"Yo... lo mordí..."
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Lo último que podía recordar era el peor dolor que había sentido en toda su vida.
No es necesario hacer una comparación con elementos cotidianos para que puedan entender. No necesitan más que imaginar una aguja atravesando sus ojos. Incluso peor, una aguja atravesando sus ojos, y pinchando directamente tus nervios hasta el punto de que cerrar tu párpado es literalmente imposible.
Algo extremadamente doloroso, por decir poco.
Sus gritos y pataleos fueron también indescriptibles. Pero fue gracias a ellos que Rachel pudo encontrar a sus amigos; o bueno, así fue como encontró a Gar... y al cuerpo de su amiga básicamente colgando de la camilla.
-¡RACHEL! - La voz de Gar resonó en la habitación, haciendo que Rachel se acercara corriendo hacia él.
- Gar que... ¿qué te pasó? - La muchacha tomaba los barrotes de la jaula, intentando llegar a él. - Tengo que sacarte de aquí...- Los ojos del muchacho estaban rojos, al igual que la mayor parte de su cuerpo (que se encontraba casi totalmente desnudo); tenía marcas por todos lados, cómo si una serpiente lo hubiera mordido una y otra vez. Pero Rachel sabía que el color inusual de sus ojos no se debía sólo al dolor de la tortura.
- Nora, Rachel, tienes que ayudarla... por favor -. Señaló, hablando con tal tono de desesperación que Rachel (al igual que la mujer rubia que venía detrás de ella), se giraron en torno al otro lado de la habitación en menos de un pestañeo.
Los ojos de Rachel se sumieron en profunda tristeza al ver la cabeza de su nueva amiga colgando de su cuello. Era como si sus músculos hubiesen dejado de funcionar; su cuerpo se hallaba posicionado verticalmente, manteniéndose de esa forma sólo por las ataduras de cuero de la camilla. Corriendo por segunda vez, la muchacha llegó hasta el otro foco de luz en ese lugar. Se quedó helada al encontrarse cara a cara con la piel pálida de la otra adolescente. Le tomó un segundo entender lo que de verdad estaba sucediendo, y entonces comenzó a sacudirla por los hombros. - No, Nora... ¡No! - Gritaba, inútilmente intentando despertarla; no había forma, estaba muerta. - Esto es todo mi culpa... lo siento tanto -. Abrazó el cuerpo sin vida, mientras la mujer rubia miraba la escena sólo a unos metros.
Gar, cuyos nudillos ya estaban blancos de tanto apretar los barrotes, largó un sollozo. "Cuidarse unos a otros" habían dicho, "eso es lo que hacen los amigos". Y ni siquiera había podido protegerla; ¿de qué le servía poder convertirse en un tigre si nunca podría ayudar a aquellos que le importaban? Dejó que su cabeza cayera, soltando el metal.
- Lo siento Nora... Lo siento tanto... - Rachel dio un último apretón al cuerpo de su amiga sin vida. Una lágrima recorrió su mejilla, cayendo justo en el cuello de la pequeña Grayson. No tardó en ser absorbida por la fría piel de la pelinegra.
Sus pestañas fueron lo primero que comenzó a moverse, como si sus ojos estuvieran ansiosos por volver a abrirse. Luego su dedo índice. Dio una bocanada de aire tan grande que parecía que estuviera inhalando el mundo; así lo sintió ella al menos.
- ¡NORA! - Rachel la abrazó, incluso más fuerte que antes, sin dejarla terminar de recuperarse. La fuerza del apretón representaba lo que la de cabello azul pensaba internamente; no te voy a dejar ir.
- Me gustaría poder respirar...- Comentó la otra, con el hilo de voz que tenía. Su cabeza aún daba vueltas; se sentía drogada, dormida incluso. No podía enfocar imágenes, y la voz de su amiga se oía como un eco en la distancia.
Roth, que aun lloraba de alegría, la soltó.
- Tenemos que irnos, no nos queda mucho tiempo si queremos salvar a tus amigos -. Dijo la mujer rubia que Nora apenas comenzaba a ver. Ante su comentario, la niña comenzó a desatar a la "recién muerta" de su camilla.
Nora hubiese caído rodillas al suelo de no ser por Rachel. - ¿Estás bien? ¿Puedes caminar? - La respuesta era no. No sentía sus piernas o brazos, no podía siquiera detenerse a pensar sin sentirse mareada.
- Extraordinario... - La voz que poco antes la había obligado a aceptar el tratamiento se escuchó fuerte y claro retumbar entre las paredes. El científico salió de entre las sombras acomodándose las gafas, incrédulo. - Simplemente extraordinario... - Traía con él un tazer, como el que habían utilizado con Gar. Se acercaba paso a paso, lentamente. Nora sabía que esa arma tenía tal carga que podría matar a cualquiera con solo rozarlo; podía... oír la electricidad.
- ¡Déjenos tranquilas! - La mujer que acompañaba a Rachel se interpuso entre él y las muchachas, que se encontraban tan débiles e indefensas como un conejo frente a un leopardo.
El tipo la sacó del camino de una bofetada, haciendo que se retorciera en el suelo. - Rachel, sal de aquí. Llévate a Gar, corran -. Nora susurró en el oído de su amiga, mientras todo el peso de su cuerpo colgaba del cuello de Rachel.
- ¡Ah! Lealtad... Un defecto fatídico bastante noble -. Canturreaba el hombre, a solo pasos de ellas. - Pero fatídico al final del día; aquí no nos gustan los defectos, o las situaciones fatales -. Apuntó con el tazer hacia ellas. Nora podía oler la corriente. - Afortunadamente para usted, Señorita Grayson, tenemos un programa de rehabilitación bastante eficiente -. El vidrio de sus lentes reflejó la luz fría de la habitación, pero se fue tan rápido como el tipo dio otro paso.
- ¡No queremos ser parte de su maniática familia! - Rachel exclamó, mientras retrocedían unos pasos. Si había llegado el momento de decir sus últimas palabras, entonces que fueran ofensivas para él.
- Pues me temo que esta vez no les queda otra opción... - Alzó el arma en el aire, haciendo que ambas cayeran al suelo; ya no había lugar a donde huir. Pero el tipo no pudo dar el último paso. Un borrón verde fluorescente salió de la nada, quitándolo del camino. Un rugido fue lo último que se oyó antes del grito... y la sangre.
Rachel apretó los ojos fuertemente, intentando evitar la escena. Nora no. Ella vio cada detalle (hasta donde su visión borrosa se lo permitía). No tenía miedo, no de Gar al menos; tenia miedo de que el científico fuera a sobrevivir.
Cuando el alboroto acabó, Rachel se giró hacia la mujer vestida de blanco. Ella yacía junto a la jaula abierta de Gar; lo había liberado, arrastrándose sigilosamente hasta donde se encontraba para que pudiera ayudar. No estaba inconsciente, pero se retorcía en el suelo. Eso bastó para que la adolescente saliera a acudirla.
Nora tampoco estaba en mejores condiciones. Con mucho esfuerzo, y con ayuda de la camilla en la que antes había estado prisionera, logró pararse. Apoyándose en lo que pudiera encontrar para darse estabilidad caminó hacia la mesa en la que la ropa de Gar se encontraba. La tomó con cuidado y se acercó suavemente al chico.
Él estaba petrificado en su lugar, arrodillado junto al cuerpo del científico muerto. Su boca chorreaba sangre, al igual que sus manos. Sus ojos estaban igual de rojos por la angustia, y su boca estaba parcialmente abierta. No miraba a ningún punto en particular.
Nora se sentó frente a él, pero incluso así sus ojos no encontraban un rumbo. Le dio su ropa, intentando cubrirlo. Temía que se hubiera perdido para siempre. Tomó su mano; sus ojos negros conectaron con los almendra de ella gracias al suave tacto. Justo como había sucedido tras el incidente con Anderson en la casa de seguridad.
La pelinegra podía ver las lágrimas acumulándose en sus ojos, veía lo mucho que él estaba intentando mantenerlas dentro. Lo abrazó fuertemente por el cuello, dejando que él escondiera su cara en su cabello negro. El muchacho tardó un poco en devolver el gesto, la conmoción no se había ido completamente. Finalmente la rodeó por la cintura, y comenzó a llorar.
Ambos usaban sus últimas (y todas) sus fuerzas en ese abrazo.
- Yo... lo mordí... - Susurró Gar, sollozando.
- Tú me salvaste -. Devolvió ella.
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Rugidos Sordos [Gar Logan]
Fanfiction<< Basado en la serie dirigida por Akiva Goldsman, "Titans">> A pesar de haber vivido su vida a la sombra de su hermano y su padrastro superhéroes, Nora no pudo evitar que su complejo de heroína la embarcara en un viaje para ayudar a otr...