza en su pecho. Estiro la mano, y miro el anillo sin poder creer del todo que esto esté pasando.

—Tenemos que planear muchas cosas —le digo—. ¿Cuándo quieres que nos casemos?

—No lo sé —me acaricia el hombro con suavidad—. ¿Nos vamos primero o hacemos la boda antes de irnos?

Espero verte de nuevo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora