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Blake Goodman

-No es verdad- Se negó a aceptar Pepper cuando al alzar la mirada apareció ante sus ojos el estadio United Center de Chicago- No puede ser real...

Había tenido que soportar dos horas de vuelo con la mujer más insoportable del mundo, porque a la niña no le gustaban las sorpresas.

¡Y a mí qué mierdas me importaba!

Yo solo quería ponerme un poco de música y aguantar el resto del viaje en continuo silencio, pero Pepper tenía otros planes, como joder los míos.

- ¡Sorpresa! - Exclamó Margaret cuando todos hubimos salido del vehículo para sacar a Pepper del trance en el que estaba sumida- Ha sido idea de Stephen porque...

De pronto un impulso la azotó y la llevó a abalanzarse desprevenidamente a los brazos de Hannigan.

Este reaccionó de forma tardía, pero aunque ninguno de los dos fuera especialmente cariñoso, parecieron ablandarse un poco el uno al otro fundiéndose en aquel gesto.

-Gracias, gracias, gracias- Admitió Pepper efusivamente antes de separarse del cuerpo de Hannigan y saltar de la emoción delante de miles de fanáticos de ambos equipos que hacían cola esperando entrar y poder disfrutar del partido- ¡Este! ¡Es! ¡El! ¡Mejor día! ¡De mi vida!

- ¿Preparada para ver como pierden tus queridos Pelicans? - Le retó Margaret.

-¡Vas a ver de lo que somos capaces en Nueva Orleans!

Avanzaron emocionadas rodeándose la una a la otra mientras se protegían del frío otoñal que empezaba a calar hasta los huesos. Hannigan y yo simplemente andamos por detrás en silencio observándolas.

Parecían niñas pequeñas.

-Ven, te voy a presentar a unos amigos...- La llamó Stephen cuando entramos al estadio sin pasar ni un segundo haciendo cola.

Margaret y ella avanzaron cogidas de la mano hasta donde él estaba y los tres avanzaron a uno de los despachos. Yo caminé despacio tras ellos, no era mi momento, era el de Pepper, y en todo caso, también el de Margaret. Pero no el mío, así que simplemente esperé por detrás para poder observar la reacción de Pepper a lo que iba a ocurrir.

-Hope, te presento a mi buen amigo Julian- Anunció Stephen- Es gestor de muchas operaciones deportivas a nivel estatal y nacional, y me ha hecho un pequeño favor...

- ¿Qué tal? - Preguntó emocionada Margaret.

Pepper salió del vestuario de los Pelicans cargada con una pelota de baloncesto llena de firmas y una cinta del pelo que apretujaba como si fuera un tesoro. Además, adornando su anonadada y sonriente expresión, estaba la palabra Pelicans escrita en su frente con rotulador.

-Bien- Respondió con un hilo de voz.

Margaret la rodeó envolviéndola en un cariñoso abrazo y Pepper, simplemente, se dejó abrazar. Parecía absorta en sus pensamientos, sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

Nos sentamos en primera fila, en esos asientos que ni siquiera se poner a la venta. Me crucé de brazos y me distraje con el móvil cuando el partido comenzó. Creo que ganó el partido de Pepper porque cuando el partido finalizó ella saltó eufórica y unos cuantos jugadores vinieron a cogerla en brazos y a volarla por los aires.

Nos fuimos en el mismo avión en el que habíamos venido, por lo que me tocó sentarme junto a doña terremoto.

-Mmm- Se escuchó murmurar a alguien a mi lado.

Pepper se había quedado dormida acurrucada contra ventana y había hecho aquel extraño sonido mientras cambiaba de posición. Se dio la vuelta y se quedó mirando hacia donde estaba yo. La observé con detenimiento repasando todos sus rasgos, porque en ese momento no fruncía el ceño, no apartaba la mirada, no me gritaba... En ese momento estaba tranquila y desee dibujarla como hacía hace unos años cuandovivía en Nueva York. Desee trazar el puente de nariz, las suaves ojeras querodeaban sus ojos...

Su cabeza se resbalaba a cámara lenta por el asiento hasta que finalmente acabó posada en mi hombro. Levanté la vista al frente como acto reflejo, pero después me destensé. Le olía el pelo a coco y tal vez por eso la dejé allí durmiendo, y porque si la despertaba me iba a dar la lata y ya había tenido suficiente con el viaje de ida. No sé por qué motivo la tapé con la manta que tenía sobre las piernas y me relajé para intentar dormir un poco yo también. Creo que al final lo conseguí porque lo siguiente que recuerdo es abrir los ojos y salir al aeródromo de Crosswood.

PEPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora