Alzo un poco la cara, y miro el reloj que está sobre la mesita de noche. Me altero al ver que se me hace tarde para ir al trabajo.
Intento levantarme, pero siento que Preston desliza su brazo por mi cintura, y deja un beso en mi hombro.
—¿Qué? ¿Ya tienes que irte? —me pregunta.
—Si, debo ir al trabajo —le acaricio la mano—. ¿Lo olvidas?
Escucho que se queja.
—No lo sé —su mano se desliza por el interior de mi muslo, y me estremezco—. Pensé que podríamos aprovechar la mañana de otra manera.
Le tomo la mano, impidiendo que avance más. Y se acerca tanto, que siento su pecho contra mi espalda desnuda.
—No me has dicho qué vamos a hacer —le digo, y noto que se tensa—. La boda es en tres meses.
—Si hablamos de eso.
Giro sobre la cama, y lo miro.
—Por supuesto que no —frunzo el ceño—. Te pregunté, ¿qué vamos a hacer? Y tú sólo me trajiste a la habitación e hiciste que me olvidara del asunto con sexo.
Se ríe, y me acomoda el cabello detrás de la oreja.
—No te oí quejarte —sonríe—. Todo lo contrario, incluso pedías más.
Le doy un manotazo, y él vuelve a reír.
—No es gracioso —intento parecer ofendida, pero termino sonriendo.
Nos quedamos viendo, y noto que él intenta ocultar a toda costa su preocupación detrás de esa sonrisa.
Él, como siempre, intentando demostrar su entereza ante las situaciones difíciles. Quisiera que no tuviera que hacerlo conmigo.
Quisiera que él confiara lo suficiente en mí, para no tener que pretender ser fuerte todo el tiempo.
Le acaricio la mejilla, y vuelvo a ponerme seria. Él me besa la mano.
—¿Qué haremos? —repito.
Suspira.
—Nos iremos un poco antes de lo planeado. Sólo necesitamos buscar un departamento donde quedarnos.
—Fácil.
—Si que lo es —toma su celular del buró, y en el buscador escribe departamentos en Nueva York—. ¿Cuál te gusta más?
—¿Haremos esto ahora? —frunzo el ceño—. Llegaremos tarde al trabajo.
—Eso puede esperar. Ahora necesitamos elegir dónde vamos a vivir —se sienta en la cama—. Para que vaya a Nueva York cuanto antes a verlo en persona, y comprarlo.
Sonrío.
—¿Así de fácil?
Asiente con la cabeza.
—Será mejor tener el departamento cuanto antes. Y así podremos irnos cuando queramos.
—De acuerdo.
El tiempo se nos pasa volando, y casi sin darme cuenta, me quedo toda la mañana con él.
Desayunamos en la cama, y Preston trae su laptop para seguir viendo departamentos. Tardamos un buen rato en decidirnos por uno, pero conseguimos ponernos de acuerdo y elegimos uno que está cerca de Central Park. Es amplio, no demasiado grande, y es perfecto para nosotros.
—Misión cumplida —me dice cuando cuelga la llamada con la encargada de bienes raíces—. Iré en unas semanas a verlo para decidir si nos quedamos con ese o buscamos otro. Ahora sólo tengo que llevar a mi prometida allá y planear una boda.
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Espero verte de nuevo
RomantizmÉl es el hombre con el que ella quiere estar, más no con quien puede estar. Muchas personas creen que los matrimonios arreglados eran cosa del pasado. Pero, eso no es del todo cierto. En medio de un ambiente lleno de engaños, frivolidad, hipocresía...