Capítulo 17

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Me detengo frente a la puerta de madera y toco el timbre.

Poco después, Preston me abre y me sonríe.

—Llegaste temprano —se acerca para besarme, y pone las manos en mi cintura—. Ya está lista la cena.

Alzo una ceja.

—¿Tan rápido?

Asiente con la cabeza.

—Entra.

Dejo la mochila en el sofá, y miro la caja de pizza que está en la mesita de centro.

—No puedes estar hablando enserio —me río, y lo miro—. Esto es trampa. No cuenta como cena hecha por ti.

—Sigue caliente —se defiende—. No me dió tiempo de preparar algo, pero es la mejor pizza de la ciudad.

—Te perdonaré esta vez —me siento—. Pero sólo porque muero de hambre.

Él pone Friends mientras cenamos. Pero no le sube demasiado a la televisión, tal vez para que podamos hablar.

—¿Qué tal tu día? —pregunta.

—Terrible —admito—. Muchos papeles que revisar... —suspiro—. Estoy exhausta. Me imagino que estás igual.

Asiente con la cabeza.

—Seguro soñaré con números —sonríe—, no puedo ni mirar el celular ahora.

Hago el esfuerzo por mantener los ojos abiertos mientras veo cómo Will le dice a Rachel que hizo su vida miserable durante la preparatoria, y que Ross la odiaba tanto como él. Y de repente, Preston voltea a verme.

—Deberíamos ir a la playa —propone.

—¿Qué? —me río—. ¿Ahora?

—Ahora.

Dejo el plato vacío en la mesita, y vuelvo a acomodarme en el sofá.

—Ya está oscuro, y la playa está muy lejos de aquí.

—Entonces vámonos de vacaciones.

Sonrío.

—¿Si? ¿A dónde?

—¿Hawaii?

—Ya casi es invierno —le recuerdo.

—Pero allá no hace frío como aquí.

—Lo sé. Sonará extraño, pero eso de ir a la playa cuando aquí hace frío no es lo mío.

—Entonces vamos a un lugar con nieve.

—¿A los Alpes suizos?

Hace una mueca.

—Tal vez no tan lejos.

—¿Alaska?

Se ríe.

—Podría ser Nueva York. Me gusta ir cuando es invierno.

—Buena idea. No he ido mucho allá, pero me gusta.

Se me acerca, y me acaricia el brazo.

—Vámonos —dice—. Ahora.

Suspiro.

—No lo sé, Preston. Tú tienes trabajo, y sería sospechoso si desaparecemos de la nada.

—Entonces no volvamos. Nadie nos encontrará ahí.

Sólo me lo quedo viendo. No quiero hacerme falsas ilusiones.

—¿Seguro que podrías dejarlo todo para escaparte conmigo? —no me contesta—. Tus amigos, tu familia, tu trabajo... ¿Tu vida?

Espero verte de nuevo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora