Capítulo 28

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Despierto al sentir que Preston se levanta de la cama. Finjo estar dormida, pero escucho con atención cada uno de sus movimientos.

Escucho cómo camina de un lado a otro, el ruido que hace al abrir los cajones, cuando descuelga su ropa...

No es muy silencioso que digamos.

No lo veo, pero con los sonidos, visualizo lo que él hace. Se pone la camisa, y termina de vestirse. Después se peina, y se pone los zapatos. Se enfunda el saco, y parece estar listo para irse.

Sin embargo, no se marcha. En lugar de hacerlo, siento que el colchón se hunde ligeramente con su peso, y siento su cercanía, el aroma amaderado de su loción. Con cuidado deja un beso en mi mejilla, y me cubre más con las mantas.

Se levanta, sin esperar a que despierte, y después escucho que cierra la puerta.

Decido abrir los ojos, y espero a que él termine el desayuno, se lave los dientes y se marche. Me quedo acostada, y cuando finalmente escucho que se cierra la puerta principal, me pongo manos a la obra.

Me visto, y comienzo a empacar todas mis cosas. Debo irme lo antes posible para no llegar tarde al aeropuerto y perder mi vuelo. Debo darme prisa.

Cuando tengo todo listo, me preparo algo para desayunar en lo que llega el Uber. Después, reviso por última vez que no se me olvide nada, y finalmente salgo.

Noto una punzada de dolor al jalar mis maletas fuera del departamento. Pero ya no hay marcha atrás. No hay tiempo para arrepentirse. Debo irme.

Bajo por el ascensor, y el conductor del Uber me ayuda a meter mi equipaje en la cajuela. Subo al coche, y comenzamos a alejarnos.

Se me llenan los ojos de lágrimas al ver cómo me voy alejando del edificio. Pero las limpio, y me obligo a ser valiente.

Pongo una mano en mi vientre, y lo acaricio por encima del suéter de lana gris. Porque esto lo hago por mi bebé, por mí. Es para que ambos estemos a salvo.

Casi una hora después, llegamos al aeropuerto. El conductor me ayuda a bajar las maletas, y entro.

Avanzo entre la multitud de viajeros que caminan de un lado a otro, y me obligo a no parar a pesar de que todo el cuerpo me está temblando de miedo.

Registro mi equipaje, y me siento en la sala de espera, esperando a que anuncien que debo abordar. Miro mi celular, y una parte de mí me tienta a mandarle un mensaje a Preston, mínimo para agradecerle por lo que ha hecho por mí estos días. Pero es mejor dejarlo así.

Me rompe el corazón tener que abandonarlo de esta manera, sin decirle que voy a tener un bebé suyo. Que tenga que dejarlo después de la manera en que anoche expuso sus sentimientos conmigo. Pero no puedo quedarme. Y aún no sé si sea capaz de llegar a perdonarlo del todo.

Me limpio las lágrimas de las mejillas, y me obligo a quedarme sentada donde estoy. Porque si me levanto, soy capaz de salir corriendo de aquí, y no puedo arriesgarme a que eso ocurra.

Espero, y cuando finalmente anuncian que debemos abordar, me formo.

Avanzo por el frío pasillo, y entro al avión. Busco mi lugar, y me siento cerca de la ventanilla.

Me abrocho el cinturón con fuerza, como su así pudiera evitar levantarme y salir del avión. Miro la pista de aterrizaje, y sólo espero.

El corazón se me acelera cuando el avión comienza a avanzar, y contengo la respiración cuando finalmente se eleva, y comienza a volar.

Cierro los ojos, e intento convencerme de que estoy haciendo lo correcto. Que esto, aunque me tenga paralizada de miedo, es lo que tengo que hacer.

De todos modos, ya no hay marcha atrás. Ya estoy aquí, de camino a mi nueva vida.

Espero verte de nuevo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora