PEPPER

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Blake Goodman

Sacudí levemente el brazo derecho. Me acababan de quitar la escayola hacía unas horas en la consulta del pueblo, y la fractura parecía haberse curado bien, pero aún sentía leves molestias en algunos movimientos.

- ¡¿La han estrenado ya?!- Escuché gritar a una eufórica voz en mitad del pasillo.

Me sorprendió descubrir que aquella emoción pertenecía a cierta chica con la que convivía porque jamás la había visto de esa guisa. Siempre parecía estar sumida en una profunda tristeza, como si estuviera apagada o todavía no supiera como volver a brillar.

-No, la estrenan esta noche a las diez- Le respondió Gina igual de emocionada- ¡Podríamos verla los tres juntos y quedarnos a dormir a alguna casa!

La conversación pasó de patética e infantil a horrible y molesta cuando Pepper decidió proponer nuestra casa como lugar idóneo para aquel plan.

Me senté de un renovado mal humor en clase de historia interrumpiendo la conversación de Derek con el unineuronal de Angy. No me importaba una mierda de qué estaban hablando, pero cuando escuché las palabras cumpleaños y Kevin intervine para enterarme de lo que podría alegrarme el día.

- ¿Kevin?

Mi amigo sonrió de oreja a oreja y asintió con la cabeza suavemente confirmando mis sospechas. Yo solté un sonoro suspiro de alivio y me recosté como un maldito rey en mi silla. Acababa de convertirse en un día maravilloso con un único gesto.

-Para mi cumpleaños- Confirmó Derek contagiándome de su enorme sonrisa.

Kevin.

Kevin, el primo de Derek, la oveja negra de la familia, el puto rey del narcotráfico de la costa este, iba a venir a la fiesta del cumpleaños de mi buen amigo Derek y estaba seguro de que todos nos íbamos a aprovechar de sus regalos.

-Te quiero Derek, y a tu primo también- Confesé aliviado.

-Un trío un poco extraño, pero si es lo que os va, no voy a juzgar- Intervino bromeando la insufrible de Pepper sentándose a mi lado.

- ¿Y a ti que te va, Hope? ¿Los ricachones gilipollas? ¿O los maduritos con gafas?

La profesora de historia llegó justo en el momento en el que Pepper me iba a responder de una forma probablemente ofensiva. Parecía que por una vez iba a tener yo la última palabra, pero no tardó ni diez minutos en volver a abrir esa bocaza en un leve susurro.

-Te crees muy gracioso, pero eres patético.

- ¿Seguro? Yo creo que un profesor que va detrás de una alumna es mucho más patético.

Ella bufó por lo bajo.

- ¿Solo sabes hablar de un mismo tema?

-No, Pepper, si quieres te hablo del tiempo. Dicen que mañana dan lluvias...

- ¡Por favor el que no quiera atender en mi clase que se vaya, pero que deje de hablar porque no deja a los demás atender! - Gritó de repente la profesora Milton mirando hacia todas partes al no saber de dónde provenía el murmullo.

Pepper y yo guardamos un silencio sepulcral durante los siguientes cinco minutos para calmar las aguas, pero Pepper no quiso terminar la conversación ahí. Como era habitual.

-Podrías hablarme de cualquier otra cosa en vez de las teorías conspiratorias que te montas sobre mi vida amorosa- Susurró pegándose un poco más a mi- Como por ejemplo, ¿qué te ha dicho el médico sobre tu brazo? Veo que ya no llevas la escayola.