Furtuber2020

Día 10: Capricho.

De aquí y allá, los animales correteaban por los pasillo en busca de su destino. En el interior del castillo había un gran alboroto. Unos incluso dejaban caer cartas y documentos sin darse cuenta.
Cuando se encontraban con otros animales en el camino tenían que esquivarse o ya de plano usar magia para transportarse aunque estuviera prohibido.

En medio de ese desastre, un ciervo logró alejarse lo más posible hasta llegar a la puerta de madera que encontró luego de girar por varios pasillos. Tomó aire para ingresar en una oficina de gran tamaño, donde al fondo reposaba un cocodrilo sentado frente a su escritorio.

—Charr —nombró el reptil.

—Dri... ejem. General Driller —respondió el ciervo.

No pensaba en hacer ningún saludo. Ya tenía suficiente con tener que llamarlo "general".

—¿A qué se debe tu inesperada y para nada agradable visita? —inquirió el cocodrilo, entrelazando sus dedos.

El ciervo se acomodó la corbata y chasqueó la lengua.

—Aún tienes el descaro de hablar así. Veo que las nubes están por debajo de tu ego —escupió el animal.

—Hmmm, mejor dime a qué viniste antes de que te arranque la cabeza —advirtió el contario.

El ciervo se aclaró la garganta.

—¿Por qué rayos ordenaste a tus soldados que se enfrentaran a los mercenarios? El plan era matar a...

—Sé cual era el plan —interrumpió el cocodrilo —. Pero como el plan me pareció una estupidez, decidí crear un fuego cruzado para sacar del camino al canciller y a unos cuantos hechiceros problemáticos.

El ciervo gruñó.

—Si vas a hacer cosas por tu cuenta, has tú... condenada organización. No vamos a tirar todo a la borda por un capricho tuyo —reprendió, suavizando una palabra para no hacer más evidente su enojo.

El cocodrilo se mantuvo con una expresión neutral.

—Ya puedes retirarte —avisó Driller.

El ciervo, con el ceño fruncido, se retiró dando un portazo al cerrar.

—Esa alimaña se cree la gran cosa por su cargo. Ya verá cuando nuestro maestro lo ponga en su lugar —murmuró mientras regresaba por donde vino.