16

6 0 0
                                    

Hope Hannigan

-Durante la guerra de secesión de nuestro país hubo una guerra interna en Crosswood donde combatieron dos bandos: Los Issox, que estaban formados por las personas más revolucionarias y que estaban a favor de la independencia de las colonias; y los Woods, que estaban formados por las personas más correctas y tradicionales, descendientes de ingleses que querían seguir formando parte de Gran Bretaña. Durante la guerra hubo cuantiosas bajas tanto de un lado como de otro, pero de tanta pobreza y muerte surgió un romance, como en cualquier leyenda. German Woods, hijo del cabecilla de los correctos y tradicionales, harto de la guerra y tras perder a su madre en la batalla enterró una rosa en su honor en lo alto de la montaña La Fontain. Él solo quería llorar la horrible pérdida de su amada madre...- Continuó Gina narrando con una pose y voz dramáticos- Cuando una joven de sueltos y rubios cabellos cabalgó hasta el lugar buscando un refugio para leer en calma. Ella se llamaba Diana Issox y, como era de esperar, también era hija del cabecilla de los revolucionarios. Ninguno de ellos sabía del origen del otro y, cual Romeo y Julieta, se enamoraron perdidamente. Se encontraban siempre que podían allí, incluso después de hablar entre ellos de sus raíces. Hasta que un buen día se dieron cuenta de que Diana estaba embarazada. El padre de Diana no aprobó el secreto romance del que había salido aquel paria social que debía llamar nieto, por lo que German huyó con Diana lejos de todo mal. No sin antes llevarse las pocas riquezas de ambos bandos, a modo de venganza. No quedó nada y por ello se tuvo que parar la guerra sin que ninguno saliera vencedor. No solo perdieron la guerra, sino también a sus primogénitos. German se gastó parte de las riquezas en construir un refugio en lo alto de La Fontain, junto a la hermosa rosa de su madre, para que su hijo y su esposa pudieran vivir a salvo. Mientras que todo el oro restante lo fundió convirtiéndolo, según la leyenda, en quinientos brillantes y relucientes lingotes. Casi dos décadas vivieron en La Fontain, pero tuvieron que huir al descubrir que sus respectivas familias sabían de su paradero y que el pueblo se había unido para matar al bastardo, llamado Elijah La Fontain. Huyeron precipitadamente provocando que German no sobreviviera al ataque, aunque Diana y el joven Elijah de diecisiete años pudieron escapar llevándose consigo los lingotes de oro. Los pillaron a las pocas semanas y acabaron brutalmente con ellos, aunque sin rastro del tesoro que poseían... Cuenta la leyenda que el tesoro aún sigue escondido en las profundidades de algún misterioso lugar esperando a ser encontrado por algún alma noble...

-Así que... ¿Hay dos bandos en el instituto? - Pregunté resumiendo la historia que acababa de contar y acabando ya con tanto dramatismo.

-Efectivamente- Dijo volviendo a ponerse en marcha sin parecer afectada del poco entusiasmo que acababa de poner en la bonita leyenda.

-Esta es la sala de reunión de los Issox- Anunció cuando pusimos pie en una espaciosa y enorme sala que estaba completamente iluminada por preciosos ventanales- Aquí se suelen hacer reuniones de equipo o simplemente se usa para pasar el rato en los descansos, aunque solo los de más alto status de la jerarquía.

- ¿La jerarquía? ¿Dónde mierdas me he metido? ¿En el siglo XIX?

-Más o menos- Confesó sinceramente- Aquí se premia la competitividad y la ambición, no quieren alumnos vagos, quieren a los héroes del mañana.

Gina vio mi cara de preocupación y luego esbozó una pequeña sonrisa que desencadenó en una carcajada gigante. La mayoría de los alumnos del pasillo se giraron para mirarnos, mejor dicho, para mirarla. La miraban con desprecio, como si fuera algo horrible lo que estuviera haciendo.

Panda de estirados.

- ¿¡Qué miráis!?- Le soltó asqueada a un grupo de chicos que estaban apoyados en las taquillas mirándola.

Me gustaba su carácter.

-Tranquila, cielo- Dijo cuando se serenó- Aquí la gente es más o menos normal, aunque también es cierto que hay algunas personas tan competitivas que pueden hacer grandes putadas, pero no tengas miedo y plántales cara.

El tour de Gina fue bastante entretenido. Me llevó por todas las plantas y todos los pasillos del ala este. Confesó que no había tanta competitividad y desprecio entre unos y otros, pero tenía la sensación de que solo lo dijo para que no tuviera miedo.

-Bueno, Hope- Concluyó Gina llegando a la cafetería a la hora del almuerzo- La última parada de nuestro tour: la cafetería. A la hora de las comidas se reúnen aquí todos los alumnos del instituto, menos Ashley Hoffman que probablemente esté en el baño chupándosela a alguien para que le haga los deberes, pero en general aquí están todos, Issox y Woods- Señaló mientras aireaba los brazos de forma representativa- Creo que es la única vez que los verás a todos juntos.

Abrió las puertas de la cafetería y miré expectante a la marabunta de gente que se acumulaba en las mesas. Se veía perfectamente la brecha que dividía la cafetería entre los Issox y los Woods, estaban como a cincuenta metros los unos de los otros.

-Bueno, Hope. Puedes sentarte en cualquiera de las mesas libres que veas. Me encantaría sentarme contigo, pero eres una Issox y yo una Woods, y créeme que te hago un favor si nos sentamos separadas... Te deseo mucha suerte, cielo.

Una parte de mi esperaba que se sentara conmigo, pero entendía, por todo lo que me había explicado, que sería duramente criticada si ahora se sentaba conmigo.

Tras el solitario almuerzo en una apartada mesa me dirigí con un mapa hacia el aula de matemáticas. La verdad que éste estaba muy bien explicado y me iba a permitir llegar antes de tiempo para organizarme bien las cosas.

-Mierda- Maldecí al ver una puta pared de ladrillo cuando pensé que ahí iba a estar el aula.

Recorrí de nuevo todo lo que ya había andado y si había gente del puto pueblo que aún no se hubiera enterado de que era la nueva, no habría sido muy difícil adivinarlo ahora al ver pasar a la misma chica de acá para allá sin rumbo. Me centré en el puñetero mapa aunque tenía ganas de hacer una bola y metérselo por el culo al primero que pasase a ver si él lo entendía. Giré varias veces y según las indicaciones al final de este pasillo debería haber estado el aula B.

Vi unos baños.

- ¡Puta mierda! – Maldije de nuevo frustrada agarrando con fuerza el mapa- ¡Un puto baño! ¡Aquí no pone que eres un baño! ¡No deberías ser un puto baño!

Arrugué el mapa con fuerza al mismo tiempo que se abría la puerta de este, yo no me di cuenta por lo que lo lancé hecho una pelotita contra la puerta con todas mis fuerzas mientras un chico salía de allí.

PEPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora