Capítulo XXIII: Diferente

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"¿Sabías que las nutrias duermen tomadas de la mano para no alejarse por la corriente?"

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"¿Sabías que las nutrias duermen tomadas de la mano para no alejarse por la corriente?"

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El maullido de un gato. Voces. Alguien subiendo una escalera de metal. El ascensor. ¡Ting! Voces... Voces. Alguien cantando. Un perro. Autos, camiones, más autos. Lluvia. Gotas golpeando contra su ventana. Voces, ¡VOCES!

Se sentó en su cama de golpe. Estaba transpirada, su respiración agitada. Se tomó la cabeza, su cabello oscuro completamente enmarañado por haber dado tantas vueltas intentando dormir. Una lágrima calló por su mejilla; no podía dejar de oír... todo. La volvía loca, no poder concentrarse, no poder mantenerse en un solo lugar. Su mente parecía desviarse a todos lados menos a donde debía estar.

Las imágenes recurrentes de lo que había pasado en ese lugar tampoco ayudaban a su insomnio.

Dick le había advertido a todos que el estrés post-traumático les dificultaría dormir, pero esto se sentía diferente. Ella... era diferente. Algo sobre morir y volver a la vida la había cambiado. El suero, esa experiencia. ¿Cómo no ser diferente?

Algunos dicen que ves una luz blanca antes de morir, que tu vida pasa ante tus ojos. No fue así para Nora. Ella no vio nada, sólo una oscuridad repentina. Lo único que pasó por su mente en ese momento fue una pregunta: ¿esto es todo?

¿Como no ser diferente cuando se te da una segunda chance en la vida? Había decidido que no valía la pena perder el tiempo. Necesitaba memorias que pasaran frente a sus ojos cuando su hora llegara, personas en las que pensar antes de que todo acabara. Perdonar a Dick fue su primer paso hacia ello.

Claro que eso no era lo único distinto en ella luego del "procedimiento" del cual había sido parte, pero era el único cambio que ella podía entender por ahora.

Dick dijo que la adrenalina los atormentaría por un tiempo. Decidió que todos esos ruidos que ahogaban sus pensamientos eran solo producto del estrés, y volvió a sus intentos por dormir.

Pero ya iba por su decimoquinto intento, y no había caso. Necesitaba dormir, sentirse en paz al menos por una noche.

La última vez que había podido pegar un ojo fue... fue en el motel. Cuando ella y Gar habían dormido hombro a hombro. Algo sobre su respiración y el calor que sus cuerpos emanaban la había calmado. No pudo evitar pensar que, tal vez, esta vez no sería diferente.

Se cruzó al otro lado del corredor. Usaba un pantalón negro de ejercicio, y una remera gris definitivamente demasiado grande para su cuerpo; el cuello colgaba de su hombro, dejando ver el tirador de su top deportivo. Sus pies estaban cubiertos solo con unas medias negras, por lo que el frío del piso llegó rápidamente a ella. Cruzó sus brazos temblorosos luego de tocar la puerta rápidamente.

Estaba empezando a creer que era una terrible idea. ¿Quién toca en la puerta de alguien más a las 5am? Peor aún, queriendo dormir en su cama. No sabía siquiera qué era lo que le iba a decir. Se dio la vuelta para alejarse, pero era demasiado tarde.

- ¿Nora? - La pelinegra apretó los ojos antes de girarse lentamente. Gar esperaba junto al marco de la puerta, viéndola con preocupación. Su cabellera verde apuntaba en todas las distintas direcciones. Tenía ojeras, unas bastante prominentes, a decir verdad. Eso sólo la hizo sentirse peor. - ¿Estás bien? - 

- Si, yo solo... - Rascó su nuca, avergonzada. Dios, esto estaba mal. Era una loca, él creería que era una loca.- No podía dormir, es todo. Lo siento mucho, no quería despertarte -. Intentó volver hacia su habitación, pero sintió que él tomaba su antebrazo. Eso la hizo detenerse de golpe.

- Está bien, no me despertaste -. Soltó su brazo suavemente. - ¿Quieres pasar? - Dijo, apretando una sonrisa. Ella asintió.

La puerta se cerró con un chirrido. Gar no pareció notarlo, pero Nora estuvo muy cerca de sentir una convulsión. Sin embargo, sólo mostro una leve mueca; como cuando comes limón. El chico frunció el ceño ante este gesto, pero lo dejó pasar, sentándose en la cama. 

