No puedo asegurar nada, pero tengo la sospecha de que Nathan ni siquiera llegó a dormir anoche.
Dudo mucho que se haya levantado antes que yo, aunque es una posibilidad. Pero no lo creo, porque seguramente él no hubiera dudado ni un segundo en reclamarme por no haber dormido con él.
—Ya llegamos, señorita Ewart —me avisa el señor Johnson, un chofer de los Hamilton.
Cuando la señora Hamilton se enteró de que acostumbro a andar en taxis por la ciudad, se horrorizó, y obligó a su esposo a que me asignara a uno de los choferes que están a su disposición.
Nunca le pido al señor Johnson que vaya por mí al trabajo, pero me da la impresión de que tiene la estricta inidcación de venir por mí puntualmente, y de recogerme cuando salgo de la oficina. Porque siempre lo veo ahí a pesar de que nunca se lo he pedido.
—Muchas gracias señor Johnson —abro la puerta—. Nos vemos el lunes.
—Sabe que puede llamarme siempre que necesite que la lleve a algún lugar, ¿cierto?
Sonrío.
—Si, muchas gracias —bajo del auto negro, y me dirijo a la casa.
Lo primero y lo único que me recibe, es el silencio. Al parecer Nathan todavía no ha llegado.
De repente aparece la señora Miller, y me sonríe.
—Señorita Ewart, que bueno que ya ha llegado a casa —luce un poco tensa por alguna razón—. Su prometido está por llegar, y me avisó que se aliste. Porque al parecer invitó a algunas personas.
Frunzo el ceño.
—De acuerdo, muchas gracias.
Tal vez invitará a sus padres y a los míos a cenar. No lo sé.
Me siento en el impecable sillón blanco y decido encender la enorme pantalla plana que está frente a mí.
Pasa casi una hora cuando escucho que la puerta principal se abre. Me asomo, y a lo lejos consigo distinguir que Nathan entra a la casa, y que trae consigo varias bolsas de plástico.
Cierra la puerta con ayuda del pie, y se acerca a la sala.
Cuando me ve, sonríe, y deja las bolsas en la mesita de cristal que está en el centro.
—Kate —voltea a verme—. Enserio siento no haber llegado a casa anoche, tuve demasiado trabajo. E incluso dormí en mi oficina.
—No hay problema —miro las bolsas—. ¿Qué tanto traes ahí?
—He invitado a algunos de mis amigos, y a tus amigas por supuesto, para celebrar lo de la casa nueva.
Comienza a sacar el contenido de las bolsas, y las pone sobre la mesita de centro. Veo que saca algunas bolsas de botanas, y bastantes botellas de whiskey, tequila, vodka, y también varias latas de cerveza.
De repente, se escucha que alguien toca el timbre. Y la señora Miller se apresura a abrir.
Casi de inmediato sparecen Elina, Amelia, Gina y Dave, su esposo.
Genial.
Me saludan, y luego se acomodan en el enorme sofá.
—Qué bueno que ya llegaron —dice Nathan, mientras se sienta a mi lado—. ¿No va a venir Margot? —pregunta extrañado.
—Llega en un rato —asegura Amelia—. Tenía que hacer algo antes de venir.
Después llegan los amigos de Nathan. Y me doy cuenta de que son los mismos que ví ese día en el antro. No los recuerdo a todos, pero si a algunos.
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Espero verte de nuevo
RomanceÉl es el hombre con el que ella quiere estar, más no con quien puede estar. Muchas personas creen que los matrimonios arreglados eran cosa del pasado. Pero, eso no es del todo cierto. En medio de un ambiente lleno de engaños, frivolidad, hipocresía...