Capítulo 28 : Broma pesada

2.3K 128 9
                                    

Carlos.

La veo salir con lágrimas en los ojos de la habitación donde me encuentro del hospital. Y me llevo las manos a la cabeza suspirando. Soy idiota, definitivamente lo soy.
Se me había ocurrido hacerle una broma, y la broma me ha salido increíblemente mal. Si es que no puedo ser peor persona. Sé que le he hecho daño, lo sé. La cara que ha puesto cuando he hablado de Carmen.

Mis padres y mis hermanas entran a la habitación y me miran negando con la cabeza.

- ¿Carlos has echo la broma verdad? - me pregunta mi hermana Ana y yo asiento.

- Sí.

- Si es que no puedes ser más tonto, mira que te hemos dicho que no lo hagas. - me regaña mi padre.

- Joder, es que no sabía cómo iba a reaccionar.

- Espera, ¿pensabas que después de decirle eso te iba a besar, se iba a quedar contigo? Venga ya Carlos - me dice ahora mi hermana Blanca.

- Que si, que la he cagado.

- La pobre ha salido corriendo mientras lloraba Carlos - me dice mi madre - A ver como lo vas a arreglar.

- No lo sé. No lo sé.

La llamo, le mando mensajes pero ni les llegan, ni los contestan, ni los lee. Llamo a sus padres y igual.

Joder Carlos, piensa en algo. No puedo salir de aquí porque los doctores no me dejan. Y no sé ni si ella ya se ha ido a Italia o sigue aquí. Y si sigue aquí, no sé ni en el hotel donde está para mandarle algo.

Mi única opción llamar a Charles, quizás han hablado y sabe donde está.

- Carlos - dice al cogerme la llamada.

- Charles, ¿sabes algo de Chiara?

- No , ¿que ha pasado?

Se lo explico todo y lo escucho maldecir en francés.

- Has metido la pata hasta el fondo, mate.

- Lo sé.

- Si en algún momento sé algo de ella te diré, pero Carlos ya puedes ir pensando algo para arreglarlo.

- Gracias Charles.

Días después...

Ayer por fin me dieron el alta tras varios días en el hospital, por fin pude volver a casa. Los doctores me han dicho que no tengo nada grave, algunos moratones y algún que otro dolor por varias zonas del cuerpo que a lo largo de los días se irá reduciendo.

Chiara sigue sin cogerme las llamadas ni contestarme los mensajes. No me los contesta pero si que me los deja en visto. Al menos es algo, pero no suficiente.

- Carlos apurate, que en una hora sale el vuelo y no vamos a llegar. - me dice mi madre.

He decidido que voy a ir a Maranello, a hablar con ella, y sobre todo, a pedirle perdón porque no debí de haber hecho la estúpida broma, que tan cara me está saliendo.
Pero al final no voy solo, tanto mis padres como mis hermanas Ana y Blanca han decidido acompañarme.

- Ya nos podemos ir.

Ya estamos montados en el avión. Mis hermanas se han puesto a ver un documental en Prime Video, mis padres están hablando de varias cosas y yo no hago más que pensar en ella.

- Carlos - me llama mi hermana Ana. - Carlos, el cinturón.

Yo asiento y todos me miran.

- Estás empanado - apunta Blanca riendo.

Le saco el dedo del medio mientras que mis padres y mis hermanas no dejan de reírse.

Aterrizamos en Bolonia y un taxista nos lleva hasta Maranello y hasta la casa de los Binotto. Cualquier día esté hombre me echa del equipo.

Me acerco a la puerta y me sudan las manos, estoy nervioso.

- Venga - me anima mi padre.

Asiento y llamo. Escucho pasos acercarse a la puerta y abrir, es la madre de Chiara la que nos abre la puerta.

- Pasar, le voy a decir a Chiara que baje.

En el comedor está Matías, que se acerca y nos saluda. Se queda manteniendo una conversación con mis padres. Miro por las escaleras esperando a que Chiara baje junto a su madre.

La veo bajar y niega con su cabeza al verme.

- Mamá no quiero. - dice mirando a su madre.

- Chiara.

- Está bien.

Ve a mis hermanas y a mis padres y se acerca a ellos. Mis padres, mis hermanas y ella se tienen mucho, pero que mucho cariño.

Intento mirarla pero me evita el contacto visual. La veo ir a la cocina y voy detrás.

- Chiara.

Se gira con el vaso de agua en la mano y me mira mal.

- ¿Y Carmen dónde la has dejado?

- Podemos hablar.

- ¿Para?

- Por favor.

- No quiero escucharte, Carlos.

- Chiara, necesito que me escuches y después has lo que quieras.

- Está bien, te dejo hablar pero vamos al jardín - dice soltando un suspiro.

Nos sentamos en los sofales que tienen aquí. La miro y me muerdo el labio.

- Habla.

- Fue todo una broma.

- ¿Qué dices?

- Que todo fue una broma que me invente, no sé ni porqué lo hice pero no debí de hacerlo.

- Si esto es otra broma no tiene gracia.

- Te lo estoy diciendo enserio, Chiara.

- Carlos ¿y por qué lo hiciste? Sabías perfectamente que eso me iba a doler

- ¡Joder no lo pensé!

- Pues tienes que pensar antes de hablar, es que los hombres sois todos iguales. - dice levantándose pero antes de que lo haga la agarró del brazo - Carlos, déjame.

- No Chiara, te amo y te pido perdón.

- ¿Una broma más?

- ¡No joder!

- Chiara, Carlos, venga a comer.

Suelto un suspiro y ella entra para dentro rápidamente. No me lo está poniendo nada fácil.

Mientras comemos no dejo de mirarla, aunque ella hace todo lo contrario, no me mira ni una sola vez.

- Chiara, perdoname por favor.

- Carlos de verdad.

- No Carlos de verdad no Chiara, que no debí de decir nada, que lo siento muchísimo, que soy idiota. Pero soy un idiota que te ama, que te ama muchísimo y que no quiero dejarte escapar por nada del mundo porque eres mi vida.

- Demuéstralo. No quiero palabras, porque las palabras se las lleva el viento, quiero hechos.

una locura || Carlos sainz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora