Ⅱ: Dolor, pasión y omisión

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Día 507

La muerte es parte del ciclo natural de toda existencia que habita en el Universo, incluso las creaciones del Cosmos, como los planetas, lunas o satélites naturales, los meteoritos, los cometas, las estrellas y los agujeros negros, están condenados a dejar de existir, debido al "Big Freeze" o muerte térmica del Universo, que ocurrirá como consecuencia de la paulatina expansión del mismo, el cual no se detiene y continúa su trayecto hasta los límites inexplorados, por ello, se predice que, poco a poco comenzará a enfriarse y el calor necesario para la vida, será llenado por el gélido frío para volverse un lugar inhóspito y vacío, como en el origen.

Antes de que el Universo sea consumado por la frialdad, toda forma de vida perecerá antes de poder presenciarlo, incluso, los Celestiales como raza inmortal, saben que ese futuro lejano llegará, aunque falten años luz para alcanzarlo; al ser los sucesores de la primera creación por parte del Cosmos, conocen e intervienen en la creación y la erradicación de la vida biológica sembrada en un planeta, así como la destrucción del mismo.

Una labor que las más altas jerarquías pueden alcanzar, ser los dadores de vida y los herederos de la muerte.

Estoy seguro de que tendrás un gran futuro, tal vez, le tengas miedo a lo desconocido, pero si has sido uno de los Elegidos del Elter Abraene, solo él conoce la razón de su decisión y está en ti descubrirlo, no temas, Kook ―fueron las palabras que EunWoo le dijo para animarlo, cuando a sus ocho años comprendió la responsabilidad que se le fue otorgada, gracias a la marca de nacimiento que estaba en su frente.

Un pequeño de nueve años en ese momento, creía que JungKook sería como las estrellas más resplandecientes que veían ambos en sus escapadas nocturnas, para dejar fluir el estrés de los entrenamientos y las labores que debían desempeñar en casa, y buscaban ser solos dos pequeños en una travesura estelar.

EunWoo Kosta, fue quien sostuvo su mano, cuando la manifestación de una habilidad tan poco conocida y heredada, fue el designio de nacimiento por parte de su Elter.

Esencia y vida que se había esfumado, como las cenizas lanzadas al viento para ser arrastradas y desperdigadas después de cumplir con el ciclo de existencia. Como seres inmortales, su envejecimiento, una vez alcanzada la etapa de maduración se detenía y ralentizaba su avance, casi que inexistente, aunque debían morir como parte natural y original del tiempo circundante entre los opuestos de vida y muerte, pero antes de que fuera así, una longeva existencia alumbraría como la estrella que les ha dado calor cada día.

Una consecuencia de la inmortalidad dada a su raza, debía tener su némesis, el control natural y primario para contrarrestar una fuerza que podría convertirse en el amo del Cosmos, por ello, no eran indestructibles, podían gozar de una maravillosa regeneración de tejidos, volviéndolos inmunes sobre ciertas heridas, no obstante, no había posibilidad alguna que le diera el tiempo de reacción suficiente a los tejidos y sangre para detener una herida realizada por el punzante filo de una espada hecha de diamante.

Derrotada que nadie superaría, una muerte sin oportunidad para sobrevivir.

Para cada Celestial, sin importar el linaje del cual desciendan, la muerte es considerada como una pérdida escabrosa, porque, evidencia la vulnerabilidad que su inmortalidad frágil les otorga.

Un mensaje del Cosmos, para recordarles que, si bien sus vidas eran imperecederas, su esencia y vitalidad podría ser quebrantada y transgredida hasta la extinción.

―Luna Makris, ya es hora ―la voz de YoonGi detuvo la letanía de los constantes pensamientos que se repetían como una plegaria, en busca de repetir los errores que eran un anuncio del fatal desenlace, además de los recuerdos que serían el legado y la manifestación viva de la existencia de EunWoo Kosta.

El Monarca de Sangre || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora