Capítulo IX: Un Convento Familiar

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"Mala espina, muy mala espina

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"Mala espina, muy mala espina."

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- ¿Qué hacemos en Covington, de nuevo? - Tomaba el último sorbo de café, que estaba un poco amargo para su gusto.

- Visitamos un convento...- Kory aparcó el coche, dándole un vistazo a la enorme construcción de cemento ante ellas. - Por ahora es la única pista que tengo-.

Todas se bajaron, acercándose a la puerta. - Deberíamos volver a Washington, Hank y Dawn necesitan nuestra ayuda-. Le recalcó Nora a Rachel, codeándola mientras la morena tocaba el timbre. - La última vez que vi a Dawn... digamos que la caída no se escuchó bien-.

- ¿Hace falta que te recuerda que una familia de psicópatas nos persigue? - Interrumpió Kory, antes de que la de cabello azul pudiera responder. - Si realmente te importan tus amigos, lo mejor que puedes hacer es alejar los problemas de ellos, no hacer que les toquen en la puerta-. La expresión de Rachel se transformó en una melancólica, ya que no podía evitar pensar que lo que le había pasado a la rubia había sido su culpa.

Nora puso una mano sobre su hombro, intentando reconfortarla. Esa era su forma de decir "está bien".

Antes de que el silencio se volviera incómodo, una mujer abrió la puerta de madera. - Hola, ¿cómo puedo-- Estás de vuelta...- Miró a la más alta de arriba a abajo, pero sus ojos repararon rápidamente en la menor.- Dios mío, no puede ser... ¿Es ella?- Se volteó hacia Kory, quien sólo compartía una mirada de extrañeza con Nora. - ¡Mira cuánto has crecido! Pasó mucho tiempo, mi niña-. La nostalgia desbordaba de su voz. Rachel la analizaba con cautela; Nora le había pegado los problemas de desconfianza. - Vengan, pasen-. Las invitó.

-¿Por qué lloras, niña? - Entrando en pánico, ya que ni los niños ni las personas sensibles eran su fuerte, Hank entraba en la sala de la mansión Wayne. Buscaba el baño, pero la casa era tan grande que cualquier cuarto podía ser uno.

Secándose las lágrimas con la mano, sin querer que un extraño la viese llorar, Nora se levantó. - No te importa...- Respondió seco, con el ceño fruncido y los puños cerrados. - Puedes irte por dónde viniste -.

- Cielos, tranquila-. Intentó calmarla, con una ceja levantada. Tal cómo dijo, volvió a salir por la puerta, murmurando mientras lo hacía. - Malditos niños ricos... malcriados...- 

- ¿Qué dijiste, grandote? - La voz aguda de una niña de once años no le daba miedo a Hank Hall, pero no podía evitar impactarlo. - Si, a ti te digo, i-i-idiota-.

Se giró sobre sus talones, con los ojos abiertos de tal manera que parecían estar a punto de salírsele de las cuencas. Los niños de ahora eran SALVAJES. - Vuelve a tu llanto mocosa, deja las palabrotas a los grandes -.

- Deja la estupidez a los bebés -. Ella disparó devuelta, demasiado rápido para tener 11 años. 

Hank se acercó a ella, arrodillándose a su nivel.- Voy a fingir que no oí eso, y no voy a acusarte con Batman, niñata. Pero empieza a tener un poco más de respeto por los mayores-- ¡Oye! - La pequeña había intentado darle una cachetada, pero sus reflejos no eran ni la mitad los de Hank aun. Nora mordió su mano, siendo ese el límite que él iba a aceptar. La giró entre sus brazos, aprisionándola, pero sin lastimarla.- ¡Carajo niña! -

- ¡Suéltame! ¡Suéltame! - Pataleaba sin recibir respuesta. - ¡Déjame salir o le diré a Batman! - Gritaba. - ¡BRUCE! ¡BRUCE! - 

- Shh, shh...Shh...- Intentaba callarla. Porque no le tenía miedo a una niñita... pero Batman era otra historia.- Silencio... - La dejó salir, pero poniendo una mano sobre su boca, para evitarle gritar.- Si te callas, me iré de aquí. Te dejaré llorar en paz y será cómo si esto no hubiese sucedido-. Le explicaba, pero justo cuando pensó que era seguro quitar la mano, sintió la lengua de la joven por toda su palma.- ¡EW! - Destapó su boca, y comenzó a limpiar la baba contra su ropa, dando lugar a una serie de gritos incesantes.

-¡DICK! ¡DICK, ALFRED! - Intentó salir corriendo de la habitación, pero Hank la tomó del brazo una vez más, reteniéndola. Sin embargo, esta vez vio el problema; tenía un corte en la parte posterior del brazo, que sangraba. Los gritos cesaron en cuanto la pequeña Nora notó lo que el extraño había encontrado.

- Estás herida...-

Viendo que él había dejado de hacer fuerza, quitó su brazo. - ¿Y qué? No es nada...- Se frotó la piel cerca de la herida.

- ¿Cómo te lo hiciste? - Su interés repentino hizo que la joven se alejara. - No voy a decirle a nadie, lo juro... Pinky promise...- Extendió su meñique hacia la niña, quien, aunque dudó, terminó entrelazando el suyo.

Se acercó corriendo hacia el sillón en el que segundos antes se encontraba llorando, y quitó uno de los almohadones. Las piezas de un jarrón chino muy antiguo descansaban detrás de ellos. La castaña se agachó, sacando de abajo del mueble un palo de madera usado cómo arma para practicar combate.

- ¿Sólo esto? - Largó un suspiro de alivio, pensando que se trataba de algo mucho peor. - Está bien, yo he roto muchas ventanas y jarrones por jugar al futbol en mi casa, no es nada de qué preocuparse-. Le dio una palmada, parándose para continuar con su búsqueda del baño y así poder regresar a la junta de los Titanes.

- Es un jarrón judío antiguo con decoraciones del Mesías pintado con oro líquido, de edición limitada en el mundo. Lo encontraron en una excavación en un convento Israelí hace ochenta años... Bruce nos cuenta sobre cada una de las decoraciones de la casa en las que gasta más de cuarenta millones de dólares...- Recitó, cómo si lo supiera de memoria.

-Ay...mierda....- Murmuró, tomándose la barbilla. Si se llevaba uno solo de todos esos pedazos rotos, podría pagar un traje nuevo con armadura de titanio.

- Estaba intentando practicar... Dick nunca quiere ayudarme, y Bruce dijo que el sparring es una de las habilidades más importantes para la defensa y la ofensa. Quería... - Se dio un golpe en la cabeza, auto-regañándose.- impresionarlos...- Comenzó a sollozar, tomándose el brazo herido.

- Vamos a necesitar una escoba, una pala, cinta y gaza... Y una bolsa-. Parecía que estaban a punto de esconder un cuerpo; pero Nora prefería que enterraran el jarrón en el patio a que la enterraran a ella.

Y Hank sentía algo de pena por la mocosa; sabía lo que era para un hijo menor que su hermano mayor no quisiera jugar contigo, y lo mucho que el mayor podía arrepentirse de no aprovechar todas esas oportunidades.

- Así que, tu padre potencialmente mafioso te buscaba y Mellissa te trajo aquí porque estabas "en peligro". Suena a una linda historia-. Bromeaba Nora, mientras Rachel jugaba con la muñeca que le había pertenecido casi una década antes.

-Recuerdo este lugar, esta habitación.... Es como si los recuerdos estuvieran volviendo a mí...- La de cabello azulado ignoró el comentario de la otra. - La Hermana me contaba historias antes de dormir, sobre Dios. Porque yo tenía miedo-.

- Si, este lugar es algo... raro. Sin mencionar ese cuadro que te mostró en la cocina-. Un escalofrío la recorrió por completo. - Mala espina, muy mala espina-.

Rachel se replanteó aquel cuadro, lo que vio en él.- Podía jurar que veía a un hombre emerger de esa mancha amarilla...- Murmuró.

Un toque en la puerta las hizo volverse hacia la entrada. - ¿Quién quiere ir a patinar? - Kory sostenía una pequeña llave naranja frente a sus ojos; a nadie le venía mal un poco de diversión en medio de tanto caos.

Rugidos Sordos [Gar Logan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora