Capítulo XXX: ¿Nora?

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"Estoy justo aquí

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"Estoy justo aquí."

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- ¡Película de terror! ¡Estamos en una maldita película de terror! - Gar y Rachel bajaban las escaleras a toda velocidad, escapando a escasos metros de Dick. Un resbalón y estaban muertos, literalmente.

Casi sin aire, llegaron por el pasadizo secreto a la sala comedor. Largaron un suspiro y bajaron la velocidad al ver a sus amigos reunidos frente a ellos. 

- Gracias a Dios... - Rachel recuperaba el aliento. - Lograron entrar, están aquí -.

Dawn, Hank, Kory, Donna y Jason se voltearon a verlos. Algo no estaba bien. Además del hecho de que sus ojos no eran sus ojos, las sonrisas siniestras que adornaban sus bocas contribuían a la imagen demoníaca que lucían. 

Las sonrisas de Rachel y Gar cayeron en menos de un segundo, viendo como sus esperanzas de huir se desintegraban frente a sus narices. El chico no pudo siquiera dejar salir su suspiro de calma cuando notó lo que realmente sucedía.

- No... - Murmuró.

Angela se ubicaba junto al recién llegado de otra dimensión (que, casualmente, resultaba ser el padre de Rachel). - ¿No son hermosos tus hijos? - Le dijo al hombre, refiriéndose al séquito que había conseguido con un toque de manipulación mental y furia reprimida.

El tipo se hizo paso entre sus marionetas de carne y hueso. - Solo tengo UNA hija. Y a ella, - Extendió los brazos hacia la de cabello azul. - le daría el mundo... - Las miradas de padre e hija conectaron, pero no había ningún lazo amoroso ahí.

- Rachel, ¿qué diablos es esto? - Cuestionó Gar, sin quitar la vista del "hombre"; no sabía cuándo tendría que actuar. Debía buscar a Nora y salir de ahí lo antes posible, necesitaba estar alerta.

Los pasos de Dick, bajando la escalera tranquilamente detrás de ellos, rechinaron contra la madera podrida. La casa había perdido todo su encanto en una cuestión de 15 minutos. - Rachel, no te resistas -. Insistía el castaño. - Es totalmente natural -. Disimuladamente cubrió la salida, bloqueando la única vía escapatoria que le quedaba a los adolescentes. Gar sintió que le quitaban el aire, cómo si lo encerraran en una caja; el Tigre dentro de él se ponía ansioso. - Así son. Así somos todos por dentro -. Malos, oscuros, crueles; Trigon quería que Rachel viera lo podridos que podían estar por dentro sus amigos.

Pero Gar no iba a darse por vencido. - No es cierto, no le creas. Ellos no son así -. El chico intentaba mantenerse firme.

- Sí lo somos, Gar. Cuanto antes entiendan eso, mejor -. Otra figura apareció desde la cocina. La muchacha caminaba lentamente hacia ellos, posicionándose justo delante del muchacho de cabello verde y cruzándose de brazos. 

Si alguna vez han estado en una montaña rusa reconocerán el sentimiento; justo ese momento entre estar en el punto más alto y caer en picada. Ese milisegundo en el que te elevas de tu asiento, incluso si aún no estas cayendo. Sientes que tus órganos bajan, pero que tu cuerpo y tu cabeza quedaron sobre la cima; cómo si tu corazón y tu estómago se hundieran dentro de ti. 

Eso sintió él. Su cabeza no terminaba de sintetizar lo que su corazón sí.

¿Y cómo podría? Ella se veía tan parecida a la Nora real. Sus jeans negros rasgados, sus botas de cuero, su chaqueta de aviador sobre una camisa de leñador de tonos marrones. Traía una camiseta de los Smiths color beige y el cabello atado en una cola de caballo. 

Pero no era la Nora real. No con esa herida sangrante en el costado de la frente. No con esos ojos completamente negros. Ella no era Nora sin los ojos avellana, con ese brillo travieso en sus iris, como si estuviera esperando a decir algo que sabía que la metería en problemas. 

Ver algo tan familiar transformado en algo tan siniestro lo trastornaba, lo confundía. No podía soportar verla rodeada de tanta maldad, sonriendo de lado como si eso fuera lo que realmente quería. Su labio inferior empezó a temblar.

Como si Trigon supiera que él se encontraba en su momento más vulnerable (estando sorprendido, confundido y apenado a la vez), anunció las palabras. - Que inicie la traición final. Sabes qué hacer -. Ordenó a Nora, quien sin mirarlo asintió.

- ¿Nora? - Intentó hablar el muchacho. Ella solo dio un paso hacia adelante. - Sé que estás ahí adentro -.

- Estoy justo aquí, Gar -. Ella dio un paso más cerca, ladeando la cabeza. - Justo aquí -. Lanzó el primer puñetazo, colisionando con la cara del chico y haciéndolo caer al suelo. 

Continuó pateando y golpeándolo. Nadie intervenía, nadie hacía nada. Era un show y su dolor era el único aperitivo. Rachel quiso intervenir, pero el grupo de ex-Titanes se lo impidió fácilmente.  Gar sabía que nadie iba a salvarlo. Pero no podía defenderse... contra Nora. Tenía miedo de dejar salir al Tigre y que todo terminara como la última vez. La última vez que había intentado defenderse... No, no podía hacerle eso a ella. No se lo perdonaría jamás. 

Nora se arrodilló, buscando una posición que le diera más fuerza a sus puñetazos. Gar respiró hondo, recibiendo los golpes. Al menos no la tendría que ver morir primero. 

Cerró los ojos, pero no hubo otro impacto contra su cara. Despacio volvió a despegar sus párpados. Se encontró con los nudillos de la pelinegra a centímetros de su cara. 

Ella aflojó el puño, sin deshacerlo completamente; su mano temblaba. Una lágrima caía de uno de sus ojos negros, indescifrables. Parecía que ella estuviera... luchando. Luchaba contra ella misma. Se notaba que algo la retenía de dar ese último puñetazo final. La miró, intentando buscar algún indicio de que realmente estuviera ahí...

Rachel tomó ese pequeño momento de paz como señal para hacer algo. - Dick, por favor. ¡Por favor! - Rogaba, aparentemente, a un cuerpo sin propia voluntad. - ¡Dijiste que me ayudarías, lo prometiste! Por favor... ayúdalo -. 

En lo que pareció un milagro, Dick se giró hacia ella. Asintió levemente y se dirigió al centro del círculo que los demás habían formado alrededor de los dos adolescentes. Tocó el hombro de Nora y ella lo miró a los ojos; se entendieron sin hablar. Ella se levantó, dejando que Dick ayudara a Gar a levantarse. 

Grayson le dedicó una sonrisa a la de cabello azul. Eso antes de tomar al chico por el cuello, cortarle el aire y lanzarlo hacia una repisa. Ninguno de los presentes (a excepción de Rachel) se inmutó al verlo sin consciencia. No a simple vista, al menos.

Rachel corrió hacia su amigo, sabiendo que sus lágrimas no harían nada por él. Ella no tenía poderes, no podía salvarlo. Pero tal vez u padre sí... - ¡Sálvalo! - Gritó a su padre, furiosa.

- No esta vez -. Habló él. - Te advertí que terminaría. Debiste hacerme caso, quizá así él estaría vivo -. Ella no podía parar de negar con la cabeza; Gar estaba muerto, era su culpa. - Pero ahora cargas con su muerte. Tus amigos son asesinos... Por tu culpa -. El tipo hizo un gesto señalando a los Graysons.

Rachel no podía quitarse la imagen de Nora matando a Gar de la cabeza. Gracias a ella, su amiga había cometido un acto imperdonable; un acto que ella misma no se perdonaría jamás. Había logrado que Nora conociera el sentimiento de asesinar a alguien a sangre fría, algo de lo que Dick había intentado salvarla. Todo eso estaba perdido, gracias a ella. Sus amigos estaban perdidos, gracias a ella.

- Por dentro, eres un monstruo -. Continuaba su padre, acercándose más y más. Sus lágrimas se acumulaban con cada metro de cercanía que se perdía. - Una potadora de la muerte. Es lo único que eres, lo único que siempre has sido... justo como yo -. Rachel murmuraba "no, no" por lo bajo, sollozando, pero eso no lo detuvo. - Seguro te rompe el corazón... - Ella largó un suspiro, cerrando los ojos. Todo eso era solo una horrible pesadilla; eso quería creer. - Si, veo que sí -. La miró, débil. Era el momento perfecto. - Bien -. En un rápido movimiento, le quitó el corazón. Uno creería que era algo bueno, al menos así evitaría sentir la tristeza que la abrumaba. Pero no fue exactamente algo placentero. 

Que tu padre te quite el corazón y lo aplaste para su beneficio no es algo exactamente placentero. Menos en sentido literal.

Rugidos Sordos [Gar Logan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora