Capítulo VIII: Juzgar un Libro

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"¿Es porque soy bajita verdad? Benditos prejuicios

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"¿Es porque soy bajita verdad? Benditos prejuicios."

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Nora observaba a la mujer, que cargaba gasolina. Había aprendido que ese no era, en realidad, su auto, y que aparentemente no recordaba nada antes de unos días atrás. Algo que le parecía demasiado extraño.

- Rach... tú puedes sentir lo que sienten otras personas, ¿cierto? - Desde el asiento delantero, sin quitar la vista de los rizos rosas de Kory (si ese era siquiera su nombre real), preguntó a su amiga. Recibió un corto "mmhmm". - ¿Crees que Kory dice la verdad? Porque podría ser alguna especie de... truco psicológico, de alguna clase... de la gente que viene por ti. Tal vez quieren que ganes confianza o algo--

-Nora, está bien. Podemos confiar en ella-. Le aseguró. - No pude sentir nada, pero eso sólo demuestra que no sabe qué sentir. Está confundida, busca respuestas, estoy segura de que lo único que quiere es descubrir quién es-. Aun así, la pelinegra no estaba convencida. ¿Y qué si las engañaba? No sería la primera vez que alguien lograba mentirle a ella y salirse con la suya.

Y ese pensamiento la llevó rápidamente a una persona: << Dick >> Comenzó a morder sus uñas, sin decir nada más. Odiaba que le importara. Odiaba que, incluso luego de haber mentido repetidamente y haberle prometido cosas que no haría, Dick siguiera provocándole un sentido de vacío. Era como si su corazón roto se rompiera cada vez más con cada una de las veces que era lo suficientemente tonta cómo para volver a creerle. Sentía vergüenza en pensar que había derramado alguna lágrima por él. Se había prometido, tres años antes, que se olvidaría de que su hermano existía; y seguía con ese objetivo.

Notando su ansiedad, Rachel la tomó de la muñeca. - Él está bien, - Leyó su mente, soltando el agarre. - o... eso creo-.

Viendo lo que había hecho, en un desesperado intento por mentir, Nora alejó su mano. - ¿De qué hablas? - Se volteó hacia la de cabello azulado. - Debes-- Debes dejar de hacer eso, ¿okay? Es... invasión de la privacidad, o algo. Podría denunciarte-.

- No, no podrías-. Rachel largó una pequeña risita, en parte ofendiendo a la pelinegra. - No tienes que fingir que no te importa todo el tiempo, ¿sabes? Sé que lo culpas... no sé de qué... pero, le tienes rencor. Y también sé que tienes cierto... entendimiento por lo que hizo-- No lo sé-. Se reclinó contra el asiento trasero. - El punto es que, si Dick estuviera muerto, lo hubiese sentido-. Miró por la ventana. - Así que no tienes que preocuparte-.

- No me preocupa -. Dijo rápido y corto, con seriedad en su tono.- Puede... desaparecer, si quiere, no me interesa-. Mintió, y aunque era buena en ello con las personas normales, Rachel sabía que estaba aliviada por la noticia. No sólo porque podía sentirlo, sino porque había visto su reacción horas antes al enterarse de que Dick se iría otra vez; en el fondo de su corazón todavía sentía amor por él. - Y recuerda eso de la privacidad... algún día te encontrarás con algo que no quieres ver-. Su mirada, perdida en el estacionamiento, indicaba que se refería a momentos dolorosos.

Rugidos Sordos [Gar Logan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora