Harrington siempre estaba cansado.
En primaria le cansaba hacer amigos, era agotador empezar un nuevo año con gente que ni conocías y tener que socializar, a mediados de curso ya había conseguido amigos pero no le candaban toda más, le agotaba volver a su asiento después de estar escribiendo en la pizarra y encontrarse miembros masculinos en su cuaderno.
En secundaria se dio cuenta de que también le cansaba gustar a la gente, volvía a casa simplemente para dormir y casi nunca llevaba los deberes terminados porque estaba tan cansado que no podía hacerlos. Estaba agotado de recordar nombres, caras, gustos, y ser amable con todos, además de hacer cumplidos a todas las chicas que se me cruzaban.
Cada vez que lo pensaba agradecía mentalmente a Nancy Wheeler por hacerle abrir los ojos y cambiar.
Pero esa vez le cansaba un sentimiento, la culpabilidad, todavía tenía los mensajes de Will pendientes en su teléfono, soñaba que los respondía contándole sus sentimientos encontrados por Munson y cada sueño era una reacción distinta, ira, tristeza, indiferencia, alegría...
No quería dañar a Byers, era un buen chico, demasiado buen chico.
Aquella mañana casi le responde, casi se metió en la conversación mejor dicho, pero decidió ser egoísta unas horas más, solo un poco más, no quería estar de mal humor ni triste en su fiesta de la piscina, y menos con Eddie.
Por lo que se levantó como cualquier día, ignoró los mensajes, como cualquier día también, y comenzó los preparativos.
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Munson llegó temprano, como siempre, Steve pensaba que se debía a su falta de teléfono o a que el chico vivía en otro planeta básicamente, pero a Ed le gustaba pasar tiempo a solas con Harrington.
-Llegas pronto. -Abrió la puerta con el ceño fruncido.
-¿Así me recibes? ¿Ni un beso? -Hizo morritos y dio toque en sus labios, Steve aguantó su sonrisa e intentó mantener la vista alta para no desviarla a los labios del otro... o a sus manos repletas de anillos.
-Pasa, sube a mi cuarto.
-¿Ya? ¿No es muy pronto hacerlo rey Harrington? -Preguntó en tono divertido inclinando la cabeza, Steve rió ante la broma. -¿Tan desesperado estás por verme en tu cama? -Comenzó a subir las escaleras poco a poco.
-Oh, muchísimo. -Su voz sarcástica funcionó aunque hablara con la verdad por delante.
-¿Estás haciendo limpieza? -Se tumbó en la cama boca arriba y señaló desde su posición unas cajas que había en el suelo al lado del armario.
-Más o menos. -Se tumbó junto a él y sonrió al ver como Eddie se acercó un poco más para tocar sus hombros.
Harrington quería distraerse de Will, todo lo que mantenía su mente ocupada era bueno para él, por ello decidió hacer limpieza de cosas viejas o de las que perdió el interés.
-Entonces veamos. -Sonrió mostrando sus dientes, agarró la muñeca de Steve y le hizo sentarse en el suelo junto a las cajas.
Ed comenzó a buscar entre las cajas algo que le llamara de atención, la mayoría eran simples ropas que seguramente las había metido ahí porque ya no le servía.
-¡No me jodas! -Gritó sorprendido con los ojos bien abiertos. -¡¿Como puedes tirar esto?! -Sacó lentamente una chaqueta, la del equipo de baloncesto del instituto Hawkins.
Steve bufó entre risas por la reacción del otro, pero Munson estaba siendo 100% sincero, Harrington iba a tirar una de las chaquetas por las que todo el mundo moría en sus años adolescentes.
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Sabor menta
FanfictionAU moderno. Steve Harrington trabaja en una heladería en el centro comercial junto a una chica, Robin. La cual es amiga desde años de Jonathan. Will y Steve hacen un trato, un extraño trato.