Grayson pasó junto a un espejo, y desvió su mirada hacia su apariencia. Intentó peinarse un poco; ya bastante con hacer cosas de gente loca, no necesitaba parecer una también.

Gar necesitaba romper el silencio. - ¿Por qué no podías dormir? - 

- El manicomio... -. Confesó Nora, recostándose boca arriba junto a él y largando un suspiro. - ¿Y tú? -

Copió su posición antes de responder. - Igual -. Él observaba sus propias manos, como si aun pudiera ver la sangre en ellas. Nora notó su mente divagar; no podía dejar que le pasara a él también. Acarició su mejilla, intentando devolverlo a la realidad. Y lo logró; con un rápido pestañeo, el chico la miró a los ojos. Ella quitó su mano en un movimiento delicado. - Cada vez que cierro los ojos yo... lo veo... - Ella asintió, entendiendo. - ¿Por qué no corres? - Gar ser giró, mirándola directamente.

- ¿De ti? - La pregunta la sobresaltó. No lo sabía. Simplemente no tenía una respuesta. Se acostó sobre su lado, viéndolo. - Porque prometimos que nos cuidaríamos, ¿no? Los amigos, y eso... - 

- Cierto... - Gar sonrió, con algo de melancolía escondida tras sus ojos negros. Se quedaron en silencio durante un rato, sin cruzar miradas.

El ruido de las vocinas 20 pisos más abajo comenzaban a sonar en la parte de atrás de la cabeza de Nora. El ascensor otra vez. Las voces, las respiraciones, su propio corazón... Pum.. pum... pum

No podía esperar más, necesitaba llenar el vacío que el silencio ocupaba con algo más. - Algo raro está pasando conmigo, Gar. Puedo oir cosas, cosas que antes no podía oír. Y yo solo-- Respiró hondo, no quería que su garganta se cerrara. Lentamente comenzó a hablar.- Tengo este sentimiento... Como si cuando intentara dormir y dejara de concentrarme en lo que está sucediendo aquí, como si cediera a todo lo que oigo y percibo... me perderé-. Las palabras rodaban fuera de su boca.- Que perderé el camino de vuelta a mi cuerpo y simplemente me volveré... loca-. Nora no quería perderse. Tal vez por eso le contaba a Gar lo que su mente había estado maquinando desde que se acostó a intentar descansar. Ella necesitaba alguien que la ayudara a volver a tierra, y él, tal vez, podría ser ese alguien. Además, no quería perder la cabeza; no cuando acababa de revivir y perdonar a su hermano. No cuando su vida acababa de comenzar, y ella podía hacer todo diferente.

En lugar de un "Tranquila" o "Todo estará bien", como Nora esperaba que el chico reaccionara a su sinceridad, recibió algo más.

-¿Sabías que las nutrias duermen tomadas de la mano para no alejarse por la corriente?- Su voz estaba tan relajada, y se oía tan amable, que el gesto de confusión de Nora tardó en aparecer. Ante la clara señal de Grayson, Gar siguió con su explicación.- Podrías tomar mi mano... si quieres. Para que no te pierdas -. Los ojos de la pelinegra se suavizaron.- ¿Es raro? No sé porqué lo dije, sé que es raro--

La pelinegra se volteó, de modo que su espalda estaba directamente enfrentada a Gar; su acción lo confundió profundamente. ¿Que diablos significaba eso?¿Era raro? ¿Estaba molesta, irritada, cansada?

Sus pensamientos fueron interrumpidos de repente por las acciones de la pelinegra. Nora extendió su brazo hacia atrás, buscando su mano. Cuando la encontró, tiró de ella hasta que el brazo de Gar la rodeaba casi por completo. Entrelazó sus dedos.

Él se acercó lentamente a su espalda, sin querer incomodarla. La cercanía le permitía incluso oler el shampoo de coco en su pelo. Entonces cerró sus ojos.

- Si roncas tendremos un problema -. Escuchó, y no pudo evitar sonreír; ella no creía que fuera raro. Poco sabía que la pelinegra estaba pensando exactamente lo mismo. 

Era la primera vez desde que las drogas se habían desvanecido en que Nora había podido sentir el silencio. Finalmente había logrado que las voces, los maullidos y los autos dejaran de nublarle el pensamiento.

Gar había podido cerrar los ojos sin problema, sabiendo, por el olor a coco, que estaba a salvo.

Ambos se durmieron tranquilos.

Rugidos Sordos [Gar Logan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora