CAPÍTULO 16

754 106 169
                                    

A Steve le gustaba la música, su madre solía poner música en el salón mientras todos limpiaban y organizaban la casa.

Lo que más recordaba era Queen, Bowie, Mick Jagger, Paul McCartney y un poco de ABBA.

Harrington amaba recordar momentos de su infancia, tal vez porque ya no tenía aquella comodidad de ser pequeño, además de distraerle de sus pensamientos de adulto.

Normalmente lo conseguía, desconectarse completamente y estar mirando al techo de su habitación con la mente completamente en blanco y una pequeña sonrisa por la nostalgia.

Pero ese día sus recuerdos estaban más cercanos de lo normal, pensaba en que escuchaba Eddie de pequeño. Era incapaz de imaginarle escuchando Madonna o Elton John, tal vez podría verle con Billy Idol.

También se cuestionó si siempre vistió así, un niño de diez años era imposible que eligiera esas ropas ¿verdad?

Para Steve, Munson era una matrioska, conseguía descubrir algo nuevo de él y se apasionaba con aquella parte, cuando conseguía ver otra parte no podía evitar reír y pensar en aquellos detalles del chico.

Un buen ejemplo que rebotaba en su cabeza eran los tatuajes, el día que vio los del chico en el lago, aquella misma noche la pasó viendo vídeos de el proceso y como se hacían, era divertido.

Otro podría ser su gusto musical, intentó escucharlo pero era imposible, solo no podía, si tuviera a Eddie a su lado podría aguantar, bueno, con él a su lado podría aguantar casi todo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos fuertes golpes en la puerta de su cuarto, su padre, siempre hacía lo mismo, significaba "es tarde".

Harrington bufó y pensó que era imposible, se había levantado hace diez minutos, ¿como iba a a ir tarde? Su mente colapsó cuando miró la hora, había pasado una hora desde entonces.

Encogió las piernas escondiendo la cara entre sus rodillas avergonzado, había pasado una maldita hora pensando en Munson. Debió estar molesto, confuso o agresivo, pero intentaba controlar su sonrisa entre sus piernas.

Estar enamorado se sentía demasiado bien y su corazón era tan sensible que lo tomaba como una droga. 

....................................................

Las horas de trabajo también pasaron rápido, las pagó con decenas de preguntas sobre Eddie en su cabeza, incluso llegó a apostar en las respuestas.

-¡Rey Harrington! -Escuchó a Munson desde las escaleras mecánicas, como siempre iba a paso relajado, media sonrisa socarrona y las manos en sus vaqueros negros.

Steve esbozó una gran sonrisa al verle y sintió como sus pulmones se relajaban, sin pensarlo mucho salió de la zona del mostrador y lo recibió caminando hacia su dirección, Eddie intentó ocultar su sorpresa durante los pocos pero eternos pasos que quedaban entre ellos.

-Veo que me has echado de menos. -Se burló Munson agrandando sin darse cuenta su sonrisa.

-Si, claro. -Bufó con sarcasmo, controló su sonrisa cuando llegaron a verse cara a cara.

-¿Que? -Habló Eddie. -¿No me abrazarás? Entonces tú trayecto habrá sido un desperdicio. -Abrió los brazos con una sonrisa esperando ser rechazado.

Steve dudó un poco, pero para evitar estampar sus labios contra los del chico aceptó. Enrolló sus brazos alrededor del cuello del otro, acomodó su cabeza en el cuello de Munson y cerró los ojos disfrutando de la vainilla.

El metalero tardó unos segundos en reaccionar, sentir como el contrario se acomodaba en el hueco de su cuello le dejó confundido. Volvió en si cuando Harrington apretó un poco más su cuerpo, con la intención de hacer que la cabeza del metalero se apoyase sobre la suya durante el abrazo.

Sabor menta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora