Ν. El nacimiento de la vida

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El Cosmos es el dador de vida, la consciencia etérea que atraviesa al espacio-tiempo que compone el tejido en el que tienen lugar los cuerpos y eventos físicos en el Universo; lugar en el cual, los cuerpos celestes serían los contenedores idóneos para el sostenimiento, mantenimiento y evolución de la vida.

Vida poderosa y majestuosa que brotaría del Cosmos para germinar en Caelestis, un planeta que desde la creación misma del Universo, comenzó su proceso de formación precedida por incontables transformaciones, como consecuencia de los impactos que los demás cuerpos en formación y rocas que atravesaban sin un punto de gravedad fijo por el espacio, impactaban contra su superficie, y sacudían la corteza que lo formaba; aunque, cada eventual colisión depositó los elementos propicios para la vida natural que comenzaba a germinar y florecer con una belleza excelsa y sublime.

Un proceso que finalizó con un inmaculado planeta, que esperaba ser habitado por la vida asignada para la supervivencia no antes conocida, y la existencia que precedería al nacimiento conocido.

El universo cósmico albergó en sus entrañas y estelas de energía suministrada por las supernovas y el cúmulo de gases y estrellas formadas y condensadas en galaxias, en donde, la interacción de partículas compuestas por neutrones y protones, reaccionaron debido al calor creado entre la fricción de los iones que atravesaban la inexistencia del aire y chocaban entre sí para eclosionar y converger en la desintegración de su forma previa y reformar su composición para dar vida a nuevo ciclo que de allí nacería.

El nuevo orden destinado a la polaridad de sus fuerzas, fue el nido de donde la existencia nació, en destellos con dirección para formar planetas e ir germinando la vida de seres que serían su más perfecta creación.

La materia se condensó y reagrupó sus eslabones, y de allí un cometa emigró, naciente de un primer estallido de luz siendo absorbido por las sombras y la implosión del rojo escarlata brillo y primo como fuerza regente del nuevo mundo.

Una primera interacción que el Cosmos le otorgó a la vida de seres resplandecientes.

Un regente supremo, Domain Vitae, que a las legiones lideraría, como una mezcla idónea y excelsa de las polaridades de la vida, un legionario que encaminaría a la glorificación de su raza de Celestiales.

Y como mellizos nacidos del mismo estallido de un cometa que dividió su centro en dos, para separar sus opuestos, en donde la vida de los Celestiales Tenebrae y Lucem se desprendieron.

El Cosmos orgulloso e impetuoso dio vida a tres legiones distintas de Celestiales, una nueva raza creada a imagen y semejanza para un ambiente mágico y retador que se había formado en Caelestis, una vida que pertenecería al planeta madre, pero que se convertiría en la creación más poderosa, nacida en el Universo, y ningún nacimiento de vida sería similar o replicable.

La existencia primogénita de los Domain Vitae, como la primera manifestación de la vida que albergaría en su ser la esencia de los dones que del Cosmos podrían ser otorgados, pero no a cualquiera y bajo designio incipiente, sino, a creaciones sublimes y excelsas en formación para que la existencia de la llama del Universo sobreviviera.

Un sucesor que era el elegido para encaminar y dirigir a sus hermanos provenientes de la segunda explosión de una llama, de la cual se desprendió un cometa más, que dividido en dos y gemelos en nacimiento crearon a los Tenebrae y Lucem, dos linajes que eran la antítesis del otro, el eterno opuesto en vida. Por lo que, por sabiduría del Cosmos para mantener el balance y el equilibrio del poder que se le sería otorgado a cada linaje, como herencia a sus sucesores y descendientes con el paso de los años; precisaba de un ser que fuera la idónea integración de ambos, y la interacción perfecta que lograra controlar y guiar las habilidades que se manifestarían.

No obstante, de los fragmentos originados de la creación de los Celestiales, el Cosmos como entidad progenitora, anticipó una contingencia más, porque, una vez la vida fuese creada, esta sería abandonada para que ella misma encausara su camino elegido y preconcebido, pero no inalterable; decidió compactar y transformar la energía en una refulgente flama multicolor de donde emergieron los Regnandi Magus, los Hechiceros regentes.

A quienes un vital destino se les adjudicaría en el equilibrio del que dependería la existencia elemental de la magia en Caelestis, un gobernante que vigilaría y salvaguardaría la vida de la naturaleza y la energía conductora que atravesaría a cada uno de los linajes de Celestiales, y los Hechiceros, serían los poseedores del control absoluto del maná de la vida, como una contingencia para restringir el acceso parcial a la magia natural.

A quienes un vital destino se les adjudicaría en el equilibrio del que dependería la existencia elemental de la magia en Caelestis, un gobernante que vigilaría y salvaguardaría la vida de la naturaleza y la energía conductora que atravesaría a cad...

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La razón de la sigla N en el título, hace alusión al número 0, si bien, la numeración romana no precisa de la utilización del 0 para determinar una cantidad asignada al valor de los números, este fue reconocido por los Romanos, en una referencia que proviene del latín "nullus" o "nulo",  por tanto, ellos no lo concebían como la unidad de 0 que conocemos.

La razón de la sigla N en el título, hace alusión al número 0, si bien, la numeración romana no precisa de la utilización del 0 para determinar una cantidad asignada al valor de los números, este fue reconocido por los Romanos, en una referencia q...

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El Monarca de Sangre || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora