Capítulo 14

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Sonrío al sentir los labios de Preston en mi hombro desnudo.

Sus brazos me aprietan un poco más la cintura, me estremezco al sentir su respiración rozarme el cuello.

Ya llevamos un tiempo despiertos, sentados sobre la cama, él detrás de mí. Ninguno de los dos parece tener la intención de levantarse e iniciar el día.

—Nunca había notado que tienes un lunar aquí —susurra, y sus labios besan un punto sensible de mi cuello, cerca de la nuca—, es lindo.

Siento cosquillas, e instintivamente inclino la cabeza para que deje de besarme.

—¿Enserio te da cosquillas? —por el tono de su voz, adivino que sonríe.

—Si —le digo, él continúa besándome ahí—. ¡Ya, Preston!

—¿Por qué? Me gusta escuchar tu risa.

Giro un poco la cara, sostengo la suya con la mano y le beso la mejilla.

Y a pesar de que me gustaría quedarme otro rato en la cama, me cubro con la sabana blanca y me levanto.

Ya es algo tarde, y tengo hambre.

Me acerco a mi maleta. Volteo a verlo al sentir su mirada sobre mí.

—¿Qué tanto me ves? —pregunto divertida.

—No puedo dejar de verte —me sonríe—. Eres preciosa.

—Si, ya —me sube el calor a la cara—. Mejor vístete, que ya me ha dado hambre.

Él se levanta, sin molestarse en cubrirse, y me sonríe mientras se me acerca.

—Te prepararé el desayuno —me besa—. Pero primero acompáñame a tomar un baño.

Me acaricia la mejilla, sin dejar de mirarme.

—Está bien, pero te toca lavar los trastes.

Me sonríe.

—Trato hecho.

• • •

—No estés nerviosa —me dice Preston, mientras pone los platos en la mesa del comedor—. Ellos seguro te agradarán.

Tomo la caja de pizza, y la coloco en medio de la mesa.

No puedo creer que no nos haya dado tiempo para cocinar algo.

—¿Enserio crees que comer pizza sea lo mejor? —frunzo el ceño.

—¿Por qué no? —pone los vasos—. A ti te encanta la pizza, y sabes que no nos daba tiempo de preparar algo. Parecía que no estabas dispuesta a dejarme salir de la cama.

Me río.

—Por supuesto que no, tú eras quien no quería soltarme. Todo fue culpa tuya.

Lo veo sonreír, y sigue acomodando la mesa.

—Tienes razón —se me acerca—. Pero si no hubiera sido por eso, no hubiéramos aprovechado el resto del día en mi habitación.

Le doy un empujón amistoso.

—Ya, mejor apúrate a acomodar esto antes de que lleguen —le digo.

Casi al instante, se escucha que alguien toca el timbre. Y me pongo más que nerviosa.

Preston se acerca a la puerta, y me tenso al ver que entra Logan Hawthorne con su esposa.

¿Qué hace él aquí?

No sabía que era tan buen amigo de Preston.

Esto sí que va a ser incómodo, porque él fue novio de Elina por mucho tiempo y por supuesto que convivimos. Y lo peor de todo, es que también vino su esposa.

